El rumor apacible de la tarde de este sábado en Ceuta se disipó con el sonido de las sirenas por las calles. El cielo se inundó de gris minutos antes de las siete. No eran nubarrones. Eran columnas de humo producidas por un incendio en el hospital antiguo de la Cruz Roja.
El edificio, que desde 2010 no tiene uso, fue víctima de un fuego extinguido en la madrugada del sábado al domingo. Afortunadamente, tras el incendio, no se ha dado cuenta de daños personales y todo ha quedado en un susto.
Sin embargo, queda aún por hacer. Los bomberos tienen por delante una tarea de análisis y reflexión para reflejar en el informe cuáles son las posibles causas del incidente. Solo existen de momento rumores sin confirmación.
Reponer
Otro de los deberes pendientes es la reposición de todos los elementos de cierre que se han visto afectados. A ellos se suma un cartel de advertencia para disuadir entradas. Isabel Brasero, responsable de comunicación de la entidad, asegura que a este compendio se unen otras labores.
“Tomamos las medidas pertinentes desde el principio y las seguimos manteniendo. Cada cierto tiempo limpiamos el interior. Aunque por fuera no se aprecie, esto se hace”, incide.
“Tenemos que volver a tabicar el acceso de la puerta y el que tuvieron que romper los efectivos. Hay que reponer una valla también. Este fin de semana hemos asegurado la zona con puestos de vigilancia privada tras quedarse abierto”, menciona.
Sobresalto entre vecinos
El humo del incendio los puso en alerta. Más cerca o en áreas algo más lejanas, los vecinos de los alrededores se percataron de que algo no iba del todo bien. Algunos lo percibieron a simple vista o por el ajetreo de los camiones del SEIS.
Otros salieron a la calle para averiguar qué ocurría o fueron advertidos a través de mensajes de WhatsApp. Jesús Mulero pasaba la jornada festiva con su familia sin sobresaltos. La cena estaba al caer.
“Mi hija estaba por la zona del salón de la casa. Me avisó de que olía a quemado y así me di cuenta. Me asomé y veía desde aquí unas columnas impresionantes. Era tal la cantidad que tuvimos que sellar las puertas y las ventanas con toallas mojadas para que no entrara”, explica.
“Cuando lo supe llamé a emergencias, pero me dijeron que ya habían dado parte”, detalla. “Estábamos tranquilos, pero entre comillas. Era muy cercano. El SEIS y las fuerzas de seguridad actuaron bien”.
Aún no han podido librarse del todo de los efectos del incendio. “Todavía sigue el olor impregnado. Seguramente viene de la fachada o del suelo”, comenta.
Testimonios
Juan Carlos Guerrero no prestó atención al ruido. Pensó que sería alguna ambulancia. Al ver que no cesaba, dejó la comodidad de su casa en el Pasaje de las Balsas para saber qué sucedía.
“Estaba viendo la televisión y escuché sirenas. Me preocupé al oírlas tanto y que se paraban justo ahí abajo. Así que salí. Estaba una muchacha con su perro. Me sugirió llamar a los bomberos porque había fuego detrás de lo que era el área de urgencias del hospital”, expone.
“Todos los vecinos de los pisos de la zona estaban mirando para ver qué es lo que había ahí”, menciona. Ángel García reside en uno de los bloques de este conglomerado.
“Estaba con el ordenador haciendo algunas cosas. Mi mujer estaba en el salón con la tele. De repente, las sirenas. Fue una y al rato otra. Ya a la tercera vi que había un incendio. Ya me avisó mi hija. Observamos a los bomberos. Echaron abajo el cristal de la puerta de Urgencias. Estuvieron mucho; hasta las tantas”, narra.
Lunes por la mañana
La vida sigue su curso. No hay gris merodeando por el área y la mañana de este lunes está plagada de rutina. Muchos están en sus puestos de trabajo. Pocos están en sus viviendas.
Un vecino cruza por las escaleras. Recuerda que el que dio el aviso es el hombre que está más abajo. Él fue quien comunicó por el chat de grupo que había humo. Pidió a todos que cerraran las ventanas.
Lejos de este bloque, el vaivén del día a día también se aprecia en otro edificio. Los pocos que se dejan ver regresan con alguna bolsa de la compra. Va cargado con barras de pan.
Antes de subirse al ascensor de uno de los domicilios próximos, advierte que es común que se cuelen personas en la estructura abandonada. Considera que “se hace la vista gorda” y que es “frecuente”. Cree que no existen suficientes medidas de protección que lo eviten.
Sospechas
Todo son de momentos rumores sobre el incendio. No se sabe a ciencia cierta cómo nació el primer foco y ni que es lo que avivó las llamas en el interior. Los que residen en los alrededores apuntan a que el origen podría estar relacionado con quienes utilizan su techo como cobijo.
Brasero atiende llamadas en las cercanías del clínico. Se detecta en una primera ojeada que está teñido de negro. A ella le preguntan acerca del incidente desde la distancia. Probablemente quieren esclarecer qué ha llevado a esta situación.
Sin revelar detalles, se mantiene en la posición de que lo adecuado es ceñirse a los resultados del informe. “Es pronto. Estamos a la espera de la valoración y del peritaje por parte del seguro y del nuestro propio para sacar conclusiones finales y evaluar todo esto”, concreta.
Sin techo o inmigrantes
Mientras tanto entre los caballas que conocen el entorno se alimenta esa idea primera de que está vinculado a las estancias improvisadas. “Se suelen meter menores no acompañados. La Policía ha venido muchas veces a echarlos. Han tapiado lo que era la parte trasera, pero lo rompen y acceden de nuevo”, traslada Guerrero.
“Están siempre por ahí. Habrán encendido un fuego para calentarse y se les habrá ido de las manos. Seguramente es lo que ha pasado. No creo que haya sido intencionado porque son los que pasan la noche para quitarse del frío de la calle”, conjetura sobre la raíz del incendio.
García coincide con sus palabras y las suscribe. “Eso hasta que no esté vallado bien, seguirá así. Continuarán haciéndolo porque necesitan techo”, relata. Preparado y con el abrigo puesto, se aleja de su portal.
Quince años de desuso
Cerró sus puertas en 2010 y desde aquel momento en pocas ocasiones ha sido noticia. Solo alguna que otra novedad ha salido a flote en estos quince años sin actividad. Actualmente Cruz Roja aún lo posee y lo usa como almacén.
Esta vez ha vuelto a aparecer en las líneas de los medios locales tras ser pasto de este incendio que comenzó en la tranquila tarde de este sábado de marzo. “Tenemos una parte dedicada a guardar colchones. Esas camas afortunadamente son ignífugas. Las empleamos para montar albergues cuando se dan emergencias”, especifica.
“Estaban tabicados los dos accesos y hay carteles que prohíben entrar porque es una propiedad privada y porque existe un riesgo. Está en mal estado la construcción. No se debe pasar en algunas zonas”, destaca.
Propuestas
A lo largo de esta sobrepasada década algunos han mostrado su intención de adquirirlo para darle una segunda vida. “Quien lo utilice debe darle un desempeño social. A partir de esa premisa se han interesado particulares y clínicas. No se ha llegado a ningún acuerdo”, constata.
A día de hoy la falta de un compromiso firme no lo saca de las fauces del paso del tiempo. Corre en su contra y el incendio no juega a favor de que prosiga en pie en el futuro.
Es posesión de la entidad en el presente. El antiguo hospital no cuenta aún con un remedio que lo libere de su vacío. Queda a expensas de toparse con una nueva oportunidad.
Deberían derribar el edificio dado su lamentable y abandonado estado
La propiedad está en total abandono.
Es un peligro, nadie hace nada.
Está ciudad no tiene remedio
Que lo debuelva a ciudad que ya no es hospital