La Asamblea acordará este jueves por amplísima mayoría asumir con la limpieza pública viaria y la recogida de basura el reto de demostrar que el debate sobre la municipalización de servicios no puede ni debe afrontarse desde posiciones apriorísticas. La gestión indirecta en colaboración con el sector privado no es siempre más económica o eficiente, como tiende a defender la derecha, ni todos los servicios son más eficaces y sostenibles con gestión directa, como acostumbra a abanderar la izquierda.
Depende entre otros factores del servicio del que se trate y, sobre todo, de cómo se haga. El desafío que acepta la administración local pasa por demostrar que desde lo público también se puede hacer bien. En este caso, mejor que el modelo externalizado utilizado hasta ahora, que ha demostrado muchas debilidades pese al notable esfuerzo económico realizado por la Ciudad, que en 2022, el último ejercicio con cifras, desembolsó casi 300 euros por ceutí por su prestación.
La nueva empresa municipal que se constituya debe ser un ejemplo en lo que a profesionalidad se refiere empezando por quienes tomen sus riendas, con conocimiento del sector, sin ataduras y con capacidad para tomar decisiones sin someterse a más intereses que el general ni temor a verse desautorizados por presiones espurias.
Las directrices a conseguir ya han sido marcadas por los técnicos que han confeccionado la memoria del expediente: garantizar la sostenibilidad del servicio, mejorar su calidad, mantener el empleo y respetar los derechos de los trabajadores.
A partir de ahí la Ciudad debe ser capaz de sacar el máximo rendimiento a todos los recursos disponibles desde la premisa de que su objetivo ya no pasará por pensar exclusivamente en la rentabilidad económica (sin por ello dilapidar), sino sobre todo en la social con uno de los servicios que más influyen en la calidad de vida diaria de los caballas.