La participación en las elecciones de ayer en Ceuta aumentó ligeramente con respecto a las últimas convocatorias a las urnas para elegir al presidente de la Ciudad y el resto de integrantes de la Asamblea, pero sigue lejos de las medias nacionales, un debe social y político por el que los partidos y las instituciones deben preocuparse para analizar las razones que llevan a los ceutíes a no involucrarse en la elección de sus representantes.
Tras el escándalo por presunto fraude electoral con la compra de votos por correo, Melilla lideró ayer la caída de la participación. Cataluña, el País Vasco y Castilla y León se apuntaron a esa misma tendencia.
Ceuta formó parte del grupo de regiones en las que se dio una mayor afluencia a las urnas junto a la Comunidad Valenciana, Madrid o Murcia.
El voto no es la única forma de participación política en democracia que existe, pero sí una de las más importantes, un derecho que costó décadas recuperar y al que cerca de la mitad de la población local sigue haciendo caso omiso sea cual sea la razón.
En el conjunto de España y en elecciones con el mismo rango, municipales, la media de asistencia a los colegios electorales suele rondar el 65%.
Es decir, mientras que dos de cada tres españoles, de media acuden a las urnas, en la ciudad solamente lo hace la mitad. Es necesario incidir en la pedagogía sobre la importancia de la política y de la responsabilidad ciudadana que implica involucrarse en su elección, ya que esa actitud se propaga en una forma de desentendimiento social del conjunto de lo público.