Comienzo a desarrollar este artículo refiriéndome a los “Siete santos de Marrakech” (Marruecos), que es un grupo de místicos y religiosos de sufíes que son venerados en el Islam popular marroquí. O sea, místicos que son venerados por un “pir” (en la religión islamita, lo es el descendiente de un santo, considerado él mismo santo), que predica su espíritu fuerte a través de su rama sufí, mediante la enseñanza de la pir (significa que, si el espíritu se hace fuerte, de acuerdo a las enseñanzas del Islam, entonces se puede conseguir el camino hacia Dios).
Hoy me voy a ocupar de la religión islámica y, más concretamente, del “sufismo”, que es una de las formas más suaves del Islam. La otra forma islámica más radical es el chiismo. Pero advierto que trato este tema desde el punto de vista exclusivamente “histórico” y como fuente de conocimiento; porque creo que lo importante de la cultura no significa saber mucho de una cosa, sino en saber un poco de cada cosa, siempre que la misma se trate sin sectarismos y sin prejuicios estereotipados. Las ideas, las creencias y los pensamientos ni delinquen, ni son punibles, ni deben ser únicos, ni impuestos, sino plurales y libres, ya que en la vida se puede hacer el bien y evitar el mal por distintos caminos.
Por lo demás, en materia de religión, cada cual es muy libre de adoptar la libertad de conciencia en que más crea o elija; aunque, eso sí, cualquiera que sea la forma adoptada de profesar la religión, debe hacerse siempre desde el mutuo respeto los unos a los otros; porque la libertad de cada uno (también la libertad de culto, o religiosa) debe inmediatamente detenerse allí donde empiece a rozar o perjudicar la libertad de los demás. En materia de religión, y de ninguna otra, nadie está en posesión de la verdad absoluta; hay muchos y variados caminos que nos conducen hacia el bien y nos llevan a evitar el mal, debiendo procurar siempre anteponer el interés general y el bien común de todos.
Aclaro también que, no hay nada que me vincule al sufismo sobre el que escribo, porque desde que tengo uso de razón profeso la religión cristiana a plena satisfacción, y ello lo hago en uso de mi libertar religiosa y de conciencia; pero eso, nada me impide sentir profundo respeto hacia las demás religiones, porque entiendo que cada uno debe ser completamente libre para abrazar la religión en que más crea, teniendo en cuenta que, con buena fe y buenos sentimientos, se puede elegir cualquiera camino que conduzca hacia Dios. No creo en que alguna persona, religión, creencia, o forma de pensar y sentir estén en posesión de la verdad absoluta, sino que creo en la pluralidad de verdades y razones.
Pues, así entendido este artículo, comienzo a desarrollarlo refiriéndome a los “Siete santos de Marrakech” (Marruecos), que es un grupo de místicos y religiosos de sufíes que son venerados en el Islam popular marroquí. O sea, místicos que son venerados por un “pir” (en la religión islamita, lo es el descendiente de un santo, considerado él mismo santo), que predica su espíritu fuerte a través de su rama sufí, mediante la enseñanza de la pir (significa que, si el espíritu se hace fuerte, de acuerdo a las enseñanzas del Islam, entonces se puede conseguir el camino hacia Dios).
Para los sufíes, la muerte no significa el 'fin', es la transformación para entrar en una nueva vida que ellos predican por ser totalmente diferente de la vida pasada. La muerte es solo una separación temporal de Ruh del Cuerpo. Que fue mezclado por Dios para dar vida. Es como un ejercicio y práctica de un estilo de vida austero y de renuncia a placeres materiales con el fin de adquirir unos hábitos que conduzcan a la perfección moral y espiritual, también llamado ascetismo cristiano; doctrina que se propone alcanzar la perfección moral y espiritual mediante este estilo de vida.
El sufismo es la dimensión interna y el aspecto espiritual del Islam. A veces se describe como "misticismo islámico”. Los practicantes del sufismo han sido referidos como "sufíes." Históricamente; los sufíes han pertenecido a menudo a diferentes ṭuruq u "órdenes", que son congregaciones formadas en torno a un gran maestro conocido como wali que rastrea una cadena directa de maestros sucesivos hasta el profeta islámico, Mahoma.
Estas órdenes se reúnen para sesiones espirituales (majalis) en lugares de reunión conocidos como zawiyas, khanqahs o tekke. Se esfuerzan por ihsan (la perfección de la adoración), como se detalla en un hadiz: "Ihsan es adorar a Alá como si lo vieras; si no puedes verlo, seguramente Él te ve a ti. Los sufíes consideran a Mahoma como al-Insān al-Kāmil, el hombre perfecto primario que ejemplifica la moralidad de Dios, y lo ven como su líder y guía espiritual principal.
Todas las órdenes sufíes trazan la mayoría de sus preceptos originales de Muhammad a través de su primo y yerno Alí, con la notable excepción de la orden Naqshbandi, que rastrea sus preceptos originales a Muhammad a través de su compañero y suegro, Abu Bakr. Históricamente se ha confundido con una secta del Islam, cuando en realidad es una orden religiosa para cualquier denominación islámica. El sufismo es la ciencia de ihsan (las prácticas internas), mientras que fiqh es la ciencia del Islam (las prácticas externas) y aqidah es la ciencia de imán (la fe).
Aunque la abrumadora mayoría de los sufíes, tanto premodernos como modernos, eran y son adherentes del Islam sunita, también desarrollaron ciertos aspectos de la práctica sufí dentro del ámbito del Islam chiita durante el período medieval tardío, particularmente después de la conversión de Irán al islam chiita. Las órdenes sufíes tradicionales durante los primeros cinco siglos del Islam se basaron en la rama sunita. Aunque los sufíes se oponían al legalismo seco, observaban estrictamente la ley islámica y pertenecían a varias escuelas de jurisprudencia y teología islámicas.
Los sufíes se han caracterizado por su ascetismo, especialmente por su apego al dhikr, la práctica de recordar a Dios, que a menudo se realiza después de las oraciones. Ganaron adeptos entre varios musulmanes como reacción contra la mundanalidad del califato omeya temprano (años 661–750) y han abarcado varios continentes y culturas durante un milenio, expresando inicialmente sus creencias en árabe y luego expandiéndose al persa, turco y Urdu, entre otros. Los sufíes desempeñaron un papel importante en la formación de sociedades musulmanas a través de sus actividades misioneras y educativas. Según William Chittick, "en un sentido amplio, el sufismo puede describirse como la interiorización e intensificación de la fe y la práctica islámica".
A pesar de un relativo declive de los órdenes sufíes en la era moderna y la crítica de algunos aspectos del sufismo por parte de pensadores modernistas y salafistas conservadores, el sufismo ha seguido desempeñando un papel importante en el mundo islámico, y ha experimentado un nuevo resurgir en el siglo XXI y también ha influido en diversas formas de espiritualidad en Occidente.
La filosofía sufí incluye las escuelas de pensamiento del sufismo, una rama mística dentro del Islam. El Sufismo y su filosofía pueden estar asociadas tanto con el sunismo como con el chiismo. Se ha indicado que el pensamiento sufí surgió en Asia Occidental en el siglo VIII, pero los seguidores se encuentran ahora en todo el mundo. La filosofía sufí, como las otras tradiciones filosóficas, tiene varias vertientes, incluyendo la metafísica y la cosmología, así como varios conceptos únicos.
En Marruecos, al igual que todo el Magreb, un gran número de "santos musulmanes" aún mantienen un lugar especial en la vida de los creyentes marroquíes, especialmente en las ciudades imperiales como Mequinez, Fez y Marrakech. Un proverbio dice: «Si el Este es la tierra de los Profetas, entonces el Magreb es la tierra de los piadosos y los santos».
Marrakech es una ciudad mítica donde la historia camina en sus mercados y callejones, entre la población a lo largo de las cercas, mezquitas y jardines. La conciencia colectiva de los marrakechís ha estado vinculada durante mucho tiempo a los siete santos que vigilan la ciudad de Marrakech. Son más apreciados que otros santos y Ulemas de la ciudad, su punto común es su sufismo y su ascetismo en todos sus aspectos.
Los siete santos de Marrakech están identificados con los días de la semana. Estos místicos usualmente son ordenados de la siguiente forma: Sidi Youssef Ben Ali (Martes): Nació en Marrakech en donde pasó toda su vida. Fue apodado el "Hombre de las cavernas". Cuando aún era joven, padecía lepra y perdía partes de su cuerpo, lo que hacía que las personas huyeran de él por miedo a contraer la enfermedad. Su familia, lo expulsó por miedo al virus. Luego, se fue a vivir a una cueva en un lugar desierto cerca de Marrakech. Los lugareños esperaban que muriera en cualquier momento, pero Sidi Youssef Ben Ali los sorprendió a todos y sobrevivió longevamente. La gente comenzó a hablar sobre su poder para resistir el hambre y las enfermedades, y comenzaron a visitarlo en la cueva para recibir orientación y ayudarlos a resolver sus problemas. Sidi Youssef Ben Ali murió en 1196 y está enterrado en Bab Aghmat, cerca de la cueva.
Cadi Ayyad (Miércoles): Nació en 1083 en Ceuta, y pertenecía al Imperio almorávide. Fue el gran imán de esa ciudad y, más tarde, un alto juez en Granada. Como descendiente de una notable familia académica, Ayyad o Iyad, pudo aprender de los mejores profesores de Ceuta y se benefició de la gran cantidad de académicos en al-Andalus, el Magreb y el mundo islámico oriental. Se convirtió en un prestigioso erudito por derecho propio y ganó el apoyo de los más altos niveles de la sociedad. Murió en 1149 y fue enterrado en Marrakech.
Sidi Bel Abbes (Jueves): Nacido también en Ceuta en 1129, es el más importante de los Siete Santos, y a veces se le conoce como el Santo Patrón de Marrakech. Se dice que su padre murió cuando aún era un adolescente, y luego su madre lo envió a trabajar. Sin embargo, su obsesión con sus estudios lo llevó a escapar ocasionalmente de su trabajo para asistir a las clases de Sheikh Abi Abdellah Mohamed Lfakhar en la mezquita. Su madre, por otro lado, siguió castigándolo y enviándolo de regreso al trabajo, hasta que el Sheikh intervino y sugirió darle dinero a su madre para que dejara que su hijo estudiara. Sidi Bel Abbes fue un gran mecenas de los pobres y particularmente de los ciegos en el siglo XII. Incluso hoy, la comida para los pobres se distribuye regularmente en su tumba. Murió en 1204 y está enterrado en Marrakech.
Sidi Ben Slimane Al Jazuli (Viernes): Nació en un pueblo llamado Jazoula en Sus-Masa-Draa en el siglo XV. Se desconoce el año exacto de su nacimiento. Algunos historiadores dicen que descendía de Ali Ibn Abi Tálib. El imán Al Jazuli es más recordado como un personaje de leyenda que como un ser humano real. Fue un líder sufí marroquí de la tribu bereber de Jazulah. Es mejor conocido por compilar el Dala'il al-Khayrat, un libro de oración musulmán extremadamente popular. El libro está dividido en 7 secciones para cada día de la semana. En junio de 1465, se derrumbó y murió mientras realizaba su oración Salat. Debido a lo repentino de su muerte, se rumoreaba que fue envenenado. Su cuerpo fue enterrado cerca de Essaouira. Pero 77 años después de su muerte, su cuerpo fue exhumado para ser trasladado a Marrakech.
Sidi Abdel Aziz (Sábado): Fue un teólogo del siglo XV. Su mausoleo está muy cerca de la Rue Baroudiyine, a pocos pasos del Riad Cinnamon de Marrakech. Nació en Marrakech y fue analfabeto durante su juventud. Sin embargo, más tarde se hizo un nombre en Fez en el Medersat el Attarine, donde fue el sucesor espiritual del Imam Al Jazuli. Murió en 1508 y fue enterrado en Marrakech. Es una tradición local que las mujeres visiten su tumba, atraídas por la idea de que él puede curar su fertilidad y facilitar el parto.
Sidi Abdellah El Ghazouani (Domingo): Nació y creció en Fez. Era seguidor de Sidi Abdel Aziz. Murió en 1528 en Marrakech y fue enterrado allí.
Sidi al-Suhayli (Lunes): Nació ciego en 1114 en Fuengirola (Málaga). Creció en una familia pobre, pero religiosa y bien educada. Su padre le enseñó árabe y le ayudó a memorizar el Corán. Posteriormente, famosos eruditos de esa época le enseñaron otras ciencias en Málaga y otras ciudades de Andalucía. Murió en 1185 en Marrakech, y fue enterrado en Bab er Robb, una puerta sur de la ciudad de Marrakech, cerca de Bab Agnaou.
Fe de erratas
En El Faro de Ceuta de fecha 16-04-2023, en páginas 18-19, Antonio Guerra Caballero, publica un artículo titulado “La indubitada españolidad de Ceuta”, en el que, por error involuntario, su autor se refiere a unas declaraciones del Ministro de Asuntos Exteriores marroquí, cuando el autor de las mismas fue el Presidente de la Cámara del Congreso de Marruecos. Queda rectificado en tal sentido.