Opinión

Los chispazos de la vida (II)

No cabe duda que la Coca Cola es quizá el producto que ha generado más imitaciones. En todo el mundo proliferan las bebidas que se pregonan como alternativa de la misma. No es posible referirse a todas ellas, pero sí a un curioso caso en particular.
En 1959, el gobierno revolucionario nacionalizó las empresas cubanas, entre ellas la Coca Cola y sus directivos abandonaron la isla. La bebida estaba presente en Cuba desde los tiempos de Geraldo Machado y los cubanos eran tan buenos consumidores de la misma, que incluso se construyó una factoría embotelladora de apreciables dimensiones en La Habana. Con la nacionalización de la fábrica, los trabajadores la ocuparon y arramblaron con las refrigeradoras, las líneas de embotellado, máquinas expendedoras y más de un millón de botellas. La idea era destrozarlas por ser un símbolo imperialista, pero el entonces ministro de Industria, Ernesto “Che” Guevara, al que le gustaba la coca cola al igual que a Fidel, las indultó proponiendo a los trabajadores ocupantes que recreasen la fabricación de una gaseosa revolucionaria, copia exacta de la desaparecida Coca Cola.
Como la receta y el ingrediente mágico no pudieron nacionalizarlos, comenzaron una fabricación a base de pruebas y error, que contaban con un catador de categoría, como era el propio “Che”. En la primera prueba de la coca cola cubana, el revolucionario argentino, frunció el ceño y expresó categóricamente un comentario escatológico : “Tiene gusto a mierda”. Parece ser que otra ocasión, en la televisión, dijo que “sabía a cucaracha”. Lo que no deja de ser una incógnita, es en qué se basó el guerrillero heroico, para llegar a esas comparaciones gustativas. No menos curiosa es la opinión del nobel García Márquez, en este caso refiriéndose a la Coca Cola: “Sabe a zapatos nuevos”.
Con su lema de “Hasta la victoria siempre”, el dirigente revolucionario no daba el brazo a torcer y seguía instando a los trabajadores a seguir buscando la deseada bebida. Las diferentes catas, parece ser que iban en la misma dirección negativa que la primera y por ello, incluso tras un viaje a México en 1961, aportó nuevos datos a la receta: “Más azúcar, más jarabe y más gas”.
No pudo ver el primer refresco de cola cubano, ya que fue abatido con su guerrilla en Bolivia. Se llamó Tropicola y no estaba mal de sabor, más dulce, con menos gas y un cierto sabor a chocolate. En la actualidad, desde 1995, se consume en el país otra variedad denominada Tukola.
No obstante, gracias al cubano Roberto Goizueta, antiguo trabajador en la fábrica en la isla, que se exilió en EEUU con la empresa y donde llegó a ser director general de la marca, pasando los años consiguió que llegasen a Cuba Coca Colas fabricadas en Holanda y posteriormente las embotelladas en una factoría mexicana, próxima a la isla para el mercado de la misma.
Tanto la Coca como la Pepsi tienen una composición muy similar: agua carbonatada, azúcar, ácido fosfórico, extracto de hojas de coca, caramelo, jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, sabores naturales, sodio, cafeína y conservantes. Sin embargo, la diferencia se encuentra en el misterioso componente mágico de la Coca Cola y en la adición del ácido cítrico que se suministra a la Pepsi, aunque también en menor cantidad y no a todas las variedades de la Coca Cola. Por esta razón, Pepsi tiene un sabor más fuerte a frutas cítricas y la Coca Cola más suave, a vainilla. Su contenido calórico, por lata de 330 ml, es de 145 calorías en la Pepsi y algo menos, 139, en la Coca Cola. En cuanto al azúcar, Pepsi aporta 39 gramos y Coca Cola 35 gramos, ambas por lata de 330 ml.
El color oscuro de las bebidas se debe al colorante E-150 o caramelo de sulfito amónico que se adiciona. Si no se le adicionase tendrían un color verdoso como de zumo de manzana, que curiosamente era el color de la coca cola original. Tiene mala prensa y acusaciones de ser cancerígeno, porque en su obtención puede formarse 3-Metilimidazol, que muestra esta característica. El consumo diario de Coca Cola, posiblemente, puede causar perturbaciones gastrointestinales, calambres o disminución tanto del apetito como de los glóbulos blancos.
La Coca Cola normal está compuesta de agua carbonatada, azúcar, cafeína sabores naturales y ácido fosfórico. La elevada cantidad de azúcares la convierten en una bebida con alto nivel calórico. El concentrado se fabrica de forma centralizada, y luego se exporta a más de 9.000 plantas embotelladoras en todo el mundo.
En los años 80, como consecuencia de la bajada de consumo femenino, al ponerse de moda la supresión de calorías en la alimentación por cuestiones estéticas, salió al mercado una variedad la Died Coke o Coca Cola Light, dirigida a recuperar la aceptación por las mujeres. Presume de ser una bebida sin calorías, aunque en realidad contiene unas 2 calorías por litro. Se elimina el azúcar, pero se utilizan edulcorantes obtenidos por síntesis química como el aspartano y acesulfamo K, con un poder endulzante muy superior al azúcar, por lo que se introducen en pequeña cantidad.
A comienzos del 2000 y concretamente en el 2005, salió al mercado una nueva versión bautizada como Coca Cola Zero, que fuera atractiva para hombres y mujeres, adicionando ciclamato de sodio como edulcorante y creando una bebida sin calorías y sin azúcares en realidad muy parecida a la light.
Un nuevo paso lanzó la marca en 2010, creando la Coca Cola Zero Zero, en la cual se eliminó la cafeína dando lugar a una bebida más ligera sin calorías y sin azúcares con un sabor algo diferente que parece ser no es muy valorada por el consumidor.
Original, pero al menos inquietante, es lo realizado por la marca este mayo de 2022. Ha sacado al mercado y no sé en qué consiste, la Coca-Cola Zero Sugar Byte, edición limitada con sabor a pixeles y cero azúcar. Dicen que ha nacido en el metaverso −espacio virtual en 3D −y la promocionan manifestando que su sabor brillante y directo, transmite la alegría de los pixeles y la sensación de emprender un videojuego. Una locura.
Una anécdota poco conocida es la protagonizada, al final de la II Guerra Mundial, por el general Eisenhower y el mariscal soviético Zhukov. El americano ofreció al ruso una Coca Cola que hizo las delicias del laureado mariscal. Posiblemente la complicidad entre los dos militares, consiguió que la compañía crease una bebida transparente sin caramelo, un envase con líneas rectas e incluso una tapa con la estrella roja, que se pareciera al vodka, para que no se pudiese acusar al héroe militar comunista de haber sucumbido a un producto del capitalismo. Se fabricó la White Coke en una versión limitada para el soviético, pero no se lanzó al mercado. Posteriormente, a finales de 1992 si se fabricó una versión comercial transparente denominada TAP Clear para contrarrestar la Pepsi Crytal incolora que la compañía rival había lanzado ese año. Ambas tuvieron la corta vida de dos años porque no fueron aceptadas de forma generalizada.
Por tanto, la primera introducción no comercial del refresco de Coca Cola en la URSS, se produjo, al finalizar la II Guerra Mundial, en forma de regalo periódico, estrictamente personal, enviado por la empresa al mariscal soviético Zukhov, que había degustado y quedado satisfecho del producto, ofrecido por el general Eisenhower después de la toma de Berlín.

"A pesar del poder mediático y las cotas de aceptación−un ejecutivo español confiesa que lleva más de 20 años consumiendo unos 8 litros diarios de coca cola− es cierto que hay muchas opiniones que proclaman la reducción del consumo de las bebidas gaseosas azucaradas"

Posteriormente, en julio de 1959, se celebró en Moscú la Exposición Nacional Americana y un directivo de Pepsi Cola, tuvo el detalle de ofrecer al líder soviético Nikita Kruschev una muestra que dirigente bebió con delectación. Pero no fue hasta 1972 que se firmó un acuerdo entre la empresa del refresco y los dirigentes de la URSS, para abastecer de la bebida a los ciudadanos. Al no ser posible para el gobierno soviético abonar en rublos, que no era moneda admisible en el mercado, el acuerdo se cerró con el pago de partidas de vodka, a base de un litro de vodka por litro de Pepsi. A título anecdótico, el licor ruso del trueque era de la marca Stolichnaya, creada en 1901, con una receta del químico Dimitri Mendeleiev, el creador de la Tabla Periódica de Elementos.
El producto americano, se fabricaba, en 21 fábricas y el consumo, en los años 80, llegó a ser de 1.000 millones de botellas anuales. Cuando se desintegró la Unión Soviética, acabó la exclusividad que tenía Pepsi y se introdujeron en el mercado ruso otras marcas entre ellas la Coca Cola. Sin embargo, parece ser que la población sigue consumiendo Pepsi en primer lugar, aunque echan de menos las botellas de vidrio que recordaban.
La crisis del sistema económico y la dificultad de pagos, llevó en 1989, a la increíble oferta soviética de hacer el abono con obsoletos barcos de guerra y submarinos rusos, con el compromiso de su desguace, que no tuvo más remedio que aceptar la empresa Pepsi Cola. De esta manera, la multinacional de la gaseosa, recibió y se convirtió en propietaria de un crucero, una fragata, un destructor y 17 submarinos, que inevitablemente fueron desguazados en Suecia y supuso para la firma americana unos 300 millones de dólares.
El espléndido negocio del intercambio para la Pepsi, llevó a reincidir en 1990, con la desarbolada URSS, con la cual intercambiaron concentrado de refresco por 10 petroleros y cargueros soviéticos, que la firma dedicó a alquiler o venta de los mismos.
En sus inicios la Coca Cola se vendía en farmacia como un jarabe que favoreciese la digestión y componente energizante. Con el siglo XX los directivos de la compañía se esforzaron en hacer de la bebida un sabor único, pero también que su continente o botella fuese fácilmente identificable. Propusieron a varias compañías cristaleras la elaboración de un diseño de forma curvilínea, reconocible por el tacto aun en la oscuridad y sin etiquetas de papel. Una compañía de Indiana patentó, el 16 de noviembre de 1915, un diseño de botella inspirada en la forma de la vaina de cacao, ovalada y con unos surcos longitudinales. En realidad, el diseñador, equivocadamente, se inspiró en la vaina de cacao, elemento que no figura como componente en la bebida. Sin embargo, su error dio origen a la renombrada botella, denominada Contour, que incluso figura en el MOMA (Museo de arte moderno de Nueva York) como ejemplo de diseño formal. Fue el modelo elegido en 1916, aunque suavizando ligeramente las formas y es la característica botella que identifica a la bebida. Queda sin fundamento, por tanto, la extendida leyenda que difundía que el diseño estaba basado en las formas de la figura femenina.
La venta se realizaba exclusivamente en botella, pero con la II Guerra Mundial los soldados reclamaron poderla llevar a los frentes −incluso instaron al cuartel general de Eisenhower que solicitaran material y equipos para diez embotelladoras, que al final de la guerra eran 64− y se decidió el envasado en latas. Ultimamente, como empresa innovadora, la marca está intentando conseguir una botella de papel, para reducir la huella ambiental de los envases y está investigando en prototipos renovables reciclajes y biodegradables. También en 1985, crearon una lata espacial para degustar la Coca Cola en el espacio, que incluso se utilizó satisfactoriamente en el transbordador Challenger. John Pemberton creó la coca cola como un remedio medicinal que teóricamente, según pregonaba su propaganda para venta en farmacia, era un tónico cerebral, estimulante nervioso y digestivo que servía para curar enfermedades nerviosas, depresión, dolor de cabeza e histerias. Sin embargo, a pesar de ser una de las bebidas más difundidas mundialmente, hay que referir los posibles efectos negativos sobre la salud con un consumo continuado. En realidad, el comentario puede hacerse extensivo a todas las bebidas azucaradas.
El contenido de azúcar es excesivo, ya que una lata puede equivaler a unas nueve o diez cucharaditas, cuando la OMS recomienda un consumo diario máximo de seis cucharadas. Otros elementos químicos contenidos en la bebida, pueden ocasionar daños en el organismo. El azúcar activa centros nerviosos cerebrales y a través de la vía mesolímbica dopaminérgica, aumenta los niveles de dopamina y serotonina ocasionando efectos adictivos. Asimismo, el azúcar, el exceso de azúcar, se convierte en grasa y provoca sobrepeso y obesidad. El contenido de cafeína puede originar problemas de adicción.
La diabetes, los cálculos renales y daños hepáticos, la descalcificación, las caries dentales e incluso el envejecimiento y el alzheimer, han sido detectadas en investigaciones. Incluso ha aparecido en algún diario, que el consumo de Coca Cola produce un encanecimiento del cabello. Sin embargo, parece razonable pensar que con un consumo circunstancial y moderado no es probable que se ocasionen estos efectos perjudiciales.
Como solución alternativa a la ingesta habitual de coca cola y Pepsi, por sus efectos nocivos para la salud, puede recurrirse al consumo de variedades light e incluso a su utilización como elemento de uso doméstico. Algunas aplicaciones, que curiosamente se atribuyen solo a Coca Cola, posiblemente debidas al ácido fosfórico que contiene, son veraces, aunque no más efectivas que las de otros productos, ya que se exagera. Entre las utilidades se enumeran la limpieza de azulejos, ventanas y cristales, eliminación de manchas de grasa en la ropa y en el suelo, limpieza de WC, alivio ante picaduras, aclaración del color de cabello e incluso eliminación de chicle en el cabello. Se le atribuye también propiedades eliminadoras de óxido en tornillos y monedas, aunque tampoco son de tanto nivel como se pregona. Los mitos difundidos de que disuelven trozos de carne o que detectan y expulsan parásitos− si existen− en carne cruda, son totalmente falsos.
Ha tenido difusión una leyenda urbana que relaciona la combinación de la bebida con aspirina, atribuyéndole efectos psicodélicos e incluso afrodisiacos. No tiene fundamentos científicos, aunque es posible que pueda servir para superar la resaca por ingesta de alcohol y aliviar el dolor de cabeza asociado. Asimismo, es infundado que rociarse con Coca Cola previene el embarazo.
A pesar de figurar en los envases la fecha de caducidad, no supone ningún perjuicio para la salud la consumición entre los seis y nueve meses de superada dicha fecha, si se almacena correctamente y están los envases cerrados. Sí puede detectarse un empeoramiento de sabor por pérdida de CO2 o descomposición de los edulcorantes artificiales usados, fundamentalmente, en las variedades light.
Evidentemente las bebidas gaseosas, a pesar de los efectos sobre la salud que puede causar su consumo continuado o excesivo, están presentes de una manera continuada en la publicidad –incluso la figura de Papa Noel luce los colores blanco y rojo de Coca Cola−y en la aceptación popular. Es tan importante y tan imaginativa la incidencia mediática que recientemente Coca Cola incluyó un video titulado Social Media Guard, para eliminar la adicción al móvil mediante la utilización personal de un collarín similar al que se utiliza con los perros, que no permite ver el móvil, aunque si degustar una botella del producto. Sea una broma o incluso un nuevo producto, lo cierto es que ha cumplido su misión propagandista y lo han visto en youtube más de tres millones de personas. Contrariamente, en el sensible terreno mediático, ha sido la imagen reciente, posiblemente de forma improvisada, de Cristiano Ronaldo en una rueda de prensa, apartando dos botellas de coca cola y tomando una botella de agua. Esos 20 segundos hicieron perder en bolsa unos 4.000 millones de dólares a la multinacional.
Se calcula que diariamente se venden en el mundo 25 millones de Coca Colas−la marca más popular− y en nuestro país llegan a 43 millones de personas, el 97 % de la población. Según la revista Statista, en España el consumo de bebidas de cola supuso, en 2021, casi 20 kg de bebida de cola por habitante, prefiriendo los tipo light y normal con más de 7 kilos respectivamente. En EEUU, la revista “American Journal of Preventive Medicine” publicó un artículo fruto de un estudio realizado por la Universidad de Boston, en el que denuncia que las dos grandes compañías patrocinaron, entre 2011 y 2015, apoyos a organizaciones estadounidenses para que frenasen la promulgación de disposiciones legales que redujeran el consumo de refrescos para evitar la obesidad.
A pesar del poder mediático y las cotas de aceptación−un ejecutivo español confiesa que lleva más de 20 años consumiendo unos 8 litros diarios de coca cola− es cierto que hay muchas opiniones que proclaman la reducción del consumo de las bebidas gaseosas azucaradas. No solo el azúcar sino la cafeína, la teobromina y los aromatizantes pueden causar adicción, especificándose en algunos estudios que el 40 % de consumidores habituales desarrollan una dependencia psicosomática.
Más radical es un artículo en el periódico digital Nueva Tribuna, en el que su autor declara:“La composición química de la Coca Cola, demuestra que es una droga vendida sin prescripción médica”. Entra en cuestiones medioambientales y sanitarias como el despilfarro de agua ya que un litro de bebida necesita casi tres litros y para la obtención del azúcar, se consumen alrededor de otros 200 litros de agua. Añade que más de 170 universidades en el mundo, han eliminado de sus campus la icónica bebida.
Mi opinión sobre las chispas de la vida es que, como casi todas las cosas, la moderación es fundamental. Alternativamente, puede seguirse también el consejo de Cristiano Ronaldo bebiendo agua. Asimismo, té e infusiones, algunas frutas y verduras, el café –que parece que está siendo reivindicado últimamente− o la aconsejable y beneficiosa limonada natural.

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