Opinión

Déjame que cuente Perú (II): Piura, Lambayeque, Chachapoyas y Cascas

Al norte del desierto de Sechura, se encuentra la ciudad peruana de Piura. Fundada por Francisco Pizarro− parece ser el 15 de agosto de 1532− con el nombre de San Miguel. Ha variado de localización geográfica cuatro veces, por diversas circunstancias. En 1534, tuvo lugar el primer desplazamiento y allí permaneció por unos cuarenta años. En 1578, tuvo lugar su tercer éxodo y− al ser destruida la ciudad por los piratas− en 1587, se ubicó en su actual localización. Fue la primera ciudad fundada por los españoles en Perú.
La historia de Piura se remonta a más de 10.000 años a.C. y diversas culturas la poblaron. La denominada Vicús, se desarrolló entre el 300 a.C. y el 300 d.C. A partir de los 500 d.C. apareció la cultura de los Tallanes. Mantuvieron una fuerte cohesión cultural y social, aunque nunca llegaron a constituir un Estado en el sentido estricto. Sociedad muy jerarquizada y estructurada en clases sociales. Permitieron el ascenso al poder de mujeres−denominadas cacicas o capullanas− que, como dato anecdótico, incluso podían cambiar de marido cuantas veces quisieran a su voluntad.
Se produjo una fusión con la cultura mochica, procedente de Trujillo. Al surgir la cultura chimú, los tallanes se vieron sometidos− entre 1350 y 1400 d. C −aunque conservaron sus estructuras. A mediados del siglo XV, el reino chimú cayó ante las ambiciones expansionistas de los incas. La llegada de los españoles supuso un cambio total.
La Catedral está situada en la Plaza de Armas y fue construida en 1588, en la época virreinal. Emblemático piurano fue Miguel María Grau, nacido en la ciudad, héroe nacional de Perú, comandante general de la Marina y por su humanitario comportamiento en la guerra contra los chilenos −socorriendo a los vencidos− pasó a la historia con el apelativo de “El caballero de los mares”.
El frondoso algarrobo ocupa desde antiguo gran parte del territorio piurano y proporciona cierta base de la economía local, con los productos derivados de la algarroba. La danza típica del tondero, baile de pareja de origen campesino, es producto del mestizaje musical y cultural entre el pueblo gitano venido del sur de España y Este de Europa y la población afroperuana.
Invitado por la Universidad Nacional de Piura, en su Escuela de Postgrado, impartí varias conferencias y seminarios. Es una universidad pública con un extenso campus en el distrito de Castilla, de la capital piurana. Añoré, en mi imaginación, paseando por esos lugares, la Casa Verde –lugar de lenocinio− recreada por Mario Vargas Llosa en la novela que escribió con ese título. El premio Nobel, vivió en Piura algunos años de su niñez y adolescencia. Cursó la escuela primaria en el Colegio Salesiano Don Bosco y el quinto año de secundaria, en el Colegio San Miguel. Tuve la curiosidad de visitar este último, donde se conservaban algunos recuerdos de su estancia en el mismo. Visita obligada es la población de Catacaos, con magníficos orfebres y artesanos y joyería de oro y plata a unos 19 km de Piura. La gastronomía ocupa un lugar importante. Aparte del conocido ceviche−dicen que inventado por los piratas− hay que citar, entre otros, la sopa de novios, y la malarrabia. Bebida típica, prehispánica, es la chicha de jora − preparada por fermentación de maíz blanco o amarillo−con una apreciable graduación alcohólica. Se toma en vasijitas hechas con cáscara de calabaza, llamadas cojuditos. Las chicherías o chicheritos, para venta, colocan unas banderas blancas en las puertas. Los propietarios creen, que si se barren los locales de fuera para dentro, se atraerá clientela, mientras que si se hace de dentro hacia fuera, se ahuyentará a los clientes.
Para los aficionados a la biodiversidad, la isla Foca, de unas 92 ha, a un km de la costa en el Pacífico, tiene la particularidad de ser punto de confluencia de la corriente fría Humboldt y la cálida ecuatorial, creando unas condiciones templadas que facilitan la diversidad biológica.
Algunos dirigentes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima−que siguieron los cursos− me propusieron impartirlos en la universidad limeña. Lamenté no poder aceptar la petición, en ese momento, pero hubiese sido un honor, enseñar en la universidad reconocida como la más antigua de América, creada en 1551.
Ya estaba programado mi viaje a la antigua ciudad de Chachapoyas, en el departamento de Amazonas, invitado por la recientemente creada Universidad Nacional ”Toribio Rodríguez de Mendoza” de Amazonas, para impartir unos cursos sobre la gestión ambiental del turismo. El viaje directo desde Piura en avión, no era muy aconsejable y además, tenía atractivo desplazarse por superficie y poder visitar, en el trayecto, las Tumbas de los Reyes y del Señor de Sipán. Para ello emprendí viaje, eso sí, en cómodo bus hacia Chiclayo y Lambayeque. La ciudad de Lambayeque se fundó en 1553. Con el descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán y la construcción del Museo Tumbas Reales, recibe una afluencia anual de más de ciento cincuenta mil visitantes y su zona monumental ha sido declarada Patrimonio Histórico del Perú. A medio km del pequeño pueblo de Sipán, en el valle del río Lambayeque, se inició una operación de búsqueda arqueológica que tuvo que desarrollarse bajo escolta policial, fuertes enfrentamientos e incluso tiroteos. Afortunadamente, los arqueólogos encontraron, el 26 de julio de 1987, un impresionante sarcófago que milagrosamente no había sido hollado por los expoliadores. Se trataba de la tumba del Señor de Sipán, un destacado personaje del siglo III perteneciente a la cultura mochica del norte de Perú, desarrollada entre los siglos I y VIII d.C. Su edad estaba entre los 35 y los 45 años, con 1,67 de estatura y sana dentadura. Se encontraba envuelto en once capas sucesivas de estandartes, emblemas y atuendos profusamente adornado con ricos ornamentos de oro, plata y cobre dorado. Según los expertos, el descubrimiento fue comparable al de la tumba de Tutankhamon, en 1922.
En el sarcófago había más de 700 piezas valiosas de oro, plata, cobre dorado, turquesas, piedras preciosas y cerámica. A su lado se encontraron restos de tres mujeres, dos varones, un niño y dos guardianes, así como dos llamas y un perro, posiblemente sacrificados para acompañamiento del Señor en la ultratumba. Se descubrieron, hasta doce tumbas de diferentes épocas y rango. La cultura mochica del norte, estaba fuertemente jerarquizada tuvo un gran desarrollo en la agricultura, la tecnología hidráulica, el arte y la guerra.
Se construyó − inaugurado en el 2002− en Lambayeque, el Museo de Tumbas Reales de Sipán. Su arquitectura está inspirada en las antiguas pirámides truncadas y santuarios preincaicos mochicas, combinando plataformas y rampas. En el interior, una exacta reproducción de la cámara funeraria del Señor, con las joyas colocadas en vitrinas blindadas, en un ambiente oscuro e iluminación puntual dirigida.
Tras la impresionante visita de ultratumba, continué el largo viaje−más de diez horas− en bus, hasta llegar a Chachapoyas. Viví la preocupación, siguiendo las recomendaciones de los conductores, con el peligro de ser asaltados en el camino por los guerrilleros de Sendero Luminoso. Al final del trayecto, circulamos peligrosamente por una estrecha carretera − prácticamente un camino− que bordeaba el abismo de más de cien metros de profundidad hacia el cauce de río Utcubamba.
La cultura Chachapoyas, preincaica, se ubicaba en las alturas del bosque del valle del Utcabamba− afluente del río Marañón− al norte del Perú. La palabra quechua Chachapoyas, significa “gente de la nubes”. Hace mil años una etnia guerrera, de tez blanca y según la tradición, de hermosas mujeres, habitaban las zonas de la parte sur del actual departamento de Amazonas. Aunque en 1470 fueron invadidos por los incas y más tarde incluso se aliaron con los españoles, lo cierto es que su desaparición se debe más a las enfermedades que trajeron los conquistadores que a ser derrotados.
La actual ciudad Chachapoyas, fue fundada el 5 de septiembre de 1538 − la sexta más antigua creada por los españoles en Perú− con el nombre de San Juan de la Frontera de los Chachapoyas. Se encuentra a 2.438 m s.n.m. y es la capital del departamento de Amazonas. Se conservan la Plaza de Armas y unas bellas callejuelas de empedrado. La Universidad Nacional “Toribio Rodríguez de Mendoza”, creada el 18 de septiembre de 2000, fue la primera del departamento de Amazonas. Recibió el nombre de uno de los más notables educadores peruanos de finales del XVIII− nacido en Chachapoyas, donde se conserva su casa natal− y uno de los precursores ideológicos de la independencia de Perú. La visita a Chachapoyas tiene atractivos, aparte de pasear por la Plaza de Armas y sus calles. Un elemento típico de la ciudad es el Pozo de Yanayacu, con cristalina agua −que nunca se seca−de misteriosa procedencia. Según la leyenda, se construyó en 1793 en el lugar donde Santo Toribio de Mogredo hizo brotar agua de una roca. La tradición, común con otras de muchos lugares del mundo, dice que bebiendo esta agua, vivirás eternamente en Chapapoyas.
No podía dejar de visitar la Fortaleza de Kuélap. Es considerada el Machu Picchu del norte, por su riqueza arqueológica. Se encuentra situada a 72 km de la ciudad de Chachapoyas, a 2.990 m s.n.m. en la cumbre de un enorme macizo rocoso, limitado por profundas quebradas escarpadas. Aunque la primera mención escrita sobre Kuélap, data de 1558, lo cierto es que su descubrimiento reciente se debe al juez Juan Crisóstomo Nieto, en 1843. Su construcción se data entre los años 900 y 1.000 y fue un centro político y militar con unos impresionantes muros perimetrales de hasta 20 m de altura. Sus dimensiones son 582 m de largo por 111 m de ancho y en su interior se ubicaban 505 recintos con casas de piedra de forma circular –particularidad diferente a las plantas rectangulares de otras culturas−con elevados techos de forma cónica y decoradas con frisos romboidales y zigzag. En total, pueden contarse más de 700 edificaciones en todo el complejo de Kuélap Se calcula que, a mediados del siglo XV, de máximo apogeo de los Chachapoyas, debían habitarlas más de 3.000 personas.
Los Chachapoyas protegían a sus muertos del paso del tiempo y por ello ubicaban los sarcófagos en precipicios y lugares de acceso abrupto. En 1985 se descubrieron en el barraco de Karajía−a unos 50 km de Chachapoyas− ocho sarcófagos en impresionante pared rocosa y vertical, con forma de figura humana de unos 2,50 m de alto cada uno. Tienen más de 1.000 años, se llaman purunmachus y están construidos con piedras pequeñas, arcilla y paja, unidos con argamasa de barro. En su interior sepultaban los cuerpos en posición fetal, individualmente, mirando de frente y envueltos en mantos de algodón. Exteriormente los decoraban con pintura blanco humo y rojo ocre.
En el mismo tema funerario se encuentran los mausoleos de Revash. Son unos sepulcros colectivos, como una réplica en miniatura de las casas utilizadas por los antiguos Chachapoyas, con techos a dos aguas y ventanas en formas de cruz, de T o cuadradas. Pintadas en rojo y crema con pinturas rupestres de círculos, llamas y símbolos mágicos ceremoniales. Eran el lugar de descanso de los poderosos fallecidos. Lo que impresiona es que están construidas en cuevas naturales o excavadas, en la pared rocosa de un extraordinario barranco a 2.800 m s.n.m. En otro aspecto, son atractivas las visitas a las cataratas, Yambila, con cuatro caídas y una longitud de casi 900 metros y a la de Gocta, con una altura total de 771 m y se encuentran en el río Utcabamba
Durante una de mis estancias en la Universidad Nacional de Trujillo, el coordinador de postgrado, Juan Ricardo Zegarra, me comunicó que había recibido una invitación del alcalde de la localidad de Cascas –se llamaba, curiosamente, Julio Iglesias− para que visitara la ciudad e impartiera en el Ayuntamiento una conferencia. Acepté encantado y fijamos una fecha para el desplazamiento.
Cascas es la capital de la provincia de Gran Chimú y se encuentra a 103 km del noroeste de Trujillo. Tiene una historia antigua, como demuestran los petroglifos y pinturas rupestres. Según los arqueólogos, desde épocas remotas ocupó el espacio un poblado de indios que tuvieron después contacto con las culturas aymaraa, cupisnique, mochica, chimu, cajamarca e inca. Según documentos oficiales de la época virreinal, los españoles fundaron el pueblo de San Gabriel de Caxcax. Su creación política, fue el 25 de abril de 1835, y al instituirse la provincia del Gran Chimú en 1994, pasó a formar parte de esta jurisdicción.
El clima primaveral− temperatura media anual de 18,5 º C – un agradable paisaje y la hospitalidad de la población, están incrementando las visitas y el agroturismo. La actividad económica principal de la zona es el cultivo de la vid y la fabricación de vinos, reconocida por el gobierno de La Libertad como Capital de la Uva y el Vino. La introducción de la vid fue en 1963, el cultivo se extendió rápidamente y actualmente se producen anualmente, casi 10.000 Tm, siendo la primera zona productora del país. En la actualidad, más de la mitad de la superficie de cultivo, la ocupa la vid, con variedades: Gross Colman, Alfonso Lavallet, Red Globe, Quebranta, Borgoña, Italia y otras. Por el agradable clima, se dan cosechas de las mismas dos veces al año. El vino, blanco borgoña, tinto, rose, moscato y otros, se fabrica en bodegas artesanales, semi industriales e industriales− cada productor suele elaborar anualmente, de 25 a 30 mil litros de vino− así como el destilado de la uva, llamado pisco soul norteño. En el mes de julio se celebra, con fastuosidad y variedades, la Feria Regional de la Uva.
El bondadoso clima, ligera altitud de 1.261 m s.n.m., con terrazas fluviales, abundantes manantiales y fuentes de agua y un paisaje adecuado para contemplación y las actividades de senderismo, dan a Cascas un importante potencial para el turismo. Se venera a su Patrona la Virgen de Chiquinquira, regalo a la ciudad de Simón Bolívar, por su apoyo a la independencia. El impresionante bosque de Cachil a 17 km tiene abundante vegetación, riachuelos, cataratas y variedad de especies animales. El cerro Chuncazón, es un fastuoso mirador a solo 1,5 km de la ciudad.
A unos cinco km, se puede contemplar una singular y monumental formación rocosa, en la cual la erosión ha modelado− de forma casi perfecta− un rostro humano muy similar a la imagen con que se representa a Jesús. Lo denominan el Cristo de la Roca. Muy cerca del mismo, puede observarse un misterioso y fantasmagórico árbol − identificado como ficus trigona− del que cuelgan cantidad de raíces aéreas, fuera de la tierra y conocido como el árbol de las mil raíces.
Recibido por la Corporación Municipal en el Ayuntamiento, la institución preparó −como suele ser habitual en estos países hispanoamericanos, que dan gran importancia al protocolo− un acto iniciado por un coro de niños, portando la bandera de Perú, que interpretaron canciones del país. Tras mi presentación por el alcalde, impartí la conferencia “Ingeniería, Empresa y Medio Ambiente”. Al finalizarla, el propio mandatario me hizo entrega de la Resolución del Concejo Municipal− convenientemente enmarcada− declarándome “Huésped Ilustre de la Provincia Gran Chimú”, que agradecí con cariño.
A continuación, me llevaron a visitar algunas de las fábricas de vino de la ciudad y en un restaurante me invitaron a la comida. Aderezado con los magníficos vinos de la tierra− “Si vino a Cascas y no tomó vino, ¿pues a qué vino?”− se inició el menú con un plato típico “el pecho de vaca”, que curiosamente no lleva carne y es un exquisito caldo a base de lentejas verdes y/o secas, cocidas a fuego lento. La sorpresa fue el segundo. La imagen no era muy sugerente visualmente. Me informaron que se trataba de un exótico plato, muy corriente en Perú a base de cuy− roedor andino, especie de cobaya− que se sirve asado, entero y abierto, en el plato. Hice esfuerzo de voluntad, para no defraudar la amabilidad de mis anfitriones, y le metí mano. La verdad es que se trataba de una carne blanca y blanda, buen sabor, con bajo porcentaje en grasa y alto porcentaje de proteínas.
Acabó la visita, agradeciendo el trato recibido y regresamos a Trujillo. Siempre permanecerá en mi corazón la entrañable ciudad de Cascas y sus personas. Con el vuelo a Lima y el regreso a Madrid, finalizó esta nueva estancia en Perú.

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