El alumnado del área y la materia de Religión islámica del CEIP Ramón y Cajal y el del IES Almina, unidos para superar el mismo reto:
1. El objetivo o finalidad social del reto es que los alumnos y las alumnas aprendan a saber vivir juntos, mediante la apertura y el interés por aproximarse a las demás personas en nuestra realidad pluricultural ceutí y con uno mismo.
2. Para hacer compresible el reto fue clave ponerle “rostro o cara” a través de la foto del analema en el cielo toledano.
3. También fue clave situar visualmente la respuesta al reto localizándola entre una fase y la siguiente de la luna, en los “vacíos”, convirtiéndose el “vacío” en la señal orientativa a seguir para resolver el reto.
4. Además, el estilo escolar le dio al texto frescura, fluidez, claridad, coherencia entre lo que ocurre en el cielo y qué vemos desde la tierra.
5. El estilo directo del texto mediante preguntas y respuestas espero que mantenga un tono que suscite la curiosidad.*
Es posible que no conozcas al poeta noruego Henrik Ibsen, pero seguro que reconocerás una de sus frases más célebres: «Una imagen vale más que mil palabras». Esta expresión, parafraseada, se puede aplicar perfectamente a esta fotografía fascinante, tomada en las afueras de Toledo, donde un fotógrafo llamado José María Moreno Santiago captura esta emocionante imagen del cielo, que muestra una figura en forma de "8". Esta foto fue obtenida al observar la Luna todos los días, desde el mismo lugar y hora, durante un mes entero. La fotografía es particularmente compleja porque, cuando miramos la Luna, en realidad no solo vemos un fenómeno astrológico, sino que estamos viendo una mezcla de leyes físicas y observaciones socioculturales. Sin embargo, te vamos a intentar explicar este fenómeno de forma más sencilla posible y la relación que mantiene con nuestro reto.
Pero ¿qué es lo que vemos en el cielo cuando miramos la Luna atentamente desde la Tierra?
Cuando miramos la Luna, vemos que parece moverse a lo largo de una línea curva invisible llamada analema lunar, que se puede ver desde cualquier lugar del mundo. Este movimiento se produce por la combinación desajustada de al menos cinco increíbles movimientos. Por una parte, por el movimiento de rotación de la Tierra sobre su propio eje y por el de su traslación alrededor del Sol. Por otra parte, por el movimiento de rotación de la Luna sobre sí misma, ¡como una peonza!, por su traslación alrededor del Sol y, por último, por su recorrido alrededor de la Tierra mientras refleja la luz del Sol, lo que da lugar a las diferentes fases que vemos.
En la curva del analema lunar podemos ver 27 lunas visibles, y en su parte final, dos que no se ven, pero que están presentes. Y entre cada luna visible y la siguiente, hay unos espacios vacíos (29, el último más largo o corto, y decisivo para completar 29 o 30 días.) ocupados por un período de tiempo sin luna. Estos vacíos no son simples espacios vacíos. Son el resultado de la forma en que se desajustan-ajustan los cinco movimientos que hemos mencionado de la Tierra y la Luna en torno al Sol: ¡En esos «vacíos» está la respuesta a nuestro reto!
El Contexto «A»: ¿Qué ocurre realmente allá arriba?
Lo primero que se nos explica aquí es qué pasa realmente en el espacio para que se origine cada mes en nuestro cielo el analema (en el caso del calendario musulmán, el analema 9º; mes de ramadán), especialmente cómo y por qué se producen esos vacíos visuales entre una fase de la Luna y la siguiente. Aunque a simple vista puede parecer que no hay nada en esos espacios «vacíos» entre una fase lunar y la otra, en realidad se trata de unos períodos de tiempo que no son visibles, pero ocupan el transcurso de los ajustes y desajustes entre los movimientos de la Tierra y la Luna respecto al Sol, así como son la base sobre la que se diferencian los calendarios lunar y solar.
Es importante centrarnos en esos «huecos» visuales, porque es ahí donde se producen los desajustes temporales clave que permiten comprender por qué el mes del ramadán no da comienzo en la misma fecha solar cada año.
Y lo segundo que se nos plantea en este contexto «A» (¿Qué ocurre realmente allá arriba?) es la pregunta: ¿Qué ocurriría si no hubiera vacíos entre lunas? Ya que la ausencia de «vacíos» entre lunas igualaría probablemente el calendario lunar con el solar: estarían más sincronizados.
Para entender estos «vacíos», lo interesante aquí es plantear y responder dos preguntas:
1. A la primera llamaremos Fundamento 1º: «¿Qué pasaría con los «vacíos» entre las fases si elegimos una estrella distinta al Sol, más lejana? ¿Causarían igualdad entre los calendarios lunar y solar?»
2. Y a la segunda pregunta, Fundamento 2º: «¿Qué ocurre con esos «vacíos» cuando elegimos la estrella más cercana, el Sol? ¿Causaría igualdad entre los calendarios lunar y solar?»
Fundamento 1º
«¿Qué pasaría con los «vacíos» entre las fases si elegimos una estrella distinta al Sol, más lejana? ¿Causarían igualdad entre los calendarios lunar y solar?»
Para entender mejor la respuesta, en primer lugar, tenemos que explicar cómo la elección de una estrella cercana (el Sol) o lejana (por ejemplo, Sirius) afecta a la forma en que medimos el tiempo, es decir, cómo el día, el mes y el año coinciden perfectamente, o no. Y cómo este ajuste o desajuste tiene consecuencias en nuestra forma de medir los calendarios. Si se eligiera una estrella más lejana, como Sirius, los desajustes entre la rotación y traslación de la Luna con los de la Tierra serían menores, ya que sus órbitas alrededor de una estrella distinta al Sol se sincronizarían más con sus propias rotaciones sobre sus ejes.
Y en segundo lugar, tenemos que pensar en el universo y cómo la Tierra y la Luna se mueven dentro de él, siguiendo las Reglas del Movimiento en el Sistema Solar —según las creencias de cada uno, predestinadas por Alá o por casualidad—. Donde la Tierra y su satélite, la Luna, rotan y orbitan alrededor del Sol y de otras estrellas: ¡están en constante movimiento sobre sí mismas y orbitándolas, pero algunos movimientos están más sincronizados y otros no lo están tanto!
En tercer lugar, echemos un vistazo a las tres Reglas importantes que rigen los movimientos de la Tierra y la Luna en el Sistema Solar:
1. Movimientos: Tanto la Tierra como la Luna realizan dos tipos de movimientos: rotación (girar sobre su propio eje, sobre sí mismas) y traslación (moverse alrededor de otro cuerpo, como el Sol; o en el caso de la Luna, además alrededor de la Tierra).
2. Igualdad de Tiempos: Cuando la Tierra y la Luna giran alrededor de una estrella lejana, el tiempo que tardan en rotar sobre sí mismas, ¡como una peonza!, es igual al tiempo que tardan en trasladarse alrededor de esa estrella lejana, que no sea el Sol: No se origina ningún desajuste.
3. Desigualdad de Tiempos: Cuando la Tierra y la Luna giran alrededor de la estrella cercana, el Sol, el tiempo que tardan en girar sobre sí mismas no es igual al tiempo que tardan en girar alrededor del Sol: Nace un desajuste.
Y en cuarto lugar, aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Ahora se plantea la pregunta de qué ocurriría si, en lugar de elegir al Sol de referencia para nuestros calendarios, hubiésemos elegido una estrella más lejana como referencia. El ejemplo que se da es el de la estrella Sirius, que está más lejos que el Sol (foto 1). Cuando elegimos una estrella lejana, se aplica la regla de Igualdad de Tiempos de entre las Reglas del Movimiento en el Sistema Solar. Donde los tiempos en rotación de la Tierra y la Luna sobre sus ejes se igualan con los tiempos que invierten en trasladarse alrededor de la estrella lejana. Por ello, serían suficientes los 360º habituales tanto para rotar como para que también completen sus órbitas relativas alrededor de esa estrella lejana sin ningún grado extra o tiempo de corrección adicional.
Esto ocurre porque, a diferencia de las estrellas cercanas, como el Sol, las estrellas más lejanas permanecen visibles a ojos de un observador durante todo el proceso de rotación y traslación en torno a ellas. Puesto que se forma una línea recta entre el campo de visión de un observador en la superficie de la Tierra o la Luna y la estrella lejana. En otras palabras, no se origina ningún ángulo muerto o extra que impida a un observador (por ejemplo, alguien en la Tierra o la Luna) perder de su campo de visión a la estrella de referencia para el conteo de días. Este proceso permite que los dos movimientos —rotación y traslación— sean percibidos por los humanos como más sincronizados.
En este caso, no se formarían los analemas (foto 2), ni los huecos o vacíos entre una fase de la Luna y la siguiente, como vemos en los analemas actuales; veríamos a la Luna como un punto salir y esconderse como lo hace aparentemente el Sol cada día. El problema es que las estrellas lejanas no reflejan su luz sobre la Luna; no veríamos la Luna, porque estaría siempre en Luna Nueva (oscura e invisible para nuestras miradas). Sería, probablemente, complicado medir los días y tener un calendario lunar.
Fundamento 2º
«¿Qué ocurre con esos «vacíos» cuando elegimos la estrella más cercana, el Sol? ¿Causaría la igualdad entre los calendarios lunar y solar?»
Ahora, volvemos a la realidad en la que hemos elegido al Sol como nuestra estrella de referencia. Aquí es donde las cosas vuelven a ponerse curiosas. Las personas hemos elegido la estrella Sol, y no otra de entre millones en el cielo, porque mantiene unido todo lo que gira alrededor de él. Su luz, calor y energía son el motor que propicia la vida en la Tierra. Y porque, al estar más cerca de nosotros, nos ayuda a organizar y planificar mejor nuestro tiempo, así como otros aspectos socioculturales. Pero esta cercanía también nos genera problemas, tales como el desajuste entre los calendarios lunar y solar.
Esto ocurre porque, cuando elegimos una estrella cercana como el Sol, las reglas cambian. En concreto, cambia la regla «Igualdad de Tiempos» por la regla «Desigualdad de Tiempos». Esta desigualdad de tiempos ocurre porque, cuando la Tierra y la Luna giran alrededor del Sol, los tiempos de rotación no coinciden con los tiempos de traslación, lo que genera vacíos entre las fases lunares. A diferencia de lo que sucede con las estrellas más lejanas, que, al permanecer visibles a ojos de un observador sobre la Tierra o la Luna durante todo el proceso de rotación y traslación, sí le permiten establecer una línea recta entre su mirada y ellas, dos veces por día; y así poder contar los días de manera más sincronizada con este proceso.
Por el contrario, con las estrellas cercanas, como el Sol, su reflejo sobre la Luna (fases) permanece ausente «vacío» a ojos de un observador durante cierto tiempo del proceso de rotación y traslación; mientras su reloj va sumando retrasos respecto a este proceso. Entonces, ¿qué sucede en ese lapso para que un observador no percibe ninguna fase de la Luna? Y, en cambio, sí percibe esos «vacíos» entre una fase de la Luna y la otra.
Mientras aquí en la Tierra, la Luna permanece ausente en el espacio; pero el proceso desacompasado entre la Tierra y su satélite se inicia. Por un lado, comienza cuando la Tierra se traslada alrededor del Sol, desajustando, primeramente, su propia traslación en relación con su propia rotación (a causa de su traslación a una estrella cercana). Y después, como la traslación de la Luna depende de la traslación de la Tierra, esta arrastra a su satélite, la Luna, a otro desajuste; le contagia su desajuste, y que encima no dura lo mismo: ¡es mayor que el suyo!
Y por otro lado, la Luna comienza después del de la Tierra su proceso desacompasado. Desajustando primero su trayectoria de traslación alrededor del Sol; y seguidamente, desajustando su rotación doble: la que realiza sobre su eje y la que hace alrededor de la Tierra (traslación). El resultado es que se forma, entre el final de la rotación habitual de 360º de la Luna sobre sí misma y alrededor de la Tierra, y el final de su traslación relativa al Sol, un ángulo muerto y extra «vacío» que impide a un observador en la Tierra continuar viendo la Luna o al Sol reflejado en la Luna (fases) en su campo de visión durante un tiempo. Se origina en este ángulo muerto un lapso ocupado por el proceso de rotación y traslación, que es visto desde la Tierra como un simple vacío entre las fases lunares; pero sí contiene una medida de tiempo.
Contexto B: Mientras tanto, ¿qué ocurre aquí abajo, en la Tierra?
Mientras este complejo proceso se inicia y finaliza en el espacio; en cambio aquí en la Tierra no es visto a ojos de un observador, pasando este proceso a ocupar un simple vacío o nuestros «vacíos» entre una fase de la Luna y la siguiente: ¡Así se originan esos «vacíos o huecos» que vemos entre una fase y la siguiente en los analemas lunares. En los calendarios islámicos, los analemas son doce y están nombrados. De entre ellos, el noveno corresponde al Ramadán. Y donde sí hemos llenado esos vacíos con el proceso de desajuste entre las rotaciones y traslaciones de la Tierra y la Luna respecto al Sol (foto 3).
En concreto, en primer lugar, ese desajuste del calendario solar o el de la Tierra «antes» de que le provoque a la Luna el suyo (en cada analema en general o ramadán —analema 9º—), en datos significa: que la Tierra, primero, completa su rotación de 360º en 23:56 horas terrestres y, seguidamente, su traslación diaria alrededor del Sol en 361º en 24 horas: entre rotación y traslación hay una diferencia de 1º y 4 minutos de la Tierra consigo misma.
En segundo lugar, ese desajuste del mes del ramadán —analema 9º— «después» del de la Tierra, en datos significa: que la Luna, primeramente, completa su rotación tanto sobre su eje (rotación) como alrededor de la Tierra (traslación) en 360º e invirtiendo 27,3 días terrestres. Y después, debido al desajuste primero de la Tierra entre su rotación y traslación, la Luna completa su órbita o traslación alrededor del Sol y la Tierra con 13º adicionales a sus 360º, y sumando un extra de 2,2 días a sus 27,3 habituales (29,5 días terrestres): hay una diferencia de 13º y 2,2 días terrestres de la Luna con el Sol, con la Tierra y consigo misma.
En tercer lugar, comparando la diferencia de la una con la otra se origina el desajuste entre los dos calendarios — entre el analema lunar y otro específico de la Tierra (foto 4) —, donde cada día lunar-terrestre presenta un retraso de 47 minutos (24:47 h) respecto al día solar de 24 horas. En un mes, esto equivale a 2,2 días terrestres; en un año, son 33 días (aproximadamente 10-12 por año solar; año lunar 354-355 días solares). En 33 años solares, la diferencia alcanza 1 año, lo que es el máximo a nivel sociocultural. A nivel religioso este desajuste continúa hasta el finito.
Por último, cada año, la Luna, esa misteriosa y eterna compañera del cielo nocturno, desempeña un papel fundamental en la vida y la cultura humanas a lo largo de la historia. Sin embargo, en la actualidad, detrás de su cambiante resplandor blanquecino y de sus fases que todos conocemos y amamos, se encuentra un fenómeno complejo y fascinante que desafía nuestra comprensión del tiempo y las tradiciones en ciudades interculturales: el desajuste entre el calendario lunar (basado en los «vacíos» y el reflejo del Sol sobre la Luna, las fases) y el calendario solar (basado en el Sol). Donde cada año recordamos lo que sucede allá arriba en el espacio cuando trasladamos el analema 9º, mes de ramadán, sobre los calendarios solares (fotos 5).
Conclusión
Recordemos el reto: ¿Por qué y cómo el mes del Ramadán no da comienzo en la misma fecha solar cada año?
La respuesta fácil, para la Educación Primaria, es que el movimiento de traslación de la Luna alrededor del Sol se produce después de que lo realice la Tierra. Esto hace que la vuelta número 9 de la Luna alrededor de la Tierra, de las 13 en un año, ocurra antes de que se produzca el reflejo del Sol o la fase 9, comúnmente llamada Ramadán.
La otra explicación, para la ESO, es que este fenómeno se basa en la cercanía del Sol a la Tierra y la Luna como causa principal, y la influencia del planeta Tierra sobre su satélite natural, la Luna, como causa secundaria. Además, se debe considerar la combinación de los cinco movimientos de ambos cuerpos, bajo las Reglas del Movimiento en el Sistema Solar —según las creencias de cada uno, predestinadas por Alá, el creacionismo, o por casualidad, el evolucionismo fortuito del universo —.
Otros retos intermedios
1. ¿Por qué algunos países musulmanes visualizan la luna y comienzan el Ramadán el mismo día; y otros, no? Es debido a las perturbaciones o “baches” en el camino de viaje u órbitas en el espacio de Luna y la Tierra (el espacio no es un camino de rosas). Estas perturbaciones o “baches” provocan que el tiempo real desde una Luna Nueva Visible (Luna Creciente) hasta otra Luna Nueva Visible pueda variar su tiempo real entre 29,27 y 29,83 días (su tiempo medio es de 29.53 días). Esa diferencia en tiempo se traduce en más o menos porcentaje de luz sobre la Luna. A mayor porcentaje de luz más países podrán observar la Luna Creciente. El porcentaje de luz del Sol reflejado en la Luna en esta fase oscila entre 3-34 %. Esta variación entre una Luna Nueva Visible y la siguiente o lunación de entre 29,27 y 29,83 días, así como de entre 3-34 % de luz, explica en parte la siguiente paradoja: Un policía en la frontera argelina está ayunando; y otro policía marroquí, no lo está, estando separados por una valla de escasos metros.
2. ¿Cómo es el ayuno en la Estación Espacial Internacional? En principio se le aplicaría la excusa del viajero, que estando de viaje puede optar por ayunar o no. Si opta por ayunar, tomará como referencia el horario de algún país.
3. ¿Cómo será el ayuno cuando el día dure igual que un año, igual que un mes, igual que una semana…? Es conocido que la Luna se aleja de la Tierra aproximadamente 3,78 cm cada año. Esto ocurre porque, a medida que la Tierra pierde velocidad en su rotación, como parte de una acción, la Luna responde con una reacción: su velocidad aumenta. Esto se debe a la fuerza de gravedad que mantiene unidas a ambos cuerpos celestes. El Corán, 75: 7-9, recoge este acontecimiento:” Pero cuando [llegue ese día y] la vista quede aturdida, se eclipse la Luna, y se junten el Sol y la Luna.” En el mismo sentido, el siguiente hadiz resumido de Sahih Muslim corrobora cómo el tiempo durante el regreso de Jesús hijo de María (la paz sea con él) cambiará. “[…] Dijimos: “¡Mensajero de Dios! ¿Cuánto estará él en la tierra?” Él dijo: “Por cuarenta días: un día será como un año, un día como un mes, un día como una semana, y el resto de los días serán como sus días normales.” Dijimos: “¡Mensajero de Dios! ¿Las oraciones de un día serán suficientes para las oraciones de un día igual a un año?” Entonces, él dijo: “No, pero ustedes deberán hacer una estimación del tiempo, y luego cumplir con la oración […]”.
4. ¿Cómo calcularía un astronauta musulmán o musulmana el calendario lunar desde la Luna para comenzar el Ramadán? Imaginemos a dos astronautas musulmanes: uno en la Luna, a quien llamaremos "Astronauta musulmán/a Lunar", y otro en la Tierra, llamado "Astronauta musulmán/a Terrestre". El astronauta lunar instala un telescopio digital para observar dos cosas: el Sol, con el fin de medir el movimiento de traslación de la Luna alrededor del Sol, y una estrella distante, como Sirius, para medir la rotación de la Luna. Al mismo tiempo, pone en marcha su reloj. En la Tierra, el astronauta musulmán/a terrestre observa que la Luna está en fase de "Luna Nueva Visible”. Tras 27,3 días, el astronauta musulmán/a lunar ve pasar de nuevo a la estrella Sirius por su telescopio, completando una rotación lunar, pero no observa el Sol. Por su parte, el astronauta terrestre nota que la Luna aún no ha llegado a la fase de "Luna Nueva Visible". El astronauta musulmán/a lunar debe esperar 2,2 días más para ver al Sol en su telescopio. Después de esos 2,2 días, el astronauta musulmán/a terrestre ve que la Luna vuelve a la fase de "Luna Nueva Visible", completándose el ciclo de las fases lunares. Ambos astronautas se sincronizan debido a la influencia de la Tierra sobre su satélite, la Luna, y podrán comenzar el mes de ayuno simultáneamente.
5. ¿Por qué el Ramadán va cambiando de estaciones? Porque el giro o rotación de la Luna sobre sí misma número 9 y la fase lunar número 9 (o alineación Tierra-Luna Nueva-Sol número 9) no coinciden al mismo tiempo, ya que la primera se cumple antes que la segunda. Esto provoca que la misma fase no se produzca en el mismo lugar o punto alrededor del Sol, ya que mientras se produce la fase 9, la rotación número nueve ya ha comenzado la décima vuelta o rotación. En concreto, la rotación número 9, de las 13 que da la Luna alrededor de sí misma en un año solar, orbitando el Sol, sí se produce en el mismo punto del espacio: en la misma estación, el otoño, y en concreto sería todos los 27 de septiembre, de momento (porque una vuelta de la Luna son 27 días terrestres, 1/27). Sin embargo, la alineación Tierra-Luna Nueva-Sol número 9 o fase 9 (correspondiente al Ramadán) se retrasa para el observador en la Tierra entre 10 y 12 días. Esto provoca que el ciclo lunar complete su recorrido por todas las estaciones tras 33 años solares, momento en el cual la rotación número 9 y la fase número 9 vuelven a coincidir en el mismo punto del viaje de la Tierra y su satélite alrededor del Sol, elegido sobre la línea imaginaria alrededor del Sol, la eclíptica.
¡¡Retos superados!!
¡¡ Feliz Ramadán!!