La limpieza es un asunto que nos afecta a todos. Cierto es que Ceuta está sucia. Ahora todos lo reconocen, hace bien poco por decir o escribir esto más o menos venían a fusilarte contra la pared. Quizá el problema es que quienes tenían que ver, analizar y reconocer su incapacidad han tardado demasiado o han pecado de orgullo, pero del malo.
Del pleno de esta semana salió el compromiso de realización de una auditoría para conocer el estado de la limpieza viaria. No hace falta auditoría alguna si realmente hubiera existido un control desde el minuto uno sobre todo lo que se hacía, sobre lo que se llevaba a cabo bien pero también sobre los incumplimientos reiterados y no advertidos. No hace falta ahora que el Ayuntamiento envíe a los controladores a primera hora de la mañana para comprobar qué camiones salen de Trace, a qué hora y con qué ruta. Acuden ejemplificando una preocupación institucional que debería haber sido así siempre, desde el principio, porque Ceuta está ahora sucia pero es que nunca alcanzó el nivel de una ciudad que demostrara todo lo contrario.
Sí, en esta asignatura pendiente tiene mucha culpa la empresa. No ha respondido como debiera, ni al nivel deseado, aunque cuando ha querido ha utilizado de parapeto a los trabajadores haciendo creer que quien cuestionaba el servicio más o menos que estaba atacando a los padres de familia que hay detrás del mismo. Es la excusa general de los que, heridos, no saben cómo asimilar su gestión y sus efectos.
Hay algo que nos hemos perdido en todo este culebrón de la basura. Y nos lo hemos perdido porque alguien no ha querido contarnos la verdad, ni la de ahora ni la que se resolverá. Tenemos que encargar una auditoría (otros dos meses más que sumar al carro) para saber qué sucede, en dónde radica el problema o qué salida vamos a dar para que esta ciudad no ofrezca la imagen de sucia, de dejada y abandonada que ahora escupe a los rostros de todos nosotros y de quienes nos visitan.
Y sí, puede haber gente guarra, puede haber incivismo, pero también hay unas ordenanzas que no solo están para cumplirse sino que están para ser reforzadas con tal de ‘enseñar’ a aquellos que no saben ser civilizados cuánto cuesta el no cumplir con las normas establecidas. Y eso será impopular, costoso... todo lo que ustedes quieran, pero también necesario para todos.