"Aprovechategui", esta ha sido la expresión coloquial con la que Rajoy, no sin cierta benevolencia, ha descrito la actitud de Albert Rivera, que alentado por las encuestas no mide bien su repercusión en la opinión pública, tira constantemente de la calculadora electoral y fulmina su supuesto sentido de Estado, al utilizar en su pugna contra el Partido Popular materias de gran sensibilidad como son la lucha contra el terrorismo o los desafíos del separatismo que ponen en peligro la unidad de España.
Nunca he depositado mis esperanzas en partidos mesiánicos,en esas apariciones de grupos políticos que tienen soluciones para todo y todos, sobre todo para su propio bienestar social y económico, esos que están continuamente dándonos lecciones magistrales de la nada, de los que gustan gritar “todo para el pueblo” desde la alfombra roja. Cs, UPyD, Caballas, MDyC son todos harina del mismo costal que el vaporizado GIL o aquel del primer alcalde de Ceuta condenado, el socialista y posteriormente independiente P. Fraiz que incluso llegó a decir en un mitin que se le había aparecido el apreciado Sánchez Prado. Actitud que luego premió el PSOE dándole la dirección de una cuenca hidrográfica en Galicia, a lo que él añadió unos pingües negocios inmobiliarios en Ceuta.
Ciudadanos es un partido de izquierdas enmascarado, y su éxito no radica en sus propuestas, sino en el fracaso de las del adversario. No existen izquierdas benignas. Como afirmaba Ludwig von Mises “algunos creen que las políticas de izquierda funcionarían bien si estas fuesen dirigidas por buenas personas. No se dan cuenta de que las buenas personas no quieren controlar la vida de los demás”.
En Ciudadanos están actuando como un niño chico frente a un caramelo. Ya lo ansían tanto que pierden toda compostura. Cs no se conforma con ser un partido bisagra, quiere ganar las elecciones. Albert Rivera ya se ve como hombre de Estado bajándose de la limusina presidencial atendiendo a los mandatarios de otros países. Pero el premio tan inmediato les ha nublado la vista. Han pensado que todo el monte es orégano, que todas las semanas van a encontrar un caso Cifuentes del que saldrán triunfadores.
Aunque la pugna con los Populares es legítima, y la confrontación partidista a un año de las elecciones es lógica. Ciudadanos se ha tirado a la piscina sin saber si estaba llena, ha eludido toda responsabilidad de fuerza constitucional, dejando al Gobierno solo frente a un desafío secesionista que no se ha extinguido,y en consecuencia a cualquier respuesta del Estado para preservar la máxima unidad política frente al desafío. Albert Rivera ha preferido dar alas a su ambición presidencial frente a la responsabilidad de Estado. Claro indicador de los efluvios del oportunismo que nos espera si llega a alcanzar la presidencia. “Algo huele a podrido en Dinamarca” donde un perfecto emulador de Macron, “un espejo en el que mirarse” [dixit], también aspira a gobernar con el porcentaje más bajo de apoyo ciudadano y por despecho ante la incapacidad de los grandes partidos. Un Macron que gobierna con la opinión más baja de toda la democracia francesa y contra los deseos de todos, y que en menos de un año ya ha empeorado la situación de todos los franceses.
Existen muchas más razones, pero la principal es la enorme incertidumbre que genera un partido mesiánico, sin experiencia y voluble. Eso es algo así como dejar en manos de un adolescente bienintencionado a los mandos de una central nuclear. Seguro que vamos a lamentarlo.