El Conservatorio Profesional de Música de Ceuta ‘Ángel García Ruiz’ ofreció este jueves su concierto de primavera en Ceuta. El ensayo y aprendizaje de sus alumnos durante los meses previos se vio reflejado en el escenario del Teatro del Auditorio de Revellín. Dos horas y media donde la música en muchas de sus vertientes deleitó a los allí presentes.
La sala estaba oscura, no había nada que ver más que el espectáculo de sonidos. Los primeros en subir fueron dos alumnos, uno al piano y otro a la guitarra. Mano a mano los dos bajo una combinación perfecta que sonó de manera melódica. El resultado fue el aplauso de los espectadores. Tras este adelanto, el telón bajó y la sala se tiño de oscuro hasta dar paso a la siguiente pieza.
En dos filas y conformando una hilera humana, aparecieron casi una veintena de alumnos de todas las edades. Nadie se pensó que ocurriría, y de un momento a otro comenzaron a cantar al ritmo del piano y de los aplausos y golpes en sus pechos. A la vista queda que, de manera sutil, se puede hacer música con nuestro cuerpo. No solo expusieron una, sino que le acompañó una segunda. Esta vez, los pies chocaban contra el suelo y los artistas cantaban sin cesar. También había alguno desde la bancada que se atrevía a marcar el ritmo. Los sonidos se contagiaban y no había manera de quitárselo de la cabeza. Como colofón de esta segunda parte, todos aplaudieron, incluso algunos se levantaron de sus asientos para mostrar el agrado.
La jornada transcurría y se acercaba la noche. Los minutos pasaban y las horas igual. Ciertamente, el piano fue uno de los más sonados. Esto denota la pasión de los integrantes del Conservatorio por este instrumento. Entre dos personas, de manera individual o acompañando a un saxofón o fagot. Daba igual la manera si lo que se pretendía era mostrar el talento de estos jóvenes y mayores que se llevan preparando desde hace tiempo para este gran día.
El Auditorio del Teatro de Revellín se llenó de música. Con este concierto, los alumnos del Conservatorio Profesional estrenaron la estación primaveral. Festejo entre pianos, baterías, clarinetes, flautas traveseras o trompetas. Una amalgama de sonidos que destellaron luz, felicidad y buen gusto. El trabajo de estos jóvenes y adultos se vio recompensando, a la vista está que por cada pieza que ofrecían, luego venía un acalorado y efusivo aplauso.