Este sábado se estrenará en el Teatro Auditorio del Revellín de Ceuta la obra ‘Viejos Tiempos’, un texto de Harold Pinter bajo la dirección de Beatriz Argüello.
Sobre el escenario estarán Ernesto Alterio, Marta Belenguer y Mélida Molina para dar vida a los personajes de esta historia.
Sobre ella hemos hablado con Beatriz Argüello, la directora de ‘Viejos Tiempos’, quien nos ha dado algunas pinceladas de lo que nos encontraremos este sábado a las 19.30 horas en el Revellín.
- ¿Qué le llevó a ponerse al frente de esta obra?
- Cuando empecé a buscar un proyecto para dirigir y presentarlo al Teatro de la Abadía, me topé con Harold Pinter. De Harold Pinter yo conocía algunas obras como Traición o En Tierra de Nadie, pero no había leído Viejos Tiempos. Al principio, cuando la leí por primera vez, me pareció un texto muy complejo y como que lo abandoné.
Lo leí del tirón, me interesó muchísimo, pero me pareció demasiado complejo. Poco a poco, a lo largo de los días, fueron viniendo a mí algunas escenas, me acordaba de ellas, imágenes y ya lo empecé a releer y a volver a leer y poco a poco lo que más me entusiasmó de este texto es el misterio que encierra, el enigma que luego ya investigando mucho sobre Harold Pinter, me di cuenta de que él trabaja mucho con este tema, sobre todo en los años 70, que es cuando empieza a escribir el teatro denominado el ‘Teatro de la Memoria’.
- ¿Cómo definiría la trama de Viejos Tiempos?
- Viejos Tiempos es un matrimonio que vive a las afueras de Inglaterra, en la costa, en un sitio bastante aislado y recibe la visita de la mejor amiga de ella, o sea, esa mujer que de jóvenes vivieron juntas un pasado en común, vivieron en un piso de estudiantes, de trabajadoras, cuando empezaron a trabajar en Londres.
Y entonces, a partir de ahí, se desencadenan unas situaciones de recuerdos. Cada uno expone lo que recuerda de aquella juventud y nos vamos dando cuenta de que esos recuerdos no concuerdan unos con otros.
De pronto se descubre que él conocía a la amiga también, ellas dos dan a entender que tuvieron una relación probablemente amorosa…Entonces bueno, es como que cada uno defiende sus recuerdos atacando al otro. Este texto está lleno de humor y de violencia.

- Una vez que ya se puso manos a la obra a preparar este texto, ¿cuáles han sido los principales retos para llevarlo a escena?
- Yo creo que es analizar bien el texto, entregarse al misterio que propone el texto y el público también debe entregarse a ese misterio porque Harold Pinter es un autor que no cierra las tramas, no es un autor donde todo lo entiendas, estás siempre esperando esa resolución final y cuando llega el final lo deja más abierto todavía.
Entonces, a la hora de poner en escena ese enfrentamiento de esos tres personajes, me interesaba mucho romper la línea de lo temporal. Quiero decir, por ejemplo, vais a encontrar en la escenografía elementos que pertenecen a esa casa de campo donde vive el matrimonio tranquilamente, hay como un mueble bar, unas butacas de cine, un sofá que luego son como camitas y todos esos elementos aparecen en los recuerdos. Ellos dos se conocen en unas butacas de cine, el marido y la amiga se conocieron en un bar….Me gustaba mucho jugar con elementos del pasado traídos al presente y me inspiré mucho en un pintor que se llama Hopper, que refleja mucho también todo el mundo de la soledad del individuo.
Hay un personaje, el personaje más misterioso de los tres es el personaje de la mujer, de Kate, que está mucho tiempo en silencio observando la pelea. Parece que el marido y la amiga se pelean por ver a quién le quiso más, de ellos dos, y hay un gran ventanal que siempre mira afuera y fuera sólo hay oscuridad.
Eso es como una metáfora de ese pasado entre nieblas que nada es lo que es sino lo que uno recuerda. Los recuerdos son tan subjetivos que dos personas ante un mismo acontecimiento cada uno recuerda una cosa distinta y estaban en el mismo lugar en el mismo tiempo y con esos meandros juega mucho Harold Pinter.

- Sobre los actores que dan vida a estos tres personajes, ¿cómo fue el proceso de elegirlos para dar vida a estos personajes?
- Ha sido un auténtico placer porque fueron mis primeras opciones y pudieron los tres, o sea que imagínate tener a Ernesto Alterio haciendo de Deeley, a Marta Belenguer haciendo de Anna y Mélida Molina haciendo Kate.
Son tres grandes actores con una experiencia ya en el teatro y en el audiovisual muy importante, con un nombre en la profesión. Además, son tres magníficos actores que se han entregado al trabajo desde un lugar de honestidad, de búsqueda, de riesgo, porque hacer este tipo de teatro no es fácil, no es fácil para todo el equipo, pero para los actores que lo tienen que defender día a día, esos silencios…Yo he sido muy respetuosa con el mundo rítmico del texto y Harold Pinter pone mucho pausa, silencio, y eso lo he respetado, y claro, para eso necesitaba tres pesos pesados de la interpretación, porque si no, no se sostiene, y los tengo, o sea que feliz.
- Además de directora también es actriz. ¿Qué le llevó a dar el paso y ponerse detrás del telón?
- Ha sido un paso muy natural, la verdad, porque claro, mi carrera se ha forjado como actriz de teatro, sobre todo, pero llegó un momento en que sí he sentido la necesidad de contar las historias desde mi punto de vista, porque cuando eres un actor al final trabajas para el punto de vista, aunque tú des tu punto de vista como creador y como artista, pero no dejas de formar parte de un engranaje, que ese engranaje pertenece a la visión del director o directora.
Entonces bueno, di el salto, y bueno, por ahora fenomenal, porque mira, estrené en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, he estrenado Viejos Tiempos en La Abadía y ahora voy a dirigir a la joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, que empezamos en enero un Calderón de la Barca. O sea que bueno, voy forjándome como directora y me siento, la verdad, es que muy cómoda, no me cuesta, no es algo ajeno.

- Ya para ir finalizando y volviendo a Viejos Tiempos, ¿qué espera que se lleve el público de esta obra y por qué no pueden perderse el estreno aquí el sábado?
- Primero, porque ver una obra de un premio Nobel de literatura, como es Harold Pinter, siempre es un gusto acercarse a un autor de esta envergadura a nivel mundial.
Segundo, porque creo que es una obra muy sugerente, te atrapa, te deja muchas preguntas, muchas incógnitas y lo más fascinante era cuando la estrenamos aquí en Madrid, que la gente se quedaba en el teatro a hablar de la función y cada uno había visto su función, una función distinta, y tenían su teoría sobre cada uno, sobre cada personaje, sobre cuándo se conocieron, cuándo no, quién dice la verdad, quién miente.
Entonces, es una función que genera mucho debate y eso es maravilloso. Que el teatro genere debate, genere puntos de vista diferentes con el otro, y escuchar al otro su otro punto de vista, eso ya merece la pena. Y luego, plásticamente, creo que hemos conseguido un espectáculo muy hermoso, muy hermoso estéticamente, entonces creo que lo van a disfrutar muchísimo, y animo a todos a que vayan al teatro este sábado.






