Me desperté con las ideas muy confusas. Después de ir al baño decidí que por el bien mío y de los míos, lo mejor que tenía que hacer era ir a dar un gran paseo. Cogí la roue y puse rumbo al mar. Allí siempre me vienen las buenas vibraciones. El ruido de las olas del mar, el sentir el viento en mi cara, me trasporta a otra dimensión. Esa donde las ideas positivas vierten sobre mi cabeza.
Esas musas, que son deseadas por mucha gente, aterrizan en mi mente. Hoy me han dicho que debo de ser más receptivo al mundo; que no debo ser tan egoísta; todos quieren estar junto a mi, todos necesitan hablar con alguien que lo sienten muy cerca de él. Y con ese ansia de ayudar, me he dirigido al centro.
Me he vuelto una persona con sotana de las antiguas y he intentado darle otra dimensión a mi nuevo despertar. Fui al centro compre lotería. Allí me enteré que un familiar había fallecido por roncar. Una interrogante se me puso en mi cabecita. ¿Roncar era una nueva enfermedad?. Me dijo unas palabrejas nuevas para mí y decidí actuar. Me presente en mi centro de salud y pedí cita.
Seguí mi rutina y me encontré a un buen amigo y platicamos del fútbol local, muy especialmente de las categorías inferiores y tras unos buenos minutos, decidí poner rumbo hacia Santa Catalina.
Allí me esperaba una buena oración junto al nicho de mis padres y les dije que habían sido todo para mí. Les agradecí todo lo que habían hecho por mí. Cuando llegue a casa hablé con mi mujer y le dije que quería hacer un viaje. Aprovechando el cese de la ‘ley’ Covid. Aunque le expuse mi intranquilidad por no fiarme de mis congéneres.
Yo he decidido seguir con todas las medidas de seguridad posible hasta una inmunidad total, tanto mía, como de todos nuestros habitantes del planeta tierra
Por la tarde me dirigí al campo de fútbol del Benoliel, allí estaban en la puerta los encargados de recepcionar a los jugadores, que previa página donde están los nombres de los deportistas van dejando de entrar previa comprobación de la temperatura.
Les desee un buen trabajo y me dispuse a que la hora semanal que disponen mis pupilos fuera aprovechada lo mejor posible. Por el Ramadán pocos efectivos se presentaron a la cita. Yo se lo dije a ellos, que lo comprendía, pero que teníamos que ser una piña para poder competir. Salimos sudorosos de nuestro mini entreno semanal y de allí a casa. Continúe mi labor y me dispuse a ver la tele. Una noticia salto sobre mi, yo al ser madridista me puse muy contento; el Granada había ganado al todo poderoso Barça. Ronqué muy feliz hasta la mañana donde mi querido perrito me decía con todo el cariño posible que debíamos salir a la calle a oler todos los rincones de su dominio.