Marruecos decidió interrumpir la llegada de mercancías procedentes de Ceuta el pasado 9 de octubre de 2019. Se ha cumplido un año del cierre del acceso de productos, y de las personas que los transportaban, desde la ciudad autónoma y también desde la ciudad hermana de Melilla. Desde entonces, una grave crisis económica se ha instalado gradualmente a ambos lados de la frontera, agravada por la crisis del coronavirus que conllevó la prohibición de cualquier tránsito a través de sus pasos fronterizos. El medio de comunicación marroquí, Le Journal de Tanger, ha dedicado un amplio reportaje a esta cuestión.
El reino alauí justificó su decisión como medida de lucha contra el contrabando, una actividad conocida en el lado español de la frontera como comercio atípico o transfronterizo, que, según el Gobierno del país vecino, tenía graves consecuencias sobre su producción nacional y el comercio formal en su territorio, en especial, en las regiones del norte y el este.
Esta crisis, con repercusiones negativas no solo sobre las dos ciudades españolas sino también sobre las marroquíes Fnideq (Castillejos) y Nador, perjudica a los miles de trabajadores transfronterizos empleados en Ceuta y Melilla y que ahora están parados. En la actualidad, según las estimaciones de esta publicación marroquí, suman unas 8.000 personas entre los 3.600 de Ceuta y los 5.000 de Melilla en actividades como el empleo doméstico, el comercio, la hostelería y el turismo.
A ellos se unen las porteadoras que estuvieron activas en el comercio atípico durante años transportando miles de toneladas de productos, etiquetados de contrabando por parte de las autoridades marroquíes, procedentes especialmente de China, según Le Journal de Tanger.
El reportaje también analiza la situación de "parálisis" en Ceuta y Melilla, donde sus presidentes, Juan Vivas y Eduardo de Castro respectivamente, han expuesto en reiteradas ocasiones las dificultades económicas que atraviesan ambas ciudades y hablan de una "crisis sin precedentes". Este mismo medio sentencia que Ceuta y Melilla vivían de los turistas marroquíes pero también del comercio transfronterizo en detrimento de los intereses de Marruecos. Hasta tal punto, añade esta publicación, que representó casi el 20 por ciento de su PIB y unas pérdidas para Marruecos que ascendían a entre seis y ocho millones de dirhams anuales.
Sin embargo, desde octubre de 2019, las calles que forman las hileras de nave en los polígonos del Tarajal permanecen prácticamente vacíos. "Despedí a mis dos empleados mientras espero el cierre. Ya casi no vendo nada. ¿De qué sirve pagar 1.000 euros de alquiler y otros gastos si no tengo ingresos?", se pregunta un comerciante cuyo testimonio recoge el periodista que firma el artículo y que, asegura, se dedicaba a los productos textiles "que se vendían en grandes cantidades antes del cierre de Bab Sebta".
El artículo se aventura a plantear que las administraciones de Ceuta y Melilla pueden pedir una "respuesta contundente contra este bloque económico", pero en las mismas líneas afirma que Marruecos no cede y ya está pensando en la reconversión de los circuitos económicos del norte y noreste del reino para ser capaz de crear actividades rentables y generadores de empleo. Tal es el caso de la futura zona de actividad económica de Castillejos, cuya construcción aseguran las autoridades que está en curso por un coste de 8,3 millones de euros y que debería estar lista en unos meses. Los productos importados entrarán libres de impuestos y no estarán sujetos a impuestos hasta que estén de camino al mercado local.
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