La decisión que ha tomado el obispo de la Diócesis, Monseñor Zornoza, al aceptar la dimisión del vicario, Juan José Mateos después de haberle forzado a ello, ha sido un error de bulto que, desde luego, abre una brecha importante en las relaciones entre las distintas religiones de nuestra ciudad. Una población que presume, por encima de todo, de su interculturalidad y de su convivencia, no puede entender que el obispo, que aunque sea el prelado de Ceuta poco entiende de nuestras costumbres como ya hemos explicado en muchas ocasiones, haya amonestado así vicario, pida perdón a la comunidad católica y vea mal que la deidad Ganesh entrara en el tempo de Nuestra Señora de África.
Nadie ha violentado el templo de la Patrona, porque como muy bien dice el mismo Ramesh Chandiramani, presidente de la comunidad hindú, “también es nuestra Patrona”. ¿A qué viene ahora este alboroto? Resulta que desde hace ocho años se viene realizando este acto y nunca ha pasado nada, ¿por qué ahora el obispo da este peso carente de fundamento? El domingo se vivió una verdadera fiesta interreligiosa y de entendimiento entre culturas diversas, manteniendo el respeto, ejemplificando la convivencia pura, ese ‘amarnos los unos a los otros’ que muchos parecen haber olvidado. ¿Resulta que ahora se ha enterado el obispo de que Ganesh entra en África? ¿O es que durante todos estos años ha estado mirando hacia otro lado? Monseñor Zornoza es el prelado más nefasto que ha tenido Ceuta durante décadas. No solamente ha intentado pisotear a la Iglesia ceutí hasta extremos verdaderamente graves, utilizando para ello al propio vicario a quien ahora ha dejado caer sin ningún tipo de miramientos, sino que además muestra con esa actitud una visión retrógrada de una ciudad que, por supuesto, gracias a Dios no es la suya.
Ceuta es mucho más que lo que pretende el obispo. No tiene que pedir perdón a nadie, porque a buen seguro que la comunidad católica de Ceuta no se ha rasgado las vestiduras, ya que aquí estamos acostumbrados a convivir, no a imponer.
Esta equivocación va a traer consecuencias y pronto las veremos después de apostarse por incendiar antes que por conciliar.
Gracias a Dios que el señor obispo ha evitado el grave pecado que es el sincrestismo y la idolatría, como bien lo indicó nuestro Señor en el primer mandamiento, y con todas las penurias narradas en la Sagrada Escritura, en donde contemplaos cómo Israel al dar cabida y permitir la prostitución del alma, que es dar culto a los ídolos cayo en desgracia. Cualquier católico que no se ofenda ante esta abominación, probablemente se identifique más con cierto ex-fraile del norte de Europa.
La verdadera paz no consiste en hacer fanfarrias todos juntos o soltar por la boca cosas petulantes sobre amor y paz, sin citar a Dios ni a la Stma. Trinidad, sino en Cristo, fuera de Él, la paz es imposible, pues si los espíritus están separados, unos en la verdad, y otros en el error y la idolatría, ¿cómo podrá haber verdadera concordia y plena vida en común? El primer deber de la caridad consiste en no tolerar el error, y yerran tanto los idólatras como quienes amparan tales actos.
En la biografía de san Pío X se narra un evento semejante: el alcalde de Padua solía ir a visitar la Catedral el día patronal, y a continaución la sinagoga. Este gran santo dijo que como hiciera eso, le cerraría las puertas de su catedral. El alcalde, masón, se negó a dejar de ir a la sinagoga, y san Pío X, ciertamente, no le dejó pasar a la catedral. He ahí un santo, un defensor de la fe. ¡Dios nos dé prelados con fe verdadera!