Pasado mañana se cumple un año del inicio, durante la noche del 16 al 17 de mayo de 2021, de la crisis migratoria que puso a Ceuta “al borde del abismo” e hizo temer por el futuro de la ciudad. El Faro recuerda hoy las 72 horas que vivimos en la máxima incertidumbre, punto culminante de la tensión diplomática entre España y Marruecos en una relación con altibajos que sobre las ciudades autónomas se había deteriorado de forma agravada el lustro anterior.
Con el presidente de la Ciudad, que supo gestionar el episodio de la mano de quien podía y debía solucionarlo, el Gobierno de la Nación; con la Fiscalía, que intervino con acierto para poner orden en lo más crudo de la crisis, la atención a los cientos de menores migrantes solos que quedaron varados en Ceuta; la Guardia Civil, que junto al resto de Fuerzas de Seguridad y el Ejército ejercieron de muro de contención y brazo de salvación; y representantes de organizaciones civiles como Cruz Roja y Save The Children, vanguardia de toda la sociedad caballa que supo dar ejemplo al mundo de responsabilidad y humanidad distinguiendo a quien era utilizado de quien usaba a sus nacionales con intereses espurios.
Madrid y Rabat han sentado durante las últimas semanas las bases para iniciar una nueva etapa que debe consolidarse con la reapertura gradual y progresiva de las fronteras terrestres, sobre la que todavía quedan incógnitas a despejar cuanto antes.
También hay que esperar la materialización del compromiso de instalar algún tipo de aduana comercial en la frontera y que los pasos que se den concreten un futuro de prosperidad compartida desde el respeto mutuo que se rompió en 2021, algo que no puede repetirse.