El pabellón de La Libertad fue ayer escenario de otro episodio a erradicar de cualquier espacio en el que se realicen competiciones deportivas, una pelea que comenzó entre dos jugadores de los conjuntos que se enfrentaban, el CD Puerto y el Deportivo Ceutí, y que derivó en una invasión de pista y en agresiones.
La violencia no cabe en ningún ámbito ligado al deporte y menos todavía en eventos que involucran a juveniles o deportistas todavía más jóvenes.
La responsabilidad de erradicar este tipo de comportamientos incumbe a toda la sociedad, pero sobre todo a los responsables de la organización de las competiciones y a los de los equipos que participan en ellas, que deben dar ejemplo de respuesta firme y contundente a este tipo de sucesos para que no se repitan.
Los jugadores que hayan participado o alimentado la violencia en el polideportivo deben ser sancionados de manera ejemplar y los aficionados que inflamaron todavía más la tángana, también.
Tal y como exige la legislación vigente, “es imprescindible cortar de raíz” cualquier tipo de altercado o agresión en eventos deportivos “para evitar que se asiente en las personas violentas, racistas, xenófobas o intolerantes una sensación de impunidad ante sus actitudes ilícitas”.
Más allá de las necesarias sanciones formales, es tan o más importante la reprobación social de ese tipo de comportamientos para que no se conviertan en modelos a imitar, sino en actitudes a repudiar en todos los espacios de convivencia.