Dos imágenes separadas exactamente por 15 días. Una fue captada el 24 de enero sobre una lancha pilotada por dos criminales a los que la Guardia Civil de Ceuta todavía no les ha puesto las esposas. Aparece Youssef sonriente, haciendo gestos con una de sus manos poco antes de que le obligaran a arrojarse al mar en el Sarchal.
La otra fue tomada este 7 de febrero: una caja de madera. Allí están los restos del joven, muerto, cruzando la frontera del Tarajal para ser enterrado en su tierra, Castillejos.
15 días que separan la vida de la muerte, 15 días para terminar arrojando bajo tierra los sueños que tenía este joven, llorado por la familia que durante todo este tiempo estuvo rogando que por favor buscaran a Youssef Elkadi, confiando quizá en que estuviera desorientado, sin teléfono con el que poder comunicarse pero vivo.
La peor de las noticias llegaba el pasado jueves, cuando los GEAS de la Guardia Civil recuperaban los cadáveres de dos marroquíes en el mismo punto en donde se produjo la acción criminal de los lancheros: el Sarchal. Un antojo, una marca de nacimiento en el cuerpo, fue el signo inequívoco de que uno de los cadáveres era el de Youssef. Eso, al margen de las prendas que vestía y que también aparecían en el vídeo de ese pase que difundió FaroTv.
El cuerpo de Youssef pudo identificarse por la ropa y una marca de nacimiento
Youssef había jugado al fútbol en Castillejos integrando equipos desde la cantera, también trabajaba de cocinero y camarero siendo apreciado entre el vecindario.
Como otros muchachos de su edad optó por cruzar a Ceuta y eligió una lancha que le pasaría desde Beliones como parte de una travesía que se suponía sin riesgos. Ocupada por 9 chicos de poco más de 20 años, emprendieron ruta, se grabaron y aguantaron un viaje que terminó torciéndose cuando los pilotos de la lancha les obligaron a arrojarse al mar, sin salvavidas, sin ningún tipo de protección y sin darles explicaciones.
Cuatro varones desaparecieron entre el oleaje y ahí empezó a escribirse la crónica de una de las tragedias más graves ocurridas en los últimos años. Una crónica que no ha salido en los medios de comunicación nacionales ni ha provocado reacción alguna por parte de las oenegés que simbolizan, se supone, la lucha igualitaria por los derechos de todos los inmigrantes.
Youssef Elkadi, Mohamed El Khamlichi y Bilal Tnin fueron encontrados muertos entre el lunes y jueves pasados. Días atrás lo fue Mohamed Jaouhary. Eran los nombres y apellidos de los cuatro desaparecidos, los nombres de los cuatro varones que, ocupando esa embarcación, nunca más salieron a la superficie.
Los restos de Youssef descansan ya en su tierra, en Castillejos, en donde fue despedido por su familia, amigos y vecinos de la zona. A mediodía la Funeraria Al-Qadar se encargó del traslado al vecino país tras su identificación oficial.
Las familias de estos chicos fueron engañadas, les mentían sobre su paradero
15 días separan ese entierro del sueño pretendido de conseguir una meta que, en este caso, se topó con el mayor de los engaños. Esta tragedia está escrita mientras dos responsables de 4 muertes siguen libres, sin responder ante un juez por una travesía que terminó accidentada porque ellos así la provocaron y porque obligaron a los marroquíes y jordanos que cargaban en su lancha a arrojarse al mar a pesar del temporal existente que impedía una navegación segura.
Durante todo este tiempo los criminales han engañado a las familias de los fallecidos. Ellos sabían que estaban muertos pero aún así quisieron hacerles creer que se encontraban ingresados en el hospital o bien en el CETI, sin poder comunicarse por teléfono pero con vida. Les mintieron de tal forma que jugaron con sus esperanzas que han terminado chocando contra el muro de la realidad.
Este mismo martes la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) denunciaba en un informe la “subcontratación a Marruecos de la represión de las migraciones ha dado sus frutos” indicando que ha habido reducción de llegadas pero como daño colateral se ha provocado la muerte o desaparición de más de 1.900 personas.
En el caso de Ceuta se alude a dos personas desaparecidas y a 15 muertas. Pero no son cifras reales porque el volumen es mucho mayor del que ha recogido la oenegé dada la cantidad de historias que se han estado publicando y se han perdido incluso en el apagón informativo.