Esta historia va sobre una mujer que dedicó su vida a su familia y a su casa. Está a punto de rozar el centenario y vive en Azcárate. Nacida en Ceuta, en 1926, el 12 de septiembre cumplirá 98 años.
Tiene una hija de 66 y un hijo de 70, cuatro biznietos y dos biznietas. Es viuda desde hace 30 años, su marido murió en el año 1995 y ella no quiso compartir su vida con nadie más, estuvieron casados 47 años.
Conoció a quien era su esposo en el monte en el que ella vivía “frente a los militares”, pues él trabajaba de panadero en Intendencia. Se conocieron cuando ella tenía 22 años y se casó con 25. A los 26 y medio ya tuvo el primer hijo. Su hija actualmente vive en Ceuta y su vástago en Fuengirola.
Su nieta Patricia Ruiz explica que “lo que no le gustan tanto son los hospitales, les tiene pánico. Gracias a Dios ha ido pocas veces. Está mejor que yo que tengo 41. Solamente se toma una pastilla para la tensión y otra para el estómago. Se hizo una prueba de sangre y le salió fenomenal, mejor que a mí. Tiene muchas ganas de vivir, está muy bien. Solamente que oye un poquito menos, pero por lo demás, está todo bien”.
Ángeles Sánchez tuvo una infancia envidiable. De progenitores humildes y con 7 hermanos. Ahora, aunque ella era la segunda, es la mayor que queda con vida. Su plan favorito cuando era niña siempre fue ir al campo (pues su padre era agricultor y ganadero), estar rodeada de animales, jugar con amigos en las calles del barrio y siempre feliz. Se crió en el Monte Ingenieros con sus hermanos y sus padres.
“Eso hoy en día ya no se ve. Hoy con tanta Tablet y tanto móvil se están perdiendo la verdadera diversión”, explica.
“Me escapaba y me iba al tirón pichón con mis hermanos, cogíamos la escopeta porque había tiro al plato y nuestros padres siempre nos buscaban. Además, vivíamos en frente de la zona de los legionarios y recuerdo que nos colábamos y nos montábamos en los columpios, las cuerdas… y utilizábamos lo que ellos tenían para hacer ejercicio”.
“Donde yo vivía siempre había muchos patos, nos encantaba ir a jugar con ellos y con los cerdos, aunque éramos un poco traviesos y mi padre nos regañaba. Mi padre trabajaba con una cuba de agua y siempre que la traía, nos metíamos. Un día le quitamos el freno de mano y fuimos monte abajo con la cuba. No voy a contar la que nos cayó por parte de mi padre”, recuerda entre risas.
“Yo crecí en el tiro pichón por el trabajo de mi padre. Una de las veces estaba por la playa Benítez y el hijo de un coronel se estaba ahogando. Mi padre lo salvó, y al tiempo, su familia fue destinada fuera. El coronel puso a nombre de mi padre las escrituras de sus tierras y su casa. Es una historia que todo el que pertenece a mi familia conoce y es muy curiosa”, relata.
“He sido muy feliz con mi marido y me ha encantado siempre consentir a mis nietos. Tengo unos nietos formidables. Yo nunca quise ser nada en la vida que no fuera criar a mis hijos y dedicarme a mi casa. Cuando mi marido murió fue muy duro, aun así, no quise vivir con mis hijas, preferí quedarme en mi casa. He echado mucho de menos a mi marido”, transmite esta ceutí, casi centenaria.
Y esto es algo que puede confirmar su nieta. “Siempre nos daba alguna chuche, nos hacía mucha comida. Y a día de hoy con su biznieta, igual”.
“Tengo que decir que siempre fue una obsesa de la limpieza. Es algo que la caracteriza. Ella dice que hay que ser limpia. Cambiaba las cortinas cada dos días”, detalla Patricia.
“Su día a día es esperar a la comida constantemente porque le encanta comer, a veces se enfada porque dice que ha comido poco, y no es verdad. No tiene comida favorita porque come de todo y en cantidad. Se asea con Maribel, le encanta ver la tele y charlar con ella. A veces dice que le ha gustado uno que sale en la tele o que le ha salido pretendiente, y que es su ligue, pero solo con los de la tele. Está enganchadísima al programa ‘Reacción en cadena”, detalla entre sonrisas su nieta.
“Come muy bien, cena muy bien, duerme muy bien y todo muy bien. Y aunque es un poco refunfuñona a veces, es un amor de persona. Yo la quiero mucho”, confirma Maribel Pablos, cuidadora interna de Ángeles.
“No sale porque desde la pandemia le cogió un poquito de miedo a relacionarse con mucha gente y al bullicio. Prefiere quedarse en casa, incluso para la comunión de mi hija, no quiso venir. Pero como quería ver a su biznieta vestida de comunión, yo se la traje a casa y así ella es feliz”.
“Para mi abuela nadie es malo, ella es pura bondad. Se conforma con todo. Ha vivido por y para su familia, nunca quiso ser otra cosa. En ningún momento comentó si quería dedicarse a algo o probar algo, no. Ella solo quería cuidar de sus hijos y estar en su casa. Aprovecha el tiempo con su familia y ser feliz dando todo de ella”, explica Patri, como llama a su nieta.
“Hay que hacer siempre el bien y aceptar las cosas como vienen. Si pasa es por algo. Trabaja para vivir, no vivas nunca para trabajar. Hay que disfrutar de la vida, que pasa en un plis plas y cuando menos te das cuenta, mira, 98 años”. Este es el mensaje que envía esta madre, abuela y bisabuela de 98 años a todos los jóvenes sobre la vida.
Y conociendo la historia de Ángeles, se puede deducir que el secreto de la longevidad está en comer bien y mucho, en querer también mucho y en aceptar todo como venga, porque como ella dice: “Todo pasa”.