Hoy, a las 12 horas, iniciará su recurrido por las calles de Barcelona una manifestación, que se espera sea multitudinaria, en defensa de la unidad de España. Por fin se está haciendo visible esa mayoría silenciosa que no quiso votar en un referéndum ilegal y que ha venido sufriendo en silencio el desprecio, e incluso el odio, de quienes pretenden la independencia de Cataluña, algunos cegados por esa fantasiosa Jauja que les están prometiendo y otros por su deseo de acabar con la Constitución y con el espíritu de superación de viejas confrontaciones que la inspiró, para así lograr imponer sus sectarias ideas radicales.
Escribo estas líneas con la esperanza de que dicha manifestación resulte todo un éxito. Por fin, se habrá acabado con la enorme falsedad que hemos tenido que oír, una y otra vez, de boca de esos infractores de leyes y decisiones judiciales, quienes, estando al frente del independentismo, dicen ser la voz de todos los catalanes y se arrogan su plena representación en un alocado propósito de romper la unidad de España. Ha llegado ya el momento en el cual, tras el impecable discurso del Rey y el ya visible abandono de aquella Comunidad protagonizado por relevantes compañías cuyo domicilio social estuvo siempre allí, estos “puigdemonios” vayan dándose cuenta de la realidad que nunca quisieron ver. Aunque, por desgracia, quizás esos felones perseveren aún en su empeño, llevados, ya más que nada, por la ruin intención de eludir personalmente la acción de la justicia española..
Me consta que en Ceuta, a través de las redes sociales, se han venido convocando concentraciones ante el edificio del Ayuntamiento. Cuando salgan a la luz estas líneas, ya se habrán producido. Si fue por la unidad de España, me parece muy bien, pero menos si lo que se solicitaba era un diálogo que pudiera poner en solfa la unidad de la nación. De cualquier forma, creo que, bajo la iniciativa de nuestras autoridades –en las que confío- el día más indicado para expresar públicamente nuestro amor por la Patria y nuestra repulsa a cualquier intento de romper su unidad y su integridad territorial debería ser el próximo jueves, 12 de octubre, día del Pilar y de la Hispanidad, en el que se celebra la Fiesta nacional de España.
Ese día festivo, nuestros balcones o ventanas tendrían que estar engalanados con la enseña nacional, y la semanal ceremonia del arriado de bandera en la Plaza de África constituir un acto de afirmación patriótica, repleto con un público llevado por ese espíritu de amor a España del que siempre hizo gala el pueblo de Ceuta, y también con la presencia de las banderas de todas y cada una de las unidades militares de la guarnición, además, y muy en especial, las de la Guardia Civil y la Policía nacional, merecedoras de un singular homenaje por su más que difícil misión en Cataluña, cediéndose el honor de llevar la corona a agentes de cada uno de dichos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Esa tarde, además del siempre emocionante toque de oración, debería resonar allí el himno de España. Lamento que ahora carezca de letra para poder cantarlo a voz en grito.
Lanzo la idea desde esta modesta colaboración, en la esperanza de que sea bien acogida por nuestra Comandancia General, por las autoridades civiles, por las llamadas fuerzas vivas de la ciudad, por las asociaciones de vecinos y por los medios informativos. En cualquier caso, pido anticipadamente perdón por si he fantaseado o me he metido a hacer sugerencias dentro de algunas jurisdicciones que, evidentemente, no me corresponden.
A mi juicio, al menos, creo que lo sugerido es lo menos que podríamos hacer por esta querida España, cuya unidad está siendo irracionalmente amenazada de ruptura, homenajeando al mismo tiempo a la Policía nacional y a la Guardia civil, cuyos agentes se vieron forzados a dar la cara, allá, en momentos extremadamente difíciles, en aquel inalienable trozo de España que se llama Cataluña.