Hasta tres autocares llenos de
jóvenes y menores marroquíes fueron trasladados a lo largo de este sábado desde Bab Sebta. Son los llamados candidatos a la
inmigración, los eslabones rotos de una generación que busca en Ceuta su salvavidas. “Vayas al barrio que vayas, todos te dirán que quieren cruzar aquí”, explica un
vecino de la ciudad a este periódico. Los intentos son diarios y constantes, se dan día tras día, sin descanso.
La presión de las motos de agua que se acercan a la orilla en busca de menores o jóvenes que cargar en sus vehículos es ya una imagen habitual. Ni siquiera las fuerzas de seguridad marroquíes pueden hacer algo por impedirlo. Es tal el efecto llamada que ni los recursos dispuestos son suficientes. De hecho, se ha podido conocer que en una sola jornada
Marruecos llenó hasta tres autocares con personas interceptadas en su intento por pasar a Ceuta. Autocares llenos de quienes pretendían bordear el espigón o esperar el acercamiento de una de esas motos de agua. Es el negocio de los delincuentes este verano: cargar y llevar a estas personas al otro lado. Las tarifas pueden suponer un cobro de hasta 3.000 euros. Este verano no paran. No hay jornada en la que cometan esta práctica delictiva. Las víctimas son las que siempre se quedan en el camino: o bien porque son interceptadas o bien porque sufren un percance en el mar que puede llegar a costarles la vida. Desde España se reconoce la cooperación en el mar que presta Marruecos, pero también es evidente el poder de algunas organizaciones que son capaces de organizar pases desde puertos que deberían estar custodiados y que presentan quiebras claras de seguridad. La atracción por el cruce viene motivada por la falsa idea promovida de que cruzar a Ceuta supondrá la obtención de papeles.