Terminando el curso hemos dicho adiós a septiembre. Por primera vez el años lectivo acabará en 30 de junio y los exámenes y academias veraniegas cerrarán sus persianas definitivamente. Todo se decide este mes: alumnos que promocionan o repiten, alumnos que optarán por bachillerato o ciclos formativos, los seleccionados para programas de diversificación o para programas docentes que han sido perfilados en la nueva ley educativa, la enésima de la democracia.
También la selectividad se dirimirá en junio y julio. Los chicos y chicas esperarán las calificaciones para decidir su futuro. Parece que todo se repite y nada se parece.
¿Qué es lo que falla en un sistema educativo para que sea cambiado una y otra vez? ¿Qué hacemos mal? ¿Cuenta nuestra democracia con instrumentos constitucionales para llegar a pactos y consensos en leyes fundamentales? ¿ Seguiremos dependiendo del gobierno de turno para que se decida la política educativa de un país cada cuatro años?
Asistimos perplejos a nomenclaturas técnicas, a metafísicas escondidas y poco claras sobre el currículo de cada materia. ¿ Cómo enseñar? ¿Qué enseñar? ¿Por qué enseñar? ¿Para quién enseñar? Estas son las eternas preguntas que merodean constantemente en cada uno de los profesionales vinculados a las enseñanza: maestros, profesores, equipos directivos, departamentos de orientación, editoriales de manuales y un largo etcétera difícil de concretar.
La apuesta por la Formación Profesional es significativa: ciclos formativos de grado medio y superior de distintas familias profesionales. Apostar por el acceso al mundo laboral y continuar optando por estudios superiores abre un campo abierto que siempre había sido estigmatizado. Siempre nos creíamos que la Formación Profesional era para un tipo de alumnado que fracasaba en los estudios. Este tipo de estudios ha sido muy bien recibido por la comunidad educativa. La formación profesional bilingüe, centros integrados, prácticas en empresas, inserción en el mundo laboral desde el conocimiento teórico y práctico que implica amplias posibilidades de encontrar trabajos muy relacionados con los estudios realizados.
Crear un red de Centros en la que exista la posibilidad de compartir experiencias, proyectos o iniciativas, posibilitar a alumnos y profesores la movilidad para el conocimiento de otras perspectivas generales o puntuales vertebraría la calidad de la enseñanza y proyectaría ideas para ir renovando y mejorando la enseñanza profesional.
Al parecer el disensos habita en las enseñanza primaria, secundaria y los bachilleratos.: asignaturas, contenidos, evaluación, estructura de los bachilleratos, carga horaria, modalidades de la ESO, nomenclatura de las calificaciones, trabajos por proyectos, didáctica de las competencia básicas, programaciones, tutorías…. Tal vez ahí resida la madre del cordero. La guerra del todos contra todos, los cambios absurdos, los populismos de los partidos políticos para alentar la falsa calidad de la enseñanza que produce terremotos en las estructuras esenciales del Estado.
Ahí van ideas, personales e intransferibles que lanzo desde este caleidoscopio en el que la libertad de opinión es respetada por los lectores al estilo de Mariano José de Larra en en el “ Pobrecito hablador” Decía el filósofo Savater ; “ Yo digo lo que pienso, a ver qué pasa.
Disminución de las ratios en la medida de las posibilidades. Educación en valores para mejorar la sociedad, el talante democrático, la cooperación entre todos y todas. Asumir y entender la disciplina en el aula: respeto a maestros y profesores por parte de padres, alumnos y de administración educativa. Disminución de la burocracia absurda que no vale ni para nada ni para nadie solo para saturar archivos y armarios como si fueran legajos históricos. Solucionar de una vez por todas el tema de las religiones. Ahora la LOMLOE se marca el farol de no eliminar la religión dándole nulo valor académico para expediente o becas y ofrecer un estudio asistido que será un auténtico cachondeo y algo insufrible para los profesores de turno. Es incuestionable que hay que dar salida a los maestros y profesores que imparten la materia de religión y, posteriormenete, eliminarla del sistema educativo. El obispo de turno no debe pintar nada en estas lides.
Si creemos que la enseñanza pública adoctrina, estamos destruyendo el futuro. Adoctrinar no es inculcar valores de un sistema abierto, democrático, plural, crítico y libre en que se forme a personas , capaces de posicionarse dentro de sus ideas. La tolerancia, el respeto, la sociedad abierta, los valores básicos para la convivencia en un mundo complejo.
Fracasamos cuando vemos normal la corrupción, cuando pensamos que todos los políticos roban cuando salimos a la calle y las cacas de los perros campan por sus anchas, cuando pensamos que hacienda nos roba, cuando ensuciamos las paredes con pintadas, cuando el desconocimiento nos hace homófobos, racistas, llenos de prejuicios para juzgar nuestro alrededor. Armemos a las generaciones con conocimientos filosóficos, con fundamentos éticos, con instrumentos para el debate, el razonamiento y la tarea de la implicación social
Abramos el cerrojo de lo que se cerró a cal y canto: aulas de música, laboratorios de Química y Biología, pistas de deporte acondicionadas y gimnasios que cuenten con los aparatos necesarios y con duchas que funcionen.
Otro asunto importante que hace aguas es el tema de los alumnos que no quieren estar en el instituto, que se sienten encarcelados por el sistema y ven pasar los cursos una y otra vez hasta que son depositados en una amalgama de callejones sin salida. ¿ No sería más provechoso ofrecer la posibilidad de diseñar programas básicos: matemáticas para la vida cotidiana, lectura y escritura comprensiva, conocimiento de las ciencias para andar por casa y hacer hincapié en la práctica de las distintas salidas profesionales.
Necesitamos más enseñanza pública y menos conciertos con la enseñanza privada. El ideario de Centro debe ser disolver el ideario.