Cuando nadie daba un duro por la celebración de la Cabalgata de Carnaval, lo cierto es que el día amaneció radiante y al final los cientos de ceutíes que aman estas fiestas, desde mayores hasta los más pequeños pudieron participar en el desfile que partió a las siete de la tarde desde la Plaza de Maestranza hasta la puerta del mismo Palacio de la Asamblea.
Fueron casi tres horas de paso y más paso de personas que se habían dejado muchas horas de sueño y de descanso para preparar sus disfraces.
Esa melancolía que invadía a muchos durante el mismo viernes e incluso durante las primeras horas del sábado se transformaron en alegría. Y como tampoco podía ser de otra manera, también fueron muchos los ceutíes que se lanzaron a la calle para ser testigos del paso de quienes disfrazados vivían la fiesta de otra manera. Este año se vio mucha más gente disfrazada que en otros.
La organización por parte de Festejos fue perfecta. Las distintas reuniones que se habían mantenido con los dieciseis grupos de pasacalles que participaron en el evento sirvió para que cada uno supiera cual era su lugar en esta serpiente multicolor. Aunque también como es lógico se fueron mezclando todos esos grupos numerosos y menos numerosos que decidieron la participación por su cuenta y riesgo. Hubo como invitados de excepción un grupo de italianos que aportaron un juego de luces.
Había de todo en la viña del Señor. Disfraces más y menos elaborados. Disfraces de quienes han estado horas y horas preocupándose para que no faltara ni un solo detalle y quienes con una peluca y un poco de maquillaje habían decidido que lo importante era participar.
Lo esencial es que la Cabalgata no hubo que suspenderla y que Ceuta volvió a dar nuevamente muestras de su saber estar y de que sus ciudadanos saben divertirse al igual que en otros muchos lugares. Hubo más gente que otros años en las calles.
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