Ceuta tiene para él “un no sé qué”. Sabe de buena tinta que esa sensación indescriptible solo la experimentan quienes la conocen de primera mano. César Lladó dejó hace años su tierra, pero nunca se ha despegado de ella.
Cuando puede cruza la Península de cabo a rabo y el Estrecho para llegar hasta la ciudad. Actualmente vive en La Rioja, pero no se pierde ni un solo detalle de lo que ocurre en el día a día en su lugar de origen.
Ha convertido su pasión, la música, en el vehículo perfecto para expresar toda esa carga emocional que le despierta. Bajo el nombre artístico de ‘Roquero solitario’, ha compuesto una canción dedicada a la AD Ceuta que verá la luz este viernes en plataformas digitales.
‘Una ilusión nos persigue’
Lee todos los titulares que hablan sobre el equipo local. Lo apoya desde la distancia. Se crió precisamente en ese estadio del Murube. Todos los domingos era parte de esa magia, de esa “comunión” que respiraba al sentarse a ver los partidos.
Hace poco se topó con un vídeo que le hizo rememorar aquellas jornadas de sol pendientes de los goles y de los pases. La nostalgia fue una de las razones que lo llevó a crear esta especie de himno.
No fue el único motivo. “A principios de temporada, había buenos resultados. Notaba cierta negatividad por parte de la afición. No lo entendía. Esto no es como el Madrid o el Barça. Es un proyecto más modesto. Todo tiene su tiempo de cocción”, manifiesta. “Percibí que, en lugar de alentar al conjunto, la gente hacía esa típica crítica destructiva. A mí eso me fastidió un poco. Es cuando pensé que se necesitaba algo que animara el cotarro. Ahí se me ocurrió el tema”, cuenta.
Fue el momento en el que nació ‘Una ilusión nos persigue’. Tiene también la suya propia como cantante. Espera que, algún día, su melodía suene alto y claro en el campo de juego local.
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Comunidad
No solo se trata de vítores y cánticos. Estar en las gradas a temprana edad le produjo un efecto mucho más trascendental. “Donde realmente sentí que formaba parte de una comunidad fue allí, en el Alfonso Murube”, confiesa.
“Me acuerdo que en la temporada del 97 o del 98 estaba en tercera división. Ese año hubo mucho fervor hacia el equipo. Ascendió a segunda B”, relata. “Cuando iba con mis tíos, veía a todos unidos, alegres, contentos y felices porque su conjunto y su ciudad sacaban la cabeza adelante”, remarca.
“Vi una comunión que fue muy bonito de vivir. Viajábamos para verlos jugar fuera, como hacen muchos ahora. Desde ese momento, percibo el fútbol en localidades pequeñas como esta es más que un deporte. Va más allá. Esa visibilidad de la AD es muy importante para toda Ceuta”.
Patriota, pero de Ceuta
A pesar de que tenía pocos años, ya tenía sus propias conclusiones sobre la imagen externa de la tierra caballa. “Era niño. Era un poco marginada, por así decirlo, a nivel nacional y al europeo ya ni te cuento”, menciona.
Es quizá por ese sentimiento de desconocimiento sobre el que le hace pensar que la difusión de este tema puede hacer que sea reconocida por un asunto positivo. Estima que solo sale en las noticias nacionales por cuestiones negativas. Le gustaría contribuir a romper con esa estampa.
La letra va más allá de lo que es la Asociación Deportiva. “Está dedicada al equipo, sí, pero por extensión también a la ciudad”, manifiesta. “Es también sobre el ambiente que hay”, comenta.
“Esta canción no solo es un llamamiento al que vive en ella actualmente. La he escrito también para el que ha nacido en ella y por cualquier motivo, mayoritariamente económico, se fue. Es lo que nos ha pasado a muchos”, aclara. “Como español, no es que me sienta patriota. Me parece abstracto. De Ceuta sí que me siento patriota”, señala.
Orígenes
La primera respuesta que traslada a este periódico tiene que ver precisamente con sus orígenes. Admite que su pasión nació aquí. “Si me retrotraigo a mis orígenes, siempre me llamó mucho la atención la música”, indica.
“Rememoro sobre todo cuando me asomaba a la ventana de la casa de mis abuelos. Daba al patio del cuartel de Regulares. Veía los desfiles que hacían ahí y cómo practicaba la banda. Es el primer recuerdo que tengo musical”, expone.
Se fue a los once años junto a sus padres. El trabajo llamó a su puerta y no podían rechazarlo. Echa de menos, sobre todo, a las personas con las que se crió. No se borran de su mente sus vecinos, sus primos ni otros familiares. “Conservo algunas amistades de esa época. Intento tener contacto”, asegura.
Permanecen también aquellos “ratos de juego con los amigos en el barrio o en el colegio o en el equipo de fútbol. Éramos todos los de la misma clase. Iba al José Acosta, que era mixto”. El cariño es el que colorea esas memorias. “Íbamos a cualquier sitio andando sin ningún problema. Eran otros tiempos”.
Echa también de menos los platos estrella que caracterizan a la gastronomía local. “Si le hablas a alguien de aquí sobre el campero de corazones, aseguro que no lo entiende”. Hace tiempo que se fue, pero vuelve de vez en cuando. Espera que en su próxima visita lleve a su hijo consigo para que conozca Ceuta por primera vez. Tiene otro deseo. Viajar en un futuro y que el motivo sea dar un concierto en su tierra natal.
Trayectoria en solitario
Lladó se embarcó en este proyecto en solitario hace relativamente poco. Dejó su grupo de música para crear canciones desde cero. Lo hace todo desde casa y saca todas las melodías que ha hilvanado durante la pandemia.
Su primera experiencia ante el micrófono fue con 17 años en Carta Baladí, un grupo que se formó en Madrid. Ha pasado gran parte de su vida en él. “Nos despedimos en el año 2019 con un disco en directo”.
El género en el que se enmarca actualmente es el rock de autor, aunque realmente ve difícil encasillarse en un estilo concreto. Sus piezas versan sobre personas relevantes de su vida. Compagina esta vocación con otro empleo, pero espera que la vida le dé la oportunidad de dedicarse a ella de lleno.