Vivas demostró ayer ante el director general de la Guardia Civil que tiene muy clara la prelación en la defensa de los intereses generales de los ceutíes por encima de los intereses generales de su partido. En una conversación informal que fue captada por las cámaras del Faro TV mientras que se encontraban en el despacho noble de la Alcaldía, el jefe del Ejecutivo vino a señalar que el problema de la frontera del Tarajal era, desde su punto de vista, no solamente el problema más importante que tiene Ceuta, sino uno de los problemas más importantes que tiene ahora mismo nuestro país. Más claro, imposible. Y es que Vivas, en esta ocasión, no está encontrando la respuesta adecuada por parte del Gobierno de Mariano Rajoy. Al igual que no se puede discutir la voluntad política demostrada para determinadas cuestiones esenciales para Ceuta, el Ejecutivo de Madrid no está ahora a la altura de las circunstancias. El presidente se está cansando de hablar con la vicepresidenta del Gobierno, de hablar con el ministro del Interior, de hablar con el secretario de Estado de Seguridad, de hablar ahora con el director general de la Guardia Civil y, en definitiva, todavía no hemos visto una solución. Volvemos a repetir que cuando se quiere encontrar soluciones de urgencia, mientras llegan las definitivas, una Administración como la española está más que preparada para hacerlo. Lo que sucede es que no existe voluntad política o tenemos otras circunstancias que son desconocidas para el gran público y que se incluyen dentro de ese eufemismo que se denomina ‘cuestión de Estado¡. Porque mientras Juan Vivas da la cara y eleva a la categoría de problema nacional el conflicto que sucede un día sí y otro también en el Tarajal, luego, nos viene el delegado del Gobierno y dice que no existe una situación “caótica” en la frontera. Si no existiera esa situación caótica, por supuesto, un problema de Ceuta no tendría que ser tildado de uno de los problemas más importantes que tiene ahora España. Al delegado le falta, en la mayor parte de esas salidas de tono, la prudencia que tiene Vivas, pero igualmente tampoco llega a poner encima de la mesa las cuestiones con la misma crudeza que lo hace el presidente cada vez que tiene ocasión.