Hubo un tiempo en el que montar una asociación era sinónimo de tener un objetivo por el que luchar, elegir a las personas que estaban implicadas en el proyecto y pelear por sacarlo adelante.
Después si se contaba con ayudas las metas eran más fáciles de conseguir pero el lema, el propósito y el altruismo prevalecían porque personas con nombres y apellidos se dejaban la vida en eso que se denominaba ‘lo social’ y que ahora ha quedado tan desvirtuado.
Así ha sido por culpa de los piratas de este siglo, quienes construyen sus asociaciones siguiendo un orden bien alejado del purismo y más próximo a la fórmula ideal para montar un negocio.
El primer paso es tener un amigote político al que le importe bien poco para quién o qué se deben pedir ayudas. Ese amigote es la marioneta política perfecta porque no se plantea si ese dinero público que reclama es para una asociación que persigue un fin social puro o si lo es para que un par de piratas bien avenidos hagan negocio.
Esa política se instauró de tal forma que empezaron a nacer las asociaciones fantasma como setas y todas coincidían en reclamar lo mismo: primero un dinero, ya después se concretará el fin.
Son asociaciones que en el fondo ocultan pequeñas empresas que vieron en el calor de políticos aprovechados su salvavidas, una manera de crearse su propio puesto de trabajo para ellos mismos y sus familias.
Tras el pelotazo viene el disfraz que casi siempre intenta tocar el lado humano, el corazoncito de todos nosotros. Han acertado: la solidaridad, lo social, los ancianitos… Claro, qué gobierno no va a aprobar una partida para que nuestros abuelitos estén mejor… Complicado.
Se las saben todas. Son una panda de filibusteros que se pegan a todo lo que huela dinero. Tan pronto te venden un gran proyecto para convertirnos en la pequeña Mónaco que te sacan una oenegé. Siempre bien rodeados, siempre con la sonrisa y la billetera esperando los guiños del poder.
Esa panda de truhanes es la que se ha cargado el movimiento social puro que ha terminado por verse arrinconado y presto a subsistir con la ayuda de quienes creen en ellos.