La Oficina de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, en colaboración con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización Internacional para las migraciones, la Confederación sindical Internacional y otras organizaciones internacionales relacionadas con la Salud mundial, publicó en 2016 un importante documento titulado “Cambio Climático y trabajo: impactos del calor en el lugar de trabajo”, que pretendía llamar la atención sobre los riesgos a los que se exponen muchos trabajadores a consecuencia del calentamiento global.
Lo que nos dice este documento es que el aumento del calor en el lugar de trabajo implica efectos muy perjudiciales para los países menos desarrollados, las economías emergentes y los trabajadores del sector industrial y de servicios que prestan sus servicios en condiciones de clima no controlado eficazmente. Las consecuencias van a implicar efectos para la mayoría de los objetivos de desarrollo sostenible, como la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, la salud, la educación, la igualdad de género, la desigualdad de ingresos, el empleo y el crecimiento económico.
Es evidente, y así se recoge en el informe, que cuando se trabaja con altas temperaturas, las personas lo hacen de forma menos eficaz, pues disminuye la capacidad para el esfuerzo físico y para desarrollar algunas actividades mentales. Asimismo, las altas temperaturas incrementan la probabilidad de accidentes y exponen a las personas a riesgos importantes de salud, como los golpes de calor, la deshidratación severa y el agotamiento. Y aunque algunos gobiernos y organismos internacionales han puesto en marcha normas sobre condiciones térmicas en los lugares de trabajo, el calentamiento adicional causado por el cambio climático ya ha alterado estas condiciones térmicas, suponiendo estas un reto para cualquier trabajador que ejerza su actividad al aire libre o con unas condiciones de mala regulación en el interior de sus fábricas.
Pero también, el calor en el lugar de trabajo afecta a la productividad. En un estudio epidemiológico realizado en 2013 por Sahu y otros investigadores, se indicaba que cuando el calor por hora se aumenta de 26º a 31º la pérdida de productividad es de un tercio de esa hora. De hecho, Hay una norma internacional ISO que recomienda que se tomen periodos de descanso de forma regular cuando el calor esté por encima de estos 26 grados centígrados. Y aunque algunos consideren la pérdida de productividad como un “efecto no sanitario”, que no se ha de incluir en el análisis de impacto en la salud, sin embargo, los esfuerzos por conseguir un trabajo decente, han de incluir, tanto la protección de la salud, como la protección de los ingresos justos.
Las regiones más cálidas del mundo -trópicos y subtrópicos- son las más afectadas a consecuencia del calor preexistente y debido a las altas concentraciones de sectores expuestos (agricultura y manufactura). Se calcula que más de mil millones de trabajadores tienen docenas de días extremadamente calurosas en un año a consecuencia del cambio climático solamente. La paradoja es que la mayoría de políticas nacionales sobre el cambio climático y el empleo, no abordan el impacto del mismo en la salud y la productividad. Esto implica que se requiere una urgente investigación y un análisis más detallado de esta cuestión.
Aunque no hay programas concretos en las organizaciones internacionales más relevantes para abordar los grandes retos del aumento del calor en el lugar de trabajo, sin embargo, la OIT, en 2015 sí aprobó unas directrices para una transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles para todos, que recomiendan que las empresas y comunidades se adapten al cambio climático para evitar la pérdida de activos y medios de subsistencia y la migración involuntaria.
Lo que concretamente se pide a los interlocutores sociales es que realicen evaluaciones de los riesgos crecientes o nuevos de la Seguridad y Salud ocupacional, mejoren y adapten dichas normas y revisen las políticas relativas a la protección de los trabajadores.
En definitiva, se trata de una llamada de atención urgente a todos los interlocutores sociales, incluidos los gobiernos, para que se fomente el estudio y la investigación del impacto que está causando el cambio climático en la salud y productividad de los trabajadores, para así contribuir a que se mejoren y desarrollen nuevas normas que protejan de manera más eficaz a todos los trabajadores.