Oenegés de peso como Cáritas han alertado de la avalancha de inmigrantes subsaharianos que está acudiendo a su sede en Rabat para pedir ayuda de todo tipo: alimentos, medicamentos, atención social...
Son los hombres, mujeres y en algunos casos menores que han sido rechazados de las cercanías de las fronteras de Ceuta y de Melilla. Antes Marruecos los llevaba hasta el desierto y los abandonaba. Ahora, hay cambios de cara a la galería, y en vez de proceder a actuaciones que producían tiranteces con Europa, lo que hacen es simplemente alejarlos de las zonas fronterizas para llevarlos a la capital y dejarlos, igualmente, abandonados. El impacto mediático prácticamente es inexistente porque nadie crítica estas prácticas, de tal manera que Europa no efectuara ninguna denuncia pública al respecto que es, en el fondo, lo que le interesa a los vecinos.
En esencia las actuaciones siguen siendo las mismas. Hay batidas y expulsiones, pero los efectos llegan a estas ciudades cuyas oenegés se las ven y se las desean para atender a tanto necesitado. Evidentemente seguimos cayendo en el mismo error de colocar parches a la inmigración, generando situaciones que no ayudan. Solo se actúa a golpe de impacto, y tras el 6-F son demasiados los movimientos de ficha erráticos que se están produciendo.
Las fuerzas de seguridad están afectadas en Ceuta. Aseveración que será desmentida tajantemente por las autoridades políticas y la cúpula del Cuerpo, pero lo cierto es que los agentes caminan en una especie de desconcierto que únicamente se salva gracias a que no tienen lugar las anunciadas avalanchas. No se sabe ni qué hacer ni cómo actuar. Y la única salida que se les ofrece es una acción cuerpo a cuerpo con el inmigrante que es igual de temeraria que el lanzamiento de pelotas de goma al mar, aunque sobre lo primero nadie se pronuncie porque no ha causado muertos.
La labor de rechazo que está llevando a cabo Marruecos está sirviendo para aliviar unas fronteras en las que la falta de decisión es clamorosa. Hay una ausencia evidente de protocolos, de acciones claras, de decisiones con peso, que se están bloqueando porque se permite que el vecino lleve a cabo una actuación que no le ocasiona malos titulares en prensa pero sí sigue dando pie a las mismas problemáticas. Cáritas de Rabat ha tenido que cerrar sus puertas al no poder atender a tanto inmigrante. Siendo esto grave, nadie se ha llevado las manos a la cabeza ni ninguna comisaria europea ha emitido en su cuenta de Twitter algún comentario al respecto.
Las consecuencias las veremos más pronto que tarde. Y lo más seguro es que sigamos sin estar preparados.