Nos va dejando un verano en el que la inmigración ha dejado escenas de tensión y dramatismo, muchas de ellas vinculadas a la forma de pase que ejecutan quienes han convertido el tráfico de esclavos del siglo XXI en su negocio. El empleo de motos de agua ha constituido una auténtica pesadilla para las fuerzas de seguridad. Más de 60 inmigrantes han sido introducidos en Ceuta de esta forma e incluso contamos con el fallecimiento de una de estas víctimas, sin que se haya podido hacer justicia deteniendo al criminal que llevó a cabo esa acción. Ayer, la Guardia Civil sí pudo dar con la persona que terminó en el agua después de intentar fugarse, con maniobras evasivas, de los agentes del Marítimo. Llevaba consigo a un argelino que también cayó al mar. Pudo haber sido una tragedia, pero la rápida intervención del Instituto Armado lo evitó. Este tipo de actuaciones vienen marcadas por la temeridad de quienes no respetan la vida, de quienes solo buscan lucrarse mediante este negocio. Solo cabe que la Justicia actúe imponiendo penas ejemplarizantes para terminar con un delito que ha hecho su agosto en nuestra ciudad. Las ejemplares sentencias de la Audiencia evitaron hace unos años la técnica de los motores humanos, que dejó muchos muertos en el camino. Fueron condenas de hasta 8 años, que terminaron por cortar una auténtica sangría gracias a la implicación de un tribunal que actuó con contundencia. Ahora la Fiscalía está formulando peticiones de hasta 7 años de cárcel, abriendo el camino para terminar con el desprecio que estos pilotos están mostrando.