Simplemente soy un ciudadano más que está de paso en vuestra ciudad por motivos laborales. Que no puede dejar pasar la oportunidad de denunciar y haceros partícipes de una situación que se está dando muy cerca de vuestros hogares, unos lo conoceréis de primera mano, otros quizás no. Me refiero a ese caótico rincón de la ciudad que es la frontera con Marruecos, donde miles de personas, ciudadanos también, trabajadores humildes, mujeres y hombres, discapacitados, ancianos y jóvenes… destrozan sus cuerpos cargados de peso llegando al límite, para poder subsistir. No hacen ningún mal a nadie, solo se ganan la vida.
Pues bien, quiero que sepan que en esa trastienda de Ceuta, el Cuerpo Nacional de Policía viene realizando una encomiable labor, casi humanitaria, tratando de poner orden en todo ese caos y la propia miseria.
Los agentes se esfuerzan para que no se produzcan desgracias humanas como avalanchas, aplastamientos, disturbios, peleas… pero entre tanta profesionalidad hay algo que llama poderosamente la atención y no puedo dejar pasar esta oportunidad para denunciarlo.
Chirría bastante la actitud de un “presunto agente de policía” con aspecto chulesco y con acento andaluz, que lejos de haber entendido la utilidad de su trabajo, se dedica a tratar a esa pobre gente como a bestias sin derechos, sin soltar su defensa de su mano y haciendo mal uso de su estatus de superioridad, se muestra descontrolado, repartiendo golpes a diestro y siniestro y da lecciones de su “buen hacer profesional”.
Resulta que ese agente, a pesar de los pocos días que lleva en la frontera, no ha pasado desapercibido para nadie y goza de una dudosa reputación, ya que son muchos los trabajadores de la zona que hablan mal de él por su extrema dureza e inhumano trato y es reconocido por haber estado en anteriores ocasiones trabajando en la frontera.
Algunos trabajadores dicen que les gustaría denunciarlo, pero que no lo hacen por no querer problemas. Precisamente de aquí surge la necesidad de que este asunto llegue a la opinión pública, para que se sepa lo que muchos callan por miedo a represarías.
Si estos días pasan por allí, no duden en preguntar por él seguro que saben decirles de quien les estoy hablando. Verán que nos les miento.
La Policía española, es una Policía democrática, cívica y cercana al ciudadano, lo demuestra a diario en cada punto de nuestra geografía y es una pena que estos casos aislados hagan tanto daño a una institución tan bien valorada por su pueblo. Gente así no representa a nada ni a nadie, tan solo a sí mismo.