Un imán de una mezquita rural en la región de Tánger, en el norte de Marruecos, fue condenado este jueves a treinta años de cárcel por abusar sexualmente de varios menores de edad, siendo una de las condenas más duras por pederastia que se han dado en el vecino país.
El coordinador regional de la ONG marroquí 'No toques a mi hijo' que lucha contra la pederastia, Mohamed Taib Bouchiba, dijo a la Agencia EFE que pese a que el condenado haya confesado haber abusado sexualmente de doce menores, solo cuatro de las víctimas depositaron una denuncia. Y estimó que los familiares del resto de víctimas evitaron presentar denuncias por miedo a que sus hijos sean estigmatizados socialmente.
El imán -acusado de violación sexual y defloración (pérdida de virginidad)- fue condenado también a pagar 60.000 dirhams (5.600 de euros) de indemnización a cada víctima, subrayó Bouchiba, quien añadió que su ONG -que se ha constituido como parte civil en este proceso- va a apelar el juicio.
Este caso estalló el pasado septiembre cuando la madre de una niña en la aldea de Ezmij, en las afueras de Tánger, acusó al imán de la mezquita de la aldea de abusar sexualmente de su hija durante seis años desde que tenía siete.
Según contaban los medios locales entonces, el imán se aprovechaba de las niñas a las que daba clases coránicas en la mezquita y golpeaba a las que rechazaban acceder a sus deseos.
Las últimas reformas del código Penal marroquí elevaron las penas contra los delitos de violación, acoso y abuso sexual de los niños menores de edad hasta treinta años de cárcel.
Esto demuestra que no sólo los curas cometen estos actos criminales, también los imanes los hacen. Que se pudran en la cárcel
Así es, que se pudra en la cárcel y que no vuelva a pisar un lugar sagrado.