El Polígono es una de las barriadas más jóvenes Ceuta, apenas llega a las cuatro décadas de historia, por lo que hoy todavía son muchos los vecinos, habitantes o no de este barrio, que recuerdan esos terrenos vírgenes que se extendían hasta Hadú. Un campo rodeado de colinas con alguna que otra chabola con huertecillo. Así se vestía el Polígono antes de los años 80.
Entre esas pocas edificaciones que sobresalían en la zona se encontraba el instituto hispano-marroquí, actual Siete Colinas, que con una piscina en su interior atraía a los jóvenes y no tan jóvenes en los períodos estivales. “Recuerdo que teníamos que cruzar todo el campo para llegar a la piscina que por entonces costaba cinco pesetas”, comenta Carlos Fernández, vecino del Polígono desde hace más de treinta años. No son los únicos recuerdos en blanco y negro, ya que esa gran campiña también tenía otra función para los ceutíes. “Había un gran circuito de motocross, que evidentemente era todo de tierra y se extendía hasta el campo de fútbol, al que venía gente de toda la ciudad tanto a practicarlo como a verlo porque los domingos se celebraban competiciones”.
Al igual que Carlos, muchos de sus actuales habitantes no son oriundos del barrio, aunque sí llegaron algo más jóvenes. Corría julio de 1982 cuando entregaron los primeros bloques de edificios a familias humildes procedentes de diferentes partes de la ciudad. Es el origen y germen del barrio que hoy se conoce y que conforma la primera fase del Polígono, que se extiende desde el colegio Juan Morejón, “donde se encuentra el bloque 1 hasta el bloque 19”, hasta el límite con la comisaría de la Policía Local. Es la zona con más solera, donde viven los vecinos más antiguos e intentan sobrevivir esos negocios de toda la vida.
El barrio creció y evolucionó a un ritmo descomunal y pronto ese campo quedó relegado a las instantáneas del pasado. En él hoy se alza esa segunda fase que se extiende desde el centro Edrissis hasta el estadio de fútbol Alfonso Murube.
Más de dos mil vecinos conviven hoy en un barrio que se erige como un gran centro neurálgico de la ciudad. Su actividad es constante y apenas cesa. “Ha evolucionado y se ha modernizado”, dicen sus vecinos. Sin embargo, esa primera fase todavía conserva el sabor más añejo, el de barrio, y adentrarse por sus calles interiores es como perderse en otro lugar, donde la calma y la paz se dejan entrever. Todos los vecinos se saludan, hacen vida en las tiendas del barrio y se reúnen a diario en esos establecimientos hosteleros que suman los mismos años que el Polígono.
Carlos Fernández: “Siempre había un charco junto al Murube donde íbamos a coger ranas”
Carlos Fernández pertenece a esas familias jóvenes que desembarcaron en los inicios del Polígono. “Desde los 21 años vivo aquí, a mí la primera vivienda me la dieron como futuro matrimonio”, detalla. Comenzó esta etapa en la segunda fase de la barriada, aunque confiesa que después de vivir en las dos se queda con la primera. “Hay diferencia de una a otra. En calidad es mejor. La primera está más organizada, hay más locales, los institutos están más cerca, hay más variedad”. Aunque su infancia no está vinculada a este barrio, él ya se considera “poligonero”. Sin embargo, son variados los recuerdos que tiene de este enclave en su etapa previa a urbanizarse. “Es una zona muy porosa. Esto siempre ha sido una balsa de agua desde que era campo. Junto al campo de fútbol siempre había un charco que era donde íbamos los niños a coger ranas y a jugar”. Además de ser uno de los vecinos más antiguos también frecuenta uno de los establecimientos con más solera del barrio: un estanco que se remonta al nacimiento del propio Polígono.
Juan de Dios Jiménez: “El Polígono ha evolucionado y se ha modernizado”
Juan de Dios Jiménez frecuenta una de esas tiendas de barrio que se esfuerzan por sobrevivir ante los huracanes de las grandes superficies. Sin embargo ‘La Tienda de Petete’ no puede quejarse y en sus cerca de tres décadas apenas ha perdido actividad. Este pequeño establecimiento registra un constante movimiento, tanto de vecinos que se sumergen en tranquilas conversaciones, hasta una caterva de los cientos de jóvenes que estudian por la zona. Jiménez lo atribuye a la constancia y la fidelidad de sus clientes. Este vecino ha visto crecer un barrio del que dice, orgulloso, que “se ha modernizado y ha evolucionado tanto en lo económico como en lo social”.
Una vasta oferta educativa entre la que destacan los dos institutos más antiguos de la ciudad: el ‘Siete Colinas’ y el ‘Abyla’, antiguo hispano-marroquí
Tres colegios y dos institutos abastecen la gran demanda educativa que presenta el barrio y las zonas limítrofes. Dos de ellos son, incluso, más antiguos que el propio Polígono, los institutos Abyla y Siete Colinas, y el resto surgieron con la evolución y crecimiento de la zona. Precisamente el instituto Siete Colinas es el más antiguo de Ceuta, junto con el ‘Abyla’. Ambos nacieron de la mano, pues en 1911 se creó un Patronato Militar de Enseñanza, que fue el origen del sistema educativo en Ceuta. Así, en 1931 nació el primer instituto hispano-marroquí, que se encontraba en la calle Cervantes en un edificio que hoy en día no existe. Tras quedarse pequeño el centro educativo, comenzó la construcción de unas nuevas instalaciones en el Llano de las Damas, donde hoy se encuentra el ‘Siete Colinas’. Allí se inauguraron dos institutos en 1968. En plena época franquista los centros estaban segregados, por lo que había un centro masculino y otro femenino. Fue en 1982, justo cuando nació el barrio, cuando el instituto femenino pasó a llamarse ‘Siete Colinas’ y el masculino ‘Abyla’. Ambos continuaban en el mismo edificio y en 1983 se hicieron mixtos. Alcanzado el año 1986, se construyó un nuevo centro al que fue trasladado el ‘Abyla’. En la misma época en la que nacen estos centros mixtos lo hizo el destinado a la Educación Primaria, el colegio Mare Nostrum. Fue creado en 1987en las instalaciones de las antiguas ‘Anejas del IES Siete Colinas’. Nació con una sola línea, pero con el tiempo y dadas las necesidades se fue ampliando hasta alcanzar las dos en el curso 2006-2007, y llegar a las tres casi diez años más tarde. A lo largo de esta última década el centro ha sufrido grandes reformas y modificaciones, destacando la creación de un edificio destinado exclusivamente para los alumnos de Educación Infantil.
De las hogueras de San Juan a centro comercial
El centro comercial, situado casi en medio del barrio, le ha infundido una gran vida. Negocios hosteleros y comerciales albergan a lo largo del día una gran actividad y trasiego de vecinos, no solo del Polígono sino de toda Ceuta, que es fiel reflejo de la evolución y modernización del barrio. Sin embargo, esta zona apenas cumple los treinta años y muchos de los antiguos y de aquellos niños que ya marcharon recuerdan con nostalgia cómo vivían en esa zona de campo “unas hogueras de San Juan memorables”.
Mesón Alberto, el atractivo gastronómico de la barriada
El mesón-restaurante Alberto es de los establecimientos hosteleros más recientes del polígono pese a situarse en esa añeja primera fase. Acaba de cumplir los 19 años y su evolución ha ido acorde a la de la zona. “Nació como un bar de barriada y nos hemos transformado hasta convertirnos en restaurante”, explica su propietario, Alberto Vilches. Una gran transformación que lo configura como un icono y centro hostelero de referencia en el barrio. Atrae a ciudadanos de toda la ciudad e, incluso, de la península. “Tiene su solera y los visitantes de fuera van buscando este tipo de negocios”, señala. Entre sus recomendaciones: el tartar de atún, el pastel de cabracho “y, por supuesto, la carne, el pescado y los vinos”.
El actual Instituto Siete colinas se inauguró antes de 1968,se llamaba Instituto Nacional de enseñanzas medias (Inem).Yo empecé a estudiar allí antes de venirme a Granada,donde resido.
Y nadie dice del barrio que está lleno de cacas de perros?y no una ni dos, lleno literalmente. En ese polígono hay mucho guarro la pena es que la mayoría de los vecinos no lo serán y deberían denunciar a los que si lo son, porque vivir así es asqueroso y en verano el olor echa para atrás cuando te metes entre los edificios.