El Ministerio del Interior anunció ayer para la medianoche del lunes al martes próximos el inicio de la reapertura “gradual” de la frontera comprometida por ambos países. Dos años y dos meses después del cierre del Tarajal, el departamento de Grande-Marlaska, que no ha ejecutado con la previsión y celeridad que debiera las obras de reforma del paso comprometidas, ha puesto punto y final a la cuenta atrás de los últimos meses.
Los primeros en poder atravesar la frontera en dirección a la ciudad autónoma serán las personas con residencia o nacionalidad de la Unión Europea, así como quienes posean un visado Schengen. La ciudad tendrá así la oportunidad de comprobar en la realidad cómo sería la eliminación de la excepcionalidad que hasta 2020 permitía a los vecinos de la provincia de Tetuán acceder solo con su pasaporte a Ceuta, un marco que había perdido buena parte de su sentido.
El 31 de mayo podrán volver los trabajadores transfronterizos reconocidos legalmente como tales y se seguirá avanzando en el proceso de “normalización” que debería concluir con la apertura de algún tipo de Aduana Comercial en el paso de Ceuta, como Sánchez dejó entrever tras su visita a Rabat.
Ahora Interior debe obrar con planificación y no sembrar más dudas que certezas. Es necesario aclarar cuanto antes la forma en la que se gestionará el trabajo transfronterizo, con qué límites y cuáles son los trámites a realizar para regularizarlo. También, si se elimina la excepcionalidad de Schengen del todo, si habrá visados solo para Ceuta y Melilla y con qué limitaciones se expedirían. La reapertura de la frontera es una buena noticia que debe gestionarse con orden, colaboración bilateral y transparencia.