Pocas historias se encuentran en Ceuta como la que protagoniza Ben Mohamed. Este hombre está construyendo una escalera con palés en pleno monte en la barriada de Loma Colmenar para ofrecer facilidades de cruce a los vecinos y, especialmente, a los estudiantes.
Este relato es de los que atraviesan la piel y llega directo al corazón. Ben Mohamed tiene 75 años y, por cuenta propia, dejándose cada gota de sudor y sus propios ahorros, está construyendo una escalera para uso y disfrute de todos monte a través.
La idea de ponerse manos a la obra por su cuenta, en solitario, aportando cada herramienta e incluso pagando a un ayudante para que le eche una mano con el desplazamiento de bloques de hormigón, surgió por la necesidad de acortar camino desde la zona inferior de Loma Colmenar hasta la parte alta, donde se encuentra el colegio Reina Sofía.
Tras conocer la realidad de varios vecinos que atajaban por el monte y varias caídas de quienes hacían ese recorrido, decidió iniciar un proyecto personal de ayuda al prójimo de forma incondicional.
Las iniciativas como la de Ben Mohamed llaman la atención porque es inusual que una persona dedique su tiempo, esfuerzo y dinero en acciones tan trabajosas como este acceso que está construyendo para los vecinos, sumando el añadido de sus 75 años.
Mohamed trabaja desde hace tres meses y dos semanas en la construcción de estas escaleras de madera en mitad del monte de Loma Colmenar. La necesidad de los vecinos lo empujaron y para él ha supuesto una vía de desconexión.
“A mí me sirve para despejarme. En vez de estar en la casa me vengo aquí y a ratitos voy avanzando”, agrega.
Para su construcción, este buen hombre debe picar piedra, rellenar espacios con tierra que recoge del mismo lugar, utilizar un medidor de balance para comprobar que la superficie está equilibrada, hincar hierros, colocar las maderas y, finalmente, asentar unos bloques de hormigón que son los peldaños de esta escalera tan trabajada.
“Pues sí, me ha costado mucho, sobre todo picar la piedra, me tiré dos noches que no podía ni moverme, pero ahora me encuentro un poco mejor y aquí estoy”, cuenta Ben Mohamed con sencillez.
De manera desinteresada, Ben Mohamed, poco a poco, consigue ampliar la longitud de esta escalera sacando tiempo de sus mañanas y tardes.
Su constancia y la labor que está desempeñando lo han hecho conocido en los alrededores. Todos saben quién es “el hombre que está haciendo la escalera para los vecinos de Loma Colmenar”.
“La gente pasa y me agradece lo que estoy haciendo. Me ofrecen botellas de agua”, cuenta. Además, muchos de ellos ya hacen uso de estas caleras.
Además, tanto niños como adultos le hacen saber la obra de humanidad que está desarrollando por todos, pero, sobre todo, los jóvenes que salen beneficiados al no tener que rodear todo el monte para ir al colegio.
“Me dicen que muchas gracias por hacer las escaleras, que es un bien para todos”, añade.
La parte baja de esta escalinata ya está casi finalizada, solamente quedaría por terminar la parte superior, lo que llevará a Ben casi un mes más de trabajo, como él mismo ha indicado.
Además de trabajador y buen hombre, Ben Mohamed se muestra sencillo y humilde. No hay que ser un lince para darse cuenta del gran corazón que este caballa tiene en sus adentros.
Ben Mohamed no ha recibido ayuda alguna de la Ciudad ni de ningún colectivo. Los vecinos que pasan por allí afirman que la acción que está llevando a cabo este hombre lleva siendo demandada al gobierno local desde hace mucho tiempo, pero la solución por parte de la Administración nunca ha llegado.
Los propios residentes esperan que el día de mañana no se intervenga desde el Ayuntamiento para reprochar o paralizar a Ben Mohamed esta acción que por cuenta propia está desarrollando a favor de todos los vecinos.
Cuenta que muchos de los que por allí pasan le dicen: “Este trabajo no lo puede hacer nadie, ¿de dónde saca usted la fuerza?”.
Y Ben Mohamed ha respondido a esa pregunta: “Las condiciones no son fáciles, pero cuando si se quiere hacer algo se saca fuerza de donde sea”.
Este bondadoso señor ha sido taxista y camionero, tiene cuatro hijos y vive felizmente con su mujer, quien lo espera en casa cuando llega empolvado tras dejar su sudor en el monte de Loma Colmenar.
Los 75 años de Ben Mohamed no son un impedimento para escalar por terrenos difíciles y mucho menos para desarrollar las arduas tareas que todos los días lleva a cabo.
Sin lugar a dudas, es difícil encontrar corazones tan limpios y llenos de amor e iniciativas como las que Ben Mohamed está llevando a cabo por la ciudadanía de manera desinteresada y sin recibir nada a cambio.
Esta historia es de esas que devuelven la fe en el hacer desinteresado de las personas y alientan a seguir confiando en que, a veces, por muy difícil que sea, en los lugares más escondidos, siempre se encuentran almas dispuestas a darlo todo por los demás, entregando su corazón, su esfuerzo físico e incluso su tiempo, el regalo más precioso que todos tenemos.
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