Resulta fascinante comprobar cómo, a veces, los sentimientos pueden salir a borbotones de un sangrante corazón destrozado de par en par para terminar plasmándose en un bloc de notas, o en un pentagrama. Así nació la canción “Mistral Gagnant”, un tema compuesto por un padre que quería explicarle a su Hija cómo había sido su niñez, contando y cantando, entre acordes y rimas, las chuches de “aquellos tiempos”. Meciéndola con una melodía sublime, le insistía en que había que amar la vida, aunque el tiempo era un asesino y se llevaba con él la risa de las niñas. Proféticamente demoledor. Lo que en principio sólo pretendía ser un entretenimiento para una niña de corta edad se transformó, por votación popular, en la mejor canción francófona de todos los tiempos.
El gran Renaud es su autor. 25 álbumes, más de veinte millones de copias vendidas y la participación en importantes películas, como “Germinal” de Claude Berri (recreando magistralmente la novela homónima de Émile Zola) son la tarjeta de presentación de un cantautor roquero, provocador, ecologista, antifascista, defensor de los Derechos Humanos y notorio luchador contra el antisemitismo.
El que siempre ha tenido a Georges Brassens como icono referencial, empezó a escribir sus primeras novelas con doce años. Con quince años empezó su militancia política con el biólogo y filósofo Jean Rostand en el MCAA (Movimiento Contra el Armamento Atómico).
Dos años más tarde, en 1968, vivió con su hermano tres semanas en el seno de una Sorbona ocupada por estudiantes y trabajadoras que soñaron un mundo en rojo y negro. En 1974 inició su entrada en el escenario. En la calle del Temple (aquí todo es símbolo, está claro), situada en pleno barrio mítico del Marais, Renaud cantaba para el público que esperaba en las puertas del Café de la Gare, donde Coluche actuaba como artista principal. Al escucharlo, el productor del propio Coluche decidió contratarlo para la primera parte del espectáculo.
Fue su momento cero. Renaud fue acumulando éxitos, pero no todo era espectáculo. Su posicionamiento frente a la extrema derecha siempre ha sido inequívoco y su canción rebelde escocía en lo más hondo, hasta tal punto que su canción “Hexágono”, donde desdibujaba una Francia reaccionaria, llegó a prohibirse en las radios durante la visita del Papa.
Otro símbolo. Al mismo tiempo, los temas poéticos, como el antes aludido “Mistral Gagnant” o el “Morriña de ti”, se alternaban con los vitriólicos textos de “La medalla” o “Cuándo vamos dónde” en los que criticaba ácidamente el militarismo y la educación como una máquina de fabricar números obedientes y no fomentar el pensamiento crítico.
La gran psicóloga colombiana Claudia Cuero afirma que “el tributo que debe pagar un genio para crear lo más hermoso es, invariablemente, caer en esos íntimos infiernos donde el sufrimiento es constante”. La reflexión de la especialista del departamento de Antioquia se aplica perfectamente a Renaud. El alcohol lo ha destrozado tantas veces como los desengaños surgidos por confiar en la palabra de las políticas.
Pero, de cada jirón de alma arrancada en la batalla, emergía un tema musical de los que hacen época. Una de esas canciones, surgidas del asco por las mentiras de la clase política, fue “Fatigué” (‘cansado’), donde vomita, con música y ritmo, todas sus frustraciones sobre una sociedad que no parece querer reaccionar frente a la avalancha de intolerancia que nos corroe. Y en esas estamos. En este H2SO4 también tenemos motivos más que sobrados para estar extremadamente cansadas.
-Cansadas de que la pena de muerte siga siendo una opción válida para muchísimas masas neuronales, o como se le llame a eso. -Cansadas de que siempre nos conformemos con el ruido, mientras que las de siempre se quedan con las nueces. -Cansadas de que las puertas giratorias de las políticas (no todas, reiteramos) impidan que se les dé, de verdad, la vuelta a las tortillas. -Cansadas de que, en caso de duda, optemos por la facilidad que ofrecen las tinieblas en lugar de trabajar por la Luz.
-Cansadas de que la sanidad y la educación vayan camino de ser un lujo inalcanzable. -Cansadas de comprobar cómo la cultura del tetrabrik se suministra gratis en los bazares del pensamiento único. -Cansadas de que en nuestras mentes acomodemos vergonzosamente a la extrema derecha como una opción razonable, justo cuando se cumplen 80 años de la sangrienta “noche de los cristales rotos”.
-Cansadas de que las muertas de hambre molesten a nuestras conciencias, en lugar de despertarnos indignación y humanidad a parte iguales. -Cansadas de que las cazas de brujas sigan estando vigentes. -Cansadas de que ser mujer siga siendo un agravante a la hora de trabajar, de ser, de estar, de disfrutar y de vivir. -Cansadas de que, en pleno siglo XXI, los dogmas y las religiones sigan valorándose infinitamente más que la razón. -Cansadas de que, con total impunidad, las crisis hagan más ricas a las poderosas y más pobres a las demás.
-Cansadas de que agachar la cabeza y la mirada continúe siendo tendencia. -Cansadas de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos sea papel mojado, en el mejor de los casos. -Cansadas de que la demagogia política pese más que la voluntad de cambiar el rumbo.
-Cansadas de que ya no nos conmueva ni el llanto de una niña. -Cansadas de que la utopía esté tan denostada y el practicismo suicida tan en boga. -Cansadas de que la razón de la fuerza siga imponiéndose a la fuerza de la razón. -Cansadas de que la corrupción sea normalmente aceptada (incluso envidiada) y la honestidad se considere una imbecilidad.
-Cansadas de que la argumentación de brocha gorda valga cada vez más que la inteligencia. -Cansadas de que la madre naturaleza sea considerada de nadie y no de todas, favoreciendo el suicidario expolio de los recursos. -Cansadas de que el feminismo sea visto como cualquier cosa menos como un movimiento que pide que las mujeres sean consideradas seres humanos. -Cansadas de que el populismo cuaje cada vez más en las ciudadanas de buena voluntad.
-Cansadas de que el derecho de sangre de las que se creen alguien por haber nacido en el lugar de las elegidas valga más que el derecho a comer. -Cansadas de que los llamados intereses políticos sean directamente proporcionales al desinterés que tenemos en la política. Como siempre, usted sabrá lo que más conviene. Pero, si se siente exhausta por soportar tanta basura es que quizás ha llegado el momento de pensar que debemos afirmarnos como unidades pensantes, y no como una masa consumista, amorfa y manipulable. Parafraseando a Camus, deberíamos creer que en los avernos de la extenuación hemos aprendido que en nosotras existe un aliento invencible. Su Libertad depende de ello… la nuestra, también. Nada más que añadir, Señoría.
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