Hay eternos problemas sobre los que llevamos escribiendo años y años sin cansarnos que tendrían fácil solución si tan solo existiera interés. Pero sucede al contrario, esos problemas permanecen y aumentan, mientras el interés por hacer algo desaparece por completo. En estos momentos en los que se habla tanto de si Vivas va a volver a presentarse a la alcaldía o no, cabría que el alcalde de este pueblo en el que vivimos reflexionara sobre la efectividad de determinadas gestiones municipales. La grieta que se ha permitido ha llevado a que nos movamos en una sociedad que avanza pesimista, cansada de ver siempre lo mismo, harta de colgar en redes sociales sus lamentos etiquetando a Rocío Salcedo para que sepa ¡qué es lo que pasa en su propia ciudad! Es de chiste. Los ciudadanos, con otros menesteres profesionales entre manos, tenemos que hacer el papel de investigadores para que la clase política se haga la sorprendida cuando le expongamos lo que ocurre en una Ceuta en la que resulta difícil fundamentar que uno no se ha dado cuenta de cuáles son problemas.
Vivas podría recapacitar si considera serio que teniendo un puñado de ‘elegidos’ en nómina, ninguno repare en la desidia que va anidando en determinadas áreas, en cómo de abandonadas están las barriadas, en el estado de parcheo en el que se encuentra el centro. Podría recapacitar si considera normal que en pleno siglo XXI su propio equipo reconozca que no podemos reciclar (esto debería ser perseguido de oficio por un delito de inacción ante algo que estamos obligados a proteger, el medio ambiente ¿le suena?). Podría también mirar a su alrededor y empezar a cuestionarse por lo que lleva años sin funcionar, por la degradación de una Ceuta con mucha riqueza a la que parece que vamos poniendo piedras en el camino para que seamos incapaces de aprovecharla.
Con poco se puede hacer mucho. Pero aquí es como si hubiéramos perdido los papeles y fuéramos incapaces de entender que las luchas nacidas del empecinamiento, el tesón y el trabajo terminan triunfantes. Dar vueltas interesadas al mismo círculo de nada sirve por mucho que los golpes en el pecho, las odas a Ceuta y las pulseras de postín nos hagan creer lo contrario.