El 9 de septiembre un temblor en la tierra provocó un desastre en Marruecos que afectó a Marrakech y otras localidades próximas. Inmediatamente, un gran número de asociaciones se pusieron en marcha para ayudar a quienes más lo necesitaban en ese momento. Una de ellas fue ‘Alas Protectoras’, de Ceuta, que viajó hasta el epicentro para llevar materiales de primera necesidad.
Su presidente, Abdeselam Mohamed, ha contado a FaroTV cómo se inició todo el procedimiento y cómo vivió el viaje.
Se enteró de la tragedia y no dudó en hacer todo lo que estuviera en su mano para ayudar. ¿Cómo surgió esta iniciativa?
La iniciativa empezó de noche, cuando hubo el terremoto. A la mañana siguiente tuve una reunión con mi equipo y al principio queríamos ayudar desde Ceuta. Sin embargo, antes de empezar tuve que contactar con un amigo mío de Tetuán, presidente de honor de esta asociación, que preguntó al gobierno marroquí qué teníamos que hacer para poder llegar hasta allí. Le pidieron unos requisitos, tenía que dar mi nombre, el logo de la asociación, los acompañantes, los vehículos, las matrículas…. Antes de hacer nada, me preparó todos esos documentos y cuando estaba todo solucionado colgué a través de las redes sociales un mensaje para ver quién quería ayudar y la gente se volcó.
También las peñas de fútbol, un niño que mandó un euro y vale por 5.000, unos amigos me dijeron que un empresario quería ayudar desde el anonimato y aportó una cantidad de dinero.
Recaudamos todo, fuimos a Tetuán y empezamos a comprar donde nos podían hacer facturas a nombre de ‘Alas Protectoras’. El problema que hubo es que todo era carísimo. Fuimos a preguntar por colchonetas, que antes valían siete euros y estaban a 18. Tuvimos que llevar menos. Las mantas también estaban por las nubes. Tuvimos que hablar con una fábrica en Tánger y a través de un amigo nos dieron esas mantas, pero no podían entregarnos una cantidad grande.
También fuimos a buscar ropa de abrigo y todo era carísimo. Fuimos a otra ciudad marroquí y encontramos un señor con una fábrica de chilabas y nos llevamos 400 para niños, adolescentes y adultos.
Así empezamos a conseguir más cosas, como hornillos para cocinar, lápices, libretas… y muchas más cosas que no me acuerdo.
Solo pedisteis aportación económica para comprarlo todo en Marruecos, ¿no?
Sí, nos hubiera gustado hacerlo por aquí pero es imposible por la frontera. Aquí la gente nos podía traer mantas, ropas y cosas y nos hubiera salido más barato pero hemos calculado lo que sería el transporte en sí, coger un camión, transportarlo en barco, llevarlo hasta Tarifa y luego a Tánger, descargarlo, meterlo en un camión marroquí… Es un dinero que se iba a perder en transporte y nosotros lo hemos utilizado para comprar y llevar más cosas.
Quizás hay gente que no lo sabe, pero no se podía pasar por la frontera directamente.
No, no, no. Desde el principio que se reabrió no se puede ni pasar ni un cartón de leche. Imposible. Todo tiene que ser por Tánger y eso te cuesta un dinero, y ese dinero para mí era muchísimo con lo que en lugar de comprar 50 mantas he comprado 150. Otras asociaciones de Ceuta lo están haciendo bien y la intención es muy buena pero desgraciadamente la frontera marroquí no deja pasar ni ropa usada, te la tira.
Una vez con todo comprado, ¿cómo fue llegar hasta Marrakech?
Arrancamos, cargamos todas las furgonetas y hay que avisar en Castillejos y nos dieron vía libre y salimos. La carretera era dura, fuimos desde Tetuán pasando por Rabat, Casablanca y conforme íbamos llegando se iba haciendo más dura la carretera. Llegamos a la delegación del Gobierno de Asilah, nos abrieron todas las puertas, incluso nos invitaron a comer y al final nos dieron un permiso. Desde ahí teníamos que recorrer unos 350 kilómetros pero la carretera era mortal, muchas curvas y una pista.
Al llegar a la zona tuvimos que decir lo que llevábamos en el camión y con todos los documentos en orden nos dejaron subir donde quisiéramos, incluso al epicentro del terremoto. Hasta ahí nos llevaron ellos porque eran unas pistas mortales y nos mandaron dos coches de carga. Nos llevaron primero a nosotros y luego empezamos a subir por una pista con un barranco que se veía debajo.
Tras todo ese riesgo, una vez que llegamos al sitio, preparamos la zona y empezamos a repartir y ayudar… esa felicidad que te daba no tiene precio. A las 3 de la madrugada yo seguía repartiendo.
¿Cómo vivió ese momento cuando se encontró aquella realidad?
La gente estaba feliz por todo el apoyo que estaban recibiendo. Te contaban cosas del terremoto. Nos acogieron y nos trataron muy bien. Tú veías a un señor que venía con miel, otro con pan. El trato fue muy amable, muy acogedor y muy agradecido. Nos invitaron a dormir en sus casas y yo seguía controlando y ayudando.
¿Cuánto tiempo estuvieron allí?
Nos tiramos tres días largos. De carretera fueron casi 23 horas hasta llegar al sitio, teniendo una hora y media de pista para alcanzar el epicentro. Esta no es la primera experiencia que yo tengo en caravanas solidarias, ya van 15, pero no eran tan dolorosas como esta, solo llevarle ropa.
Sinceramente, he llorado. Llegar ahí y encontrar a esos niños esperando a ver qué les traen es muy duro.
Ahora que han pasado unos días, ¿cómo lo recuerda? ¿Con qué se queda?
Con ganas de volver otra vez y llevarles más cosas. Si podemos sacar dinero o gente que nos done pensamos ir otra vez en diciembre o enero porque son los meses más difíciles por la nieve, que no pueden salir de sus casas, los animales y las cosechas se mueren… Y tengo idea de prepararlo si económicamente estamos bien porque no puedo olvidarme tampoco de mi gente de Ceuta que les hace falta y no les puedo abandonar.
Nosotros trabajamos lo social, ayudamos a personas que les hace falta aquí en Ceuta, si podemos pagarle el recibo de la luz, los libros de los niños y sobre todo muchos alimentos.
Para finalizar, si quiere agradecer a todos los que han colaborado.
Sí, a ustedes por estar aquí y sobre todo a la gente que se ha volcado tanto peñas, como personas y empresarios anónimos y terminar con la presidenta de la asociación sociocultural de la mujer que siempre ha estado conmigo ayudándome. También al gobierno marroquí por el trato, estamos muy agradecidos. Ellos nos abrieron muchas puertas y nos orientaron. Mi mente está pensando en volver y eso es lo que te puedo decir.
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