¿Cómo puede ser que una mujer que denuncia por violencia de género se encuentre con el supuesto agresor por los pasillos de los juzgados? ¿Dónde está el protocolo? ¿Cómo queda el prestigio del sistema judicial ante casos así? En Ceuta ocurrió ayer. O, mejor dicho, volvió a pasar porque no es la primera ni será la última ocasión, probablemente, que suceden este tipo de fallos de desprotección.
La mujer, una joven de 25 años que se enfrenta por primera vez a un proceso de este tipo, cruzó la mirada con el hombre al que denunció la semana pasada y como es lógico tuvo un ataque de pánico ante una situación que vulnera los derechos de la posible víctima.
Tanto es así, que su primera reacción fue la de quitar la denuncia interpuesta el viernes de la semana anterior por la que el acusado pasó a disposición judicial el sábado día 8. Esta joven ceutí no pudo reprimir las lágrimas ni su estado de nerviosismo, pero con el apoyo de su abogada y del equipo de la Oficina a Víctimas de Atención de Delitos Violentos fue logrando calmarse poco a poco.
Precisamente la función de la oficina judicial es preservar la intimidad y proteger a las víctimas y potenciales víctimas de este tipo de encuentros violentos. Pero poco o nada pueden hacer si no son avisados y la cadena judicial no funciona acorde a lo previsto en el protocolo. Pudiendo suceder además que en situaciones como la de ayer se altere el proceso, puesto que las coacciones o amenazas implícitas en una mirada pueden llevar a una persona que ha denunciado a dar un paso atrás.
La propia denunciante detallaba la impresión que produce ver al que ha sido su pareja -ahora acusado de violencia de género por malos tratos- con las esposas en un contexto intimidatorio. Desde la oficina de asistencia, en la que siempre hay un agente encargado de su protección y de acompañarla, explican que el principal problema es que hay días de ajetreo en los que “nadie tiene delicadeza” con las víctimas y son más que recurrentes este tipo de fallos o que se pasen horas y horas de espera en los juzgados. Incluso, a veces pasa que se acaban cruzando en la puerta cuando traen en el coche al detenido.
Sin duda alguna, un fallo en el sistema en unos casos además como los de la violencia machista que son muy delicados para que la normativa y la legalidad no se lleven a rajatabla.
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