Esta mañana he observado como la corriente de aire meneaba las cortinas de mi cocina. Era una señal inequívoca. Y más que esa noche había pasado una de las etapas de calor más grandes de mi dilatada vida. Eso me hizo extrapolarme hacia mis ideas más primarias y empezar a liar ese ovillo de lana de las pistas que nos están dando continuamente el cosmos. Estamos en pleno verano donde lo que prevalece son las altas temperaturas. Con ellas está la sensación que tiene nuestro cuerpo de estar dentro de un horno. Intentamos buscar las fórmulas más elementales para salir de este bache: bebidas fresquitas, estancias con temperaturas controladas, muy especialmente con aire acondicionado, buscar un buen baño en nuestras queridas y bonitas playas, y como colofón la ducha con agua fría.
Pero lo esencial es vivir la vida cuando el termómetro cae a unos niveles asequibles para estar en la calle. Para ello deberíamos estar en unas continuas vacaciones estivales. Pero eso no es posible. Debemos de trabajar casi todos los días y eso nos hace tener que tener que dormir en las horas nocturnas. Claro cuando podemos o mejor dicho acompaña la temperatura de nuestra sala de dormir. Pero son muchas las veces que no se puede conseguir y eso que tenemos las fórmulas en nuestras manos Un aparato para enfriar el lugar, una bebida esencial como es un vaso de leche calentita para decir a Morfeo que deseamos estar en sus brazos y la tranquilidad, que es lo esencial. Mientras escribo estos garabatos estoy sentado en un banco, donde el aire fresquito de la mañana me hace observar mi alrededor con más ganas. Y las palomas están intentando recolectar los alimentos esenciales, para ellas y mi mascota después de darle un buen paseo y haber hecho sus cositas y limpiadas como es natural Es saludada por una amiga de mi nuera. Muy contenta se puso ella al escuchar: !Hola mi amor! ¡Cómo está mi corazón! Y yo allí en medio esperando un simple buenos días.