Y llegó el día de la dimisión. En los últimos días todo se fue fraguando para que Mazón anunciara a los valencianos que presentaba su dimisión.
El año se ha hecho muy largo y ha dado lugar para entender cómo no puede funcionar la política: las miserias, las mentiras, los cambios de versiones, el echarle la culpa a otros, los intereses personales y del partido, el negarse en rotundo a no asumir responsabilidades cuando tú (Mazón) es el principal responsable.
Lo intentó todo de la manera más cruel y torticera, se apoyo en su partido que le aplaudió, lo escondió, lo justifico, lo animó para que siguiera...y con ello fue dejando un reguero de fango y de destrucción cada vez que iba a un acto público.
El pueblo no pudo más, no resistía tener a un presidente que solo se preocupó de demostrar su inocencia cuando cientos de pruebas lo iban acorralando hasta llegarle al cuello.
Feijóo defiende a Mazón exponiendo que ha sufrido una cacería política. Seguro que no reconoce que él lo ha apoyado incondicionalmente y cuando lo ha visto sin rédito político lo ha lanzado por la borda. Así es la política, la política del canibalismo, de la corrupción, de la repugnancia llevada a su máxima expresión.
Mazón seguirá de diputado y sus servicios al PP se recompensarán con creces.
¿Qué pasará en Andalucía con los cribados de cáncer? ¿Qué sucederá con Pedro Sánchez si ya no tiene socios parlamentarios? ¿Seguirá gobernando Ayuso la Comunidad de Madrid por proteger a un delincuente fiscal? ¿Será cesado Miguel Ángel Rodríguez por hacer correr bulos e infundios?
Así seguimos: nadie conoce a nadie, nadie tiene la culpa, nadie ha hecho nada, nadie sabe.
El espectáculo político nos deja ciegos, una ceguera permanente, y "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey".
Sigamos con la inteligencia artificial, es lo que se lleva ahora.
¿Quién nos sacará de la caverna?
¿Y si empezamos a recuperar la vista? Utopías y distopías en pie de guerra.
Palestina ya no es noticia, ya no pertenece a la rabiosa actualidad de los noticieros.






