Cinco años pasaron de todo aquello. Cinco años de cómo, de la noche a la mañana, cambió todo. O eso parecía. De aquel estado de alarma confuso del que nada sabíamos se pasó a la aplicación de normas y medidas mientras cada vez había más contagios y muertes.
Parecía que todo aquello no iba a terminar nunca, pensábamos en lo peor, en cómo se saldría adelante. Hoy, fíjense qué curioso, nos dedicamos a recordar todo aquello, a tener en cuenta lo que ya consideramos un mero episodio histórico de nuestras vidas.
De todo tenemos que hacer un aniversario, de esto también. Quizá a quienes sufrieron de lleno la tragedia poca gracia les puede hacer tener que volver a revivir todo aquello, pero sin duda termina siendo necesario para comprender que ocurrió y que nos debía haber cambiado como humanidad.
No lo hizo. Cinco años han servido para que recordemos los miedos, los recelos, los lamentos…, pero no nos ha hecho ni más solidarios ni más próximos a esa sensación de inestabilidad que en cualquier momento se puede dar.
Una pandemia se llevó por delante a muchísimas personas, destrozó a familias y cambió por completo la vida de quienes se vieron afectados por aquello tanto física como psicológicamente.
Sin duda fue uno de los episodios más duros vividos, pero volvimos a tropezar en la misma piedra entregándonos a esos vicios impropios de un ser humano.
No nos acordamos cuando nos sentimos débiles, cuando sabíamos que aquello que llamaban covid nos podía tumbar, que cada vez aportaban unos síntomas distintos, que terminaban experimentando para sacarnos adelante.
Hoy, al igual que recordamos esos 5 años de la pandemia, podríamos recordar lo que prometimos cambiar, pero no hicimos.
En un principio parecía que la pandemia nos iba hacer de cambiar para ser todos más solidarios y tener más empatía, llevarnos mejor los unos con los otros, ayudarnos mucho más, ser más solidarios, etc.
Al poco de ir pasando la pandemia la solidaridad, empatía, etc., por desgracia, fue yendo a menos hasta volver a la normalidad. Una pena.