El Ballet de Moscú vuelve a Ceuta en su gira de invierno para presentar una vez más un gran clásico de la danza: El Cascanueces. La visita del Ballet de Moscú y la representación del Cascanueces, el ballet más representado por estas fechas en teatros de todo el mundo, se ha convertido ya en todo un clásico.
Desde hace treinta años el Ballet de Moscú ha tenido el empeño de hacer llegar la danza clásica a todos los rincones de España, y hacerla lo más accesible posible. No hay nada que nos alegre más a la compañía que cuando alguien acude por primera vez a un espectáculo de danza y dice que va a repetir.
El Cascanueces cuenta con la música insuperable del compositor más admirado de música para ballets: el gran Tchaikovsky. Es una obra llena de fantasía; los protagonistas Clara y el Cascanueces nos transportan a un cuento fantástico lleno de aventuras y nos deleitan con danzas sublimes gracias a la coreografía original de Marius Petipá y Lev Ivanov.
La combinación de calidad, compromiso, y pasión con y por el mundo del Ballet hace que los artistas del Ballet de Moscú cautiven al público, exhibiendo una gran emotividad y la técnica más depurada de la escuela rusa.
En palabras de su director y fundador, Timur Fayziev “La vida de un bailarín exige un compromiso total. Los ensayos son diarios y muchas horas, se tiene que llevar una vida espartana, dedicada a mejorar la técnica, controlando las horas de sueño y de descanso y, naturalmente, cuidar mucho la alimentación. Pero cuando se está enamorado de la danza todo esto no supone un sacrificio, más bien al contrario. La compañía se convierte en tu familia, pasas todo el tiempo con ellos, y la profesión es tan absorbente que te deja poco o ningún espacio para otras cosas”.
En el año 2003 recibe de su país el diploma honorífico por el esfuerzo realizado por toda la compañía al llegar a las mil representaciones. Ser una de las compañías más importantes del país es para el Ballet de Moscú el mejor sello de garantía y excelencia que durante más de 30 años y más de 2.500 representaciones, ha exportado por medio mundo.
El bailarín y coreógrafo ruso Timur Fayziev fundó la compañía del Ballet de Moscú en 1989, formado por algunos de los más destacados bailarines y coreógrafos de los ballets rusos como el Bolshoi o el Stanislavsky. El Ballet de Moscú fue elegido por el genial Rudolf Nureyev el1991 para su última gira por Europa. Hoy en día es una de las compañías más importantes y más internacionales de su país, habiendo hecho más de 60 giras en todo el mundo: Japón, China, Taiwán, Italia, Suiza, Inglaterra, España, etc.
El Ballet de Moscú cuenta con un repertorio extenso donde destacan títulos como ‘El Lago de los Cisnes’, ‘El Cascanueces’, ‘La Bella Durmiente’, ‘El Sueño de una Noche de Verano’ y sus últimas producciones: ‘Carmen’, ‘Don Quijote’ y ‘Romeo y Julieta’.
La Compañía trae en esta ocasión un gran número de bailarines jóvenes, promesas de la danza rusa, encabezados por los grandes Olena Antsupova y Aleksandr Petrichenko. Tal como apunta Fayziev “buscamos artistas completos, con una técnica excelente y con capacidad para meterse dentro del personaje y conmover al espectador. La técnica por sí sola no sirve”.
El Cascanueces se podrá ver en el Auditorio Teatro Revellín el 8 de diciembre a las 19h. Las entradas ya están disponibles en wwww.factoriacultural.com, además, con la intención de continuar acercando la danza al mayor número de público posible, también se ofrece un precio reducido especial de 25€ para grupos.
Comenzó su andadura profesional en 1965 en la prestigiosa Academia Estatal de Coreografía de Moscú. Tan pronto como tomó contacto con la disciplina, Timur quedó embrujado por la magia del ballet y su mundo. Desde muy joven, gracias a su talento y dedicación al ballet, ya obtuvo la recompensa de poder bailar en el Teatro Bolshoi de Moscú. Más tarde, continuó sus estudios en el Teatro Stanislavsky donde estuvo trabajando profesionalmente durante 21 años. A partir de 1971 destaca como primer solista en obras como “Esmeralda”, “La Cenicienta” o “Coppelia”, y así lo recogieron las críticas de esos años en todo Moscú. Su gran inquietud y desafío era plasmar sobre los gestos del baile el método estudiado, el método de interpretación Stanislavsky. Rechazaba la idea de un teatro pomposo y de un apoyo excesivo del personaje en el vestuario o las escenografías, e incluso de los movimientos perfectos pero fríos del bailarín. Para Timur, esos movimientos perfectos debían estar apoyados desde el interior sobre unos sólidos sentimientos, de esa forma se puede sentir ese laberinto de sensaciones que se producen en escena, donde todo fluye por arte de magia. Donde se logra transmitir los sentimientos al público. A finales de los 80, funda su propia academia de baile para dar continuidad a esa búsqueda incansable de la magia del ballet. Más tarde, en 1989, para dar salida y proyección a sus bailarines, crea su propia compañía. Todos los espectáculos de su compañía llevan su sello, todos se construyen a partir de las leyes de la escena dramática, investigando la psicología de cada uno de los personajes y educando a los bailarines como actores que interiorizan cada momento del espectáculo. Cualidades como el temperamento dramático, la virtuosa técnica y el dibujo del personaje conforman los rasgos distintivos de los artistas de esta compañía.
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