Sumergido en un mundo de fantasías Jacinto salió a la calle buscando algo que se hubiera perdido en el pasado y con las artes, astucias y sapiencia de nuestro personaje, dar vida nueva a esa herramienta que nos pudiera ayudar en nuestro futuro incierto.
Pero por mucho que escudriñaba cada rincón de su espacio vital, no vio nada que pudiera darle indicios de que podría ser aquello que tanto le gustaría encontrar.
Pero un día observó a una chavala que no pudo resistirse en ir a preguntarle sobre una tontería, que luego fue el conductor de una relación tan bella que muchos tuvieron mil envidias de ellos.
Y fue cuando comprendió una cosa tan sencilla, y arraigada entre los seres humanos, que nuestra principal misión en este mundo es explorar y buscar las contestaciones a nuestras preguntas más triviales.
Y ese era el objeto que estaba buscando realmente.
No consistía en una lampara maravillosa, ni un escrito donde estuvieran pragmados las esencias de nuestra vida cotidiana, sino un instante, un momento donde converjan seres de la misma inquietud, mismas ideas y que con la consigna de llevarse bien puedan encontrar, algún día algo que les hubiera merecido la pena de buscar juntos.
Y eso es difícil de conseguilo, sólo y también acompañado, luego es buscar una aguja en un pajar.
Pero para ello estamos aquí. Y debemos de aprovechar el tiempo, que nunca te lo devolverán, por muy inquieto y protestón que seamos.