Soy unos de los padres que tuvimos la penosa y lamentable ocasión de ver el partido de fútbol sala del pasado sábado de la categoría Benjamín. Lo que iba a ser un tarde de sábado, donde unos niños de 8 años iban a pasar un rato divertido y jugar a lo que mas le gustan que es el fútbol, se convirtió en una visión desgraciada al poco instante de comenzar el partido. Sólo se llevaban 6 minutos transcurridos del primer tiempo cuando se detectó por nuestra parte y pudo apreciar el árbitro que juzgaba las jugadas (por los parones y comentarios que le dedicaban a varios componentes del equipo contrario), que las cosas iban a terminar con algún incidente desgraciado.
El equipo contrario, que no dudo de su capacidad y habilidades, dejó a un lado la parte deportiva del juego, y sólo se preocupó en bloquear, amedrentar, agarrar... Todo menos jugar a la pelota. Mi hijo tuvo que ser retirado por dos ocasiones del terreno de juego, con fuerte dolor en el tobillo y en la parte posterior del muslo, fruto de dos entradas duras. No pudo remediar su llanto en las dos ocasiones que fue sacado y sustituido por uno de sus compañeros. Todos nuestros hijos fueron victimas propiciatoria del ardor que se consumía en la cancha de juego por parte del equipo contrincante. Era increíble la pasividad del arbitro, que advirtió en varias ocasiones dichas entradas, pero en ningún momento se dirigió a la persona que dirigía el equipo del África Ceutí, uno de los dos principal responsables de este bochornoso espectáculo que vivimos, junto a la parsimonia manifiesta del árbitro, que tuvo la posibilidad de parar este “combate de lucha a discreción” que tuvimos que presenciar. Nunca he visto jugar unos niños de 8 años con tanta agresividad y dureza contra su adversario.
Nuestro entrenador se dirigió en multitud de ocasiones al árbitro del partido, poniéndole en conocimiento la actitud que denotaba el equipo contrario, por la dureza con la que competía en el terreno de juego.
Para que se hagan una idea de la situación, nuestros hijos, cada vez que le llegaba la pelota, la tiraban a fuera de banda, no querían jugar con ella, para evitar que le cargaran o que le hicieran daño unos de los dos jugadores contrarios, cuyos números de dorsales no voy a citar por aquí, pero los que estuvimos allí lo sabemos; y que vuelvo a recordar, que la culpa de este lamentable incidente, que tuvo que ser suspendido por parte del entrenador de nuestro equipo, faltando 11 minutos del segundo tiempo; preso de la situación tan al limite de lesionarse de forma grave algunos de nuestros hijos que competían, a raíz del cariz que iban incrementándose cada vez más. Tuvo que ser nuestro entrenador, que solicitó la suspensión del partido, bajo la amenaza del árbitro que le advirtió que si retiraba al equipo podían ser sancionado tanto los niños como él y que no podrían jugar el próximo año en competición oficial. Esta advertencia no la tuvo en cuenta nuestro entrenador, porque lo que primaba es la integridad de estos niños ante cualquier daño físico que era evidente que se iba a producir de un momento a otro. Tuvo que ser nuestro entrenador el que en primer lugar detuviera el encuentro en vez del árbitro, al que se le fue sencillamente de las manos la situación y que no terminó en tragedia, tanto en el terreno de juego como en las gradas, porque nos retiramos a tiempo.
Mi hijo tuvo que ser atendido, una vez suspendido el encuentro y fuera de las instalaciones por un fuerte hematoma en la parte baja del glúteo fruto de la violencia con la cual nos recompensaba el equipo contrario cuando no tenían la pelota en su poder.... rodillazos y daños en la clavícula es lo que se ha llevado mi hijo como regalo de los responsables de parar esta guerrilla que acometía contra nuestros hijos. Con el lema de “aquí todo vale”, propiciado por el árbitro, se cebaron con los componentes de nuestro equipo.
Una de tantas cosas que no se me olvidarán de ese día es la recriminación que le hice al entrenador del equipo contrario, comentándole que no me parecía nada deportivo que sus “niños” fueran como “una manada de lobos” contra todos aquel que no vistiera su misma camiseta. Y la sorpresa por parte de este señor que debiera de dar ejemplo con sus palabras, fue: “esto es fútbol y pasan estas cosas….”, pésima justificación y nada acertada por su parte. Creo que estos casos, puntuales afortunadamente, se deben de extirpar y depurar responsabilidades a las partes denunciadas. Yo, como padre, he perdido la confianza en dejar participar a nuestros hijos en estos eventos deportivos, por la edad que tienen y por lo tanto a su indefensión en el terreno de juego. Tendremos todos un mal futuro si no se remedia y se corta estos brotes violentos, alentados por sus directores deportivos y comités de árbitros.
P. D. El viernes dia 19 de Abril se conoció la respuesta del Comité de Árbitros y la decisión que han determinado es la de sancionar al entrenador de nuestro equipo a dos meses de inhabilitación, por lo cual no podrá dirigir al equipo. Una sancion totalmente desmesurada, tanto en la medida como en el tiempo. Si un adulto contempla cómo se estan pegando y retira a tu hijo para evitar alguna desgracia, eres tú el que te llevas la reprimenda. ¿ Esto es justo ? En el acta arbitral, no se indica el motivo por el cual el entrenador mandó a retirar a los niños. ¿Nadie del comité de arbitros, ha tenido la minima curiosidad de preguntar el motivo de que a falta de medio tiempo del segundo tiempo se marchara el equipo a los vestuarios? Algo huele a prodido en el deporte en Ceuta...