Y siguen montando bronca. Los impresentables de la política empiezan el espectáculo, lo hacen sin vergüenza porque no la tienen. Se aprovechan de la sanidad para saltar al campo de juego a luchar por ver quién emplea las técnicas más guarras.
En mitad de todo ello queda la salud, la de todos nosotros. La nuestra, no la de ellos. Porque estos de las siglas de uno y otro bando cuando se ponen malitos no suelen acudir a la pública y, si lo hacen, les dan un trato diferente. Son así.
Lo negarán de cara a la galería, pero como mentirse a uno mismo además de insano es una absoluta gilipollez carente de sentido, en su intimidad saben que estoy en lo cierto. Disfrazan de seguridad lo que es recibir un trato de favor, disfrazan de protocolo lo que no es más que prostituir los recursos existentes.
Y así, cuando los mandamases se han puesto malitos los han atendido en una sanidad pública como si estuvieran en la privada, disfrutando de los privilegios que otros no tienen.
PP y PSOE se enfrentan por la sanidad. La política constructiva hace tiempo que desapareció. Ahora los llamados a ser nuestros representantes se dedican únicamente a alimentar la bronca. Ni unos ni otros pueden dar ejemplo de buenos gestores, de haberlo sido hoy no tendríamos esta situación extrema traducida en quejas, descontentos y protestas de los usuarios.
Pero ellos, lejos de mejorar se dedican a enfrentarse, a pelear como niños chicos descontrolados que gustan del berrinche antes que del aprendizaje. El resultado no puede ser peor y es el que tenemos. Una sociedad quejosa, malestar transformado en ira, sanitarios cansados, quemados y superados... Y todo esto provocado por quienes ahora gobiernan o están en la oposición porque no son capaces más que de estilar reproches, insultos y críticas que no van a arreglar una situación tan extrema como peligrosa porque repercute en la salud.
Una vergüenza, ayer rabiando de dolor y después de varios días sin dormir fui al hospital me tienen que operar y poner prótesis en las rodillas, ya no puedo soportar el dolor que tengo y en urgencia después de ver como la sala de espera se llenaba y variaba varias veces y a mi no me llamaban fui a recepción a reclamar y responsabilizarán al medico que llamaba según su criterio un criterio inhumano porque el no podía saber como me encontraba, desesperado me fui a mi casa con la sensación de discriminación y de que el que mi iba a ver es una mala persona, un médico sin empata con el dolor ajeno y asqueado de tener gente así en un hospital que es de todos, o de casi todos, yo no estoy en esa lista de privilegiados.