La creación de una red de espacios verdes integrados en las zonas urbanizadas y bien conectadas es un valioso método para mejorar el bienestar social, reducir la contaminación, mejorar el microclima urbano y, en definitiva, es de gran importancia, para mantener una buena calidad de vida en la ciudad. La implantación de plazas, jardines y parques urbanos desempeñan un papel fundamental en el medio ambiente de la ciudad. Además de ser espacios para el paseo, el relax o el ocio, forman parte de su estructura y simbolizan un ambiente más armonioso, donde edificios y elementos naturales se equilibran para proporcionar a la ciudad un aspecto más saludable. De este modo, es de vital importancia la presencia de componentes naturales, no solo en los alrededores de la ciudad, sino integrados en el paisaje urbano como parte esencial del mismo. En el caso de Ceuta, situación deja mucho que desear siendo estos espacios muy escasos y más aun teniendo en cuenta la elevada densidad poblacional.
La Ordenanza Municipal Reguladora del Uso y Conservación de Zonas Verdes de la Ciudad de Ceuta define en su artículo 2 el concepto de zona verde de la siguiente forma: “tendrán la consideración de zonas verdes, a los efectos de esta Ordenanza, los parques, los jardines, las plazas ajardinadas, los pequeños jardines en torno a monumentos, los espacios arbolados, las alineaciones de árboles en aceras o paseos, las jardineras y cualquier elemento de jardinería instalado en las vías públicas, del término municipal de Ceuta.” Sin embargo, existe también el concepto de zonas verdes útiles que son aquellas que han sido concebidas como tal en los planes generales, realmente ejecutadas y equipadas con mobiliario urbano, alumbrado, etc., siendo, por lo tanto, de utilidad para el ciudadano. No incluyéndose en este cualquier elemento de jardinería instalado en la vía pública (medianas, rotondas o maceteros), al considerar estos elementos integrantes de la estructura urbana.
En este artículo nosotros nos referiremos a zonas verdes teniendo en cuenta la definición de zona verde útil, lo cual no quiere decir que elementos tales como alineaciones de árboles, parterres de reducidas dimensiones o jardineras no se consideren importantes y no desempeñen un papel relevante en las ciudades. No obstante, desde nuestro punto de vista, y en relación a las verdaderas necesidades de Ceuta, urge contar con zonas verdes accesibles diseñadas como espacios directamente aprovechables para el uso y disfrute de los ciudadanos y creando entornos donde naturaleza y medio urbano se fusionen.
La escasez de zonas verdes tiene una influencia directa en la implicación de la ciudadanía en los asuntos cívicos. Alexander Mitscherlich, catedrático de Psicosomática de la Universidad de Heidelberg, en su obra “La inhospitalidad de las ciudades”, comenta que “se puede afirmar que una ciudad que no proporciona a sus niños amplios lugares de juego, y a sus jóvenes lugares de deporte y de recreo fácilmente asequibles, así como piscinas y centros juveniles en las cercanías de sus viviendas, no debe extrañarse de que sus habitantes adultos no participen más tarde en la vida política de la comunidad”. A esta carencia de espacios de recreo y diversión se suma una tendencia al incremento de “decepciones, limitaciones, renuncias y prohibiciones del que hubiera sido necesario si se hubiera reflexionado racionalmente sobre sus necesidades”, dando como resultado final “un ciudadano nacido en la ciudad, pero no un ciudadano a quien esta ciudad suya le infunda verdadero interés, verdadero respeto”.
"En Ceuta estamos demasiado acostumbrados a que el más reducido espacio sin construir caiga presa de los ávidos ojos de los especuladores"
Vemos, pues, que la dotación de espacios libres reviste un interés que va más allá de la armonía urbanística de la ciudad. Se trata de una necesidad vital para todos los ciudadanos, sobre todo para el correcto desarrollo psicológico de los niños y jóvenes. Por eso nos retumba todavía en el pensamiento las palabras que pronunció hace unos años un miembro del Gobierno de la Ciudad, interpelado en un Pleno de la Asamblea sobre las carencias de espacios libres, que comentó que en Ceuta tenemos las zonas libres que hay, en un tono que invitaba a los ciudadanos a resignarse ante esta situación. Poco parece importar que tal invitación conlleve el fomento de una patología social, cuyo principal síntoma sea el desinterés por los asuntos ciudadanos, cuando no la acción violenta contra todo lo que tenga que ver con la ciudad y sus instituciones.
La importancia de contar con adecuados espacios de juego debería estar por encima de todas las demás consideraciones utilitarias. A este respecto A.Mitscherlich propone medidas que van desde la imposición de la obligación a todo el que levante un edificio a construir, en la inmediata cercanía del mismo, un terreno de juego, hasta la expropiación de terrenos para este fin, al igual que se hace cuando hay que trazar una nueva calle o cualquier otra infraestructura básica. En cuanto al tamaño de estos espacios propone que sean establecidos por un comité independiente constituido, entre otros, por psicólogos, pedagogos y médicos. Asimismo, Mitscherlich considera que sólo mediante una estricta normativa de este tipo, resulta posible “mantener a raya el desenfrenado egoísmo de los constructores”.
En Ceuta estamos demasiado acostumbrados a que el más reducido espacio sin construir caiga presa de los ávidos ojos de los especuladores. Por ello, resulta de vital importancia que se respete el principio de la subordinación del interés privado al interés público, a la hora de reservar suelo para la dotación de zonas de recreo, y en general para todos los asuntos cívicos, “porque así puede crearse una situación que haga posible el que se desarrollen hombres que, una vez adultos, puedan comprender qué es la liberalidad, qué es la libertad humana. Unos hombres que tengan, por tanto, a sus espaldas un camino de maduración que les haya proporcionado experiencias sociales, que les haya permitido ser abiertos, críticos, conscientes con respecto a los problemas de su sociedad, es decir, democráticos y sensibles, en lugar de sordos, exigentes, cargados de resentimientos y condenados a someterse a cualquiera que les prometa satisfacer sus deseos a corto plazo”.
Desde Septem Nostra nos reiteramos en la idea que expusimos en las alegaciones al avance de nuevo Plan General de Ordenación Urbana de que se puede proyectar el aumento de la calidad de vida en nuestro limitado territorio sin recurrir a proyectos de expansión de las edificaciones existentes, dedicando todos nuestros esfuerzos a la estructura y a los servicios que mejoren la calidad de vida. Al menos no se deberían plantear nuevos proyectos de construcción de vivienda sin que previamente hayamos alcanzado un equilibrio entre el número de habitantes y la dotación tanto de infraestructuras como de equipamientos básicos. Esto supondría hacer la suficiente reserva de suelo para zonas verdes, centros escolares, guarderías, bibliotecas, etc… Por el contrario, desatender esta necesidad nos está conduciendo a aumentar las “patologías sociales”, el incremento de los problemas medioambientales y la progresiva pérdida de la calidad de vida.