Cuando se tienen tan pocas fuentes económicas para que Ceuta subsista, es preciso cuidar con sumo cuidado cada una de estas. Por ejemplo, el turista debe encontrar en su viaje y estancia en la ciudad todo tipo de detalles positivos, no solo para que regrese satisfecho, sino también para que recomiende a Ceuta como destino, aunque sea para estar con nosotros un solo día.
Ese turista o visitante debe encontrar nuestras calles organizadas, los museos con accesos libres y sin obstáculos no como ahora, restaurantes de prestigio que los hay, y un viaje sin retrasos ni problemas. Incluso debemos estar vigilantes en el embarque y desembarque de pasajeros, para que no se produzcan retrasos habituales como ocurre ahora al menos en una compañía. Y también es preciso comprobar el interior de los barcos para que funcione al menos un ascensor de minusválidos, el trato sea el adecuado, la más cara clase VIP lo sea realmente y tantos detalles que dan o quitan prestigio a la ciudad.
El precio ya depende de la libre competencia y, si se subvencionan barcos o helicópteros, es necesario que no se pongan cortapisas a la ida o el regreso, porque el viaje a Ceuta es demasiado caro para competir con otros destinos peninsulares.
La única ventaja de la situación fronteriza actual es que, al exigirse visado para entrar en Ceuta, los viajeros que nos visitan de Marruecos o para tomar los medios de transporte a la Península, son de medio y alto poder adquisitivo lo que beneficia naturalmente al comercio y servicios locales. Pero a la Aduana Comercial ni está ni se le espera por la inoperancia de la política exterior de España y la escasa resolución del gobierno, lo que se viene demostrando respecto a Marruecos y últimamente también en Cataluña.
El resumen, es que al no disponer de Aduana Comercial, ni de industria, ni pesca, tenemos que cuidar los medios de subsistencia que tenemos hasta que se apruebe un plan específico para una ciudad en peligro como es Ceuta.