Un año de la "catástrofe" de mayo, cuando Ceuta evitó "lo peor"

El Salón de actos de la Federación de Fútbol en El Morro ha acogido este martes por la tarde un coloquio sobre el primer aniversario de la crisis migratoria, fronteriza y diplomática de Ceuta de mayo de 2021 organizado por la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) que ha reunido a voces de la Administración General del Estado y la local, las Fuerzas de Seguridad, el Tercer Sector y la ciudadanía. Jesús Lopera, Víctor Ríos, Germinal Castillo, Nabila Ali, Isabel Valriberas, Sabah Mohamed, Ramón Caudevilla, Juan Fernández y Omar Mohamed han coincidido en valorar la “coordinación” de todos los agentes que se involucraron en atender la “catástrofe”, así como el “talante” de la sociedad caballa para digerirla y conseguir que no pasara nada de lo que peor que se temía.

El director provincial del Ingesa, Jesús Lopera, ha recordado el 17 de mayo de 2021 como una jornada de “alta tensión”, “miedo” y “elevada incertidumbre” por lo “inesperado” de la crisis y el ingente volumen de población recibida. “Fue una situación catastrófica, pero todas las instituciones que intervinimos nos coordinamos para minimizar su repercusión en el ámbito sanitario”, se ha congratulado el alto cargo, que ha enfatizado que “sin el esfuerzo de todos aquello hubiera sido muchísimo peor”.

“Reforzamos Atención Especializada y Urgencias aunque no hubo un número demasiado alto de lesionados, se duplicó el 061 y las 20 ambulancias del Ingesa se pusieron a disposición de lo que pudiera venir, que no vino”, se ha felicitado.

Para el director provincial de Emergencias de la Ciudad, Víctor Ríos, sus vivencias (“imborrables” las de los niños de hasta 4 y 5 años solos) fueron “muy peculiares”, ya que contrajo matrimonio apenas 48 horas (con tres de retraso) después del inicio de la crisis. “Las primeras llamadas que entraron avisando de las entradas por Benzú y el Tarajal llegaron el domingo por la noche y hablaban de grupos de 50 personas, lo que nos alertó bastante”, que ha coincidido en tildar de potencial “catástrofe” lo que podría haber sucedido.

“El peor momento fue la tardenoche del lunes, con una multitud de personas desde Martínez Catena hasta el Hacho sin rumbo”, ha reconstruido Ríos. Entonces se barajó habilitar el ‘Benoliel’ como alojamiento de emergencia, algo que se descartó. Se recurrió a dos naves del Tarajal con los menores como prioridad y después también para los adultos acogidos en los casi 600 asentamientos que se han desmantelado desde entonces. “Evitamos incendios forestales e incidentes sociales, algo de lo que deberíamos estar orgullosos”, ha recapitulado.

Germinal Castillo, de Cruz Roja Ceuta, ha repasado los indicios que apuntaban a que “algo gordo estaba sucediendo”, como la familia que cruzó a tres menores en una barca hinchable precaria rodeando el espigón de Benzú. El representante de la institución humanitaria ha elogiado el trabajo de la Guardia Civil y los profesionales sanitarios, así como la respuesta del voluntariado. “Fue la mayor crisis humanitaria a la que hemos tenido que hacer frente”, ha añadido antes de resumir con “muchas gracias” todo lo que se hizo aquellos días, de los que cree que quedará como “icónica” la imagen de su compañera Luna abrazando a un joven de origen subsahariano, gesto por el que fue “vilipendiada”.

También conserva sobre su escritorio un reloj parado a las 11.20 horas, el que posiblemente portaba una persona a la que también se le detuvo la vida entre cientos que nadaban o corrían hacia Ceuta.

El jefe de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional, Ramón Caudevilla, se ha referido a lo acontecido en el Tarajal, especialmente con los menores, como “una trinchera”. “Fueron momentos difíciles porque un año después se dice fácil, pero había que gestionar todo: imaginaos a 500 niños en 300 metros cuadrados sin letrinas”, ha ejemplificado el inspector jefe, que ha valorado a los militares y empresarios que arrimaron el hombro. “La Historia dirá lo duro que pasó lo que se vivió: fue muy duro, pero salió bien”, se ha felicitado.

Nabila Ali, que entonces trabajaba con Cruz Roja y ahora en Fundación SAMU, ha abundado en el “drama” de los niños migrantes solos y de su cara femenina. “Muchos regresaron, pero otros muchos se quedaron, cada uno con su historia… Es difícil explicarlo, había que estar allí”, ha reseñado sobre un contexto que todavía complicaba más la existencia de “bandas” que pretendían llevarlos irregularmente a la península.

La trabajadora ha citado la labor de la Fiscalía, del equipo técnico del Área de Menores, del Ministerio de Educación… “Estas personas no vinieron por gusto porque nadie abandona a su familia y su país”, ah advertido Ali, que también ha resaltado que el trabajo “continúa” con los alrededor de 300 menores no acompañados que tutela actualmente la Ciudad.

Desde el Colegio de Abogados su decana, Isabel Valriberas, ha hablado de días “duros” que “nos desbordaron a todos”. La letrada se ha referido tanto al fenómeno posterior de la avalancha de solicitudes de asilo por parte de ciudadanos adultos marroquíes como al esfuerzo que requirió atender las peticiones de protección internacional por parte de menores. “El Turno de Oficio hizo una gran labor y la población de Ceuta demostró un talante muy diferente al de otros sitios”, ha valorado. “Del primer día recuerdo las imágenes de felicidad de las caras de los que llegaban, que fueron cambiando por frustración y tristeza”, ha señalado.

La empresaria y activista Sabah Mohamed, que abrió las puertas de su casa para acoger y dar atenciones básicas a recién llegados, sintió “miedo” primero y conmoción después, quedó marcada por las lágrimas de los menores que “no querían volver” a Marruecos, al contrario de Ali, que recuerda a niños inquietos por no saber cuándo podrían retornar. “El primer día dimos mantas, ropas y calzado, pero el martes seguía entrando gente, empezamos a cocinar y a recibir la solidaridad de todos los ceutíes”, rememora lo vivido junto a la antigua prisión durante alrededor de un mes atendiendo todas necesidades a su alcance.

Omar Mohamed, delegado de la AUGC en Ceuta, y Juan Fernández, secretario general de la asociación profesional a nivel nacional, han aportado el punto de vista de la Benemérita. El primero, sobre el terreno, recuerda que “llegó un momento en el que nuestra misión teórica, evitar entradas irregulares, pasó a un segundo plano y primó el trabajo humanitario, evitar desgracias por todos los medios ante cientos o miles de personas a la vez en el agua y en tierra. “Dentro del desorden el trabajo fue impecable, incluido el Ejército con sus competencias y limitaciones”, ha opinado.

Fernández, que siguió la crisis desde el otro lado del Estrecho y se quedó con la “impotencia” de no haber podido echar una mano directamente, cree que este tipo de trances son “exámenes al Estado de Derecho, la ciudadanía, las asociaciones, etcétera”. “Tenemos muy interiorizado el artículo 104 de la Constitución y eso es lo que nos mueve, pero desde el otro lado empezamos a estar en contacto con nuestros representantes aquí”, ha señalado el guardia, que cree que “en esos momentos se demuestra lo que es ser un servidor público”. “Deseamos que haya servido para aprender y que nunca jamás se vuelva a repetir una tragedia como la que vivimos hace un año en Ceuta”, ha terminado.

El líder de la oposición en la Asamblea, el socialista Juan Gutiérrez, ha intervenido en el turno de palabra de las personas asistentes como público para poner en valor tanto la actitud de toda la Asamblea salvo Vox “apoyando al Gobierno local y al de la Nación” como la respuesta política y diplomática de este último con sus capacidades como poder ejecutivo del Estado.