Para superar la actuales crisis sanitaria, económica y social es imprescindible que los políticos, los profesores, los creadores de opinión y los demás ciudadanos seamos conscientes de nuestro papel de protagonistas en la búsqueda del bienestar personal y de la paz colectiva, y es necesario que, previamente, tengamos unas ideas claras sobre las cuestiones básicas de nuestros comportamientos éticos, familiares, profesionales, sociales y políticos. Por esta razón adelanto mi valoración de esta obra cuya importancia reside en la solidez de sus razonamientos, en la agudeza de sus exámenes y, además, en la oportunidad de sus propuestas prácticas para analizar los problemas actuales. A mi juicio, estas Meditaciones de Marco Aurelio, emperador romano (121 – 180) nos proporcionan una serie de principios, de criterios y de pautas para analizar muchos de los problemas de hoy y de aquí.
Aunque es cierto que las situaciones económicas, sociales y políticas de aquella Roma eran diferentes a los problemas actuales, también es verdad que muchos de los conflictos de nuestro mundo hunden sus raíces en concepciones sociales y políticas que, por no estar apoyadas en principios éticos, siguen generando consecuencias dolorosas y dañinas para una mayoría de ciudadanos.
Fíjense, por ejemplo, en la claridad, en la fuerza y en la valentía con la que Marco Aurelio analiza y explica cómo los falsos ídolos de la gloria, del poder, del dinero, de la sensualidad o de la ira son los motores que impulsan a los gobernantes para lograr el poder y para mantenerlo, sin advertir que, en la práctica van en contra del bienestar de la sociedad e, incluso, de ellos mismos.
Es sorprendente la actualidad de estos análisis y la utilidad de sus denuncias sobre las raíces éticas de los comportamientos dañinos de los gobernantes. Sus claras denuncias sobre las consecuencias sociales de la arrogancia, sus llamadas para que se respeten los principios de la verdadera justicia y sus invitaciones para que actúen como hombres justos, controlen los deseos de dominio, eviten las quejas contra los adversarios, se pregunten sobre el fundamento moral de sus pretensiones y sobre la relación con la justicia y, en resumen, busquen el bien más que las ganancias, son aplicables a la actualidad.
Como afirma Gonzalo Torné, en el excelente –imprescindible- prólogo, “Cuesta leer las admoniciones de Marco Aurelio pidiendo contención ante los enemigos y las personas que le disgustan como autodefensas; más bien parecen dibujar un laberinto en cuyo corazón ha encerrado, para evitar que siembre el terror y el desconcierto, a su propio monstruo”. En mi opinión, la lectura de esta nueva traducción de fragmentos de los estoicos antiguos, sobre Zenón, el fundador del estoicismo, también resultará especialmente práctica a los profesores de Filología Clásica, a los de Filosofía de los diferentes niveles de la enseñanza y, por supuesto, a los ciudadanos sensibles a los serios problemas morales de nuestra sociedad.