Según Eduardo Zugasti, “Libros de Holanda” era una expresión informal que empleaban los censores eclesiásticos y gubernamentales del siglo XVII para referirse a aquellos libros que atravesaban las fronteras europeas del "Ancien Regime" desde las libertinas prensas holandesas. Estos libros, que se incluían en un índice de prohibidos, versaban sobre diversos asuntos, desde la pornografía a la teología heterodoxa pasando por la filosofía radical o "spinozista", pero todos tenían en común que eran percibidos como moralmente peligrosos y por lo tanto, potencialmente desestabilizadores de las certezas morales y religiosas sobre las que se asentaban los antiguos regímenes.
Como no teníamos suficiente con la depredación tributaria del estado y de los mini-estaditos autonómicos, con el proceso de invasión de lo administrativo en todos los ámbitos sociales mediante el cual los ciudadanos quedan a merced de esa maquinaria todopoderosa que es a la vez juez y parte; unos iluminados pretenden la creación de unos tribunales morales sin control jurídico. Bueno, a la criatura la han bautizado como Ordenanzas de Convivencia Ciudadana, ya saben de la profunda afición de la progresía por el eufemismo.
Se trata de una ordenanza que arrogándose competencias judiciales pretende prohibir “cualquier conducta de desprecio a la dignidad de las personas, así como cualquier comportamiento discriminatorio, sea de contenido xenófobo, homófobo, racista o sexista, o de cualquier otra condición o circunstancia personal o social, de hecho, por escrito o de palabra, mediante insultos, burlas, molestias intencionadas, coacción psíquica o física, agresiones o conductos análogas”. Resulta esclarecedor ese “cualquier otra condición o circunstancia”, que recuerda al antiguo régimen disciplinario militar que decía algo así como que serian sancionables todas aquellas conductas no recogidas de forma expresa en el presente reglamento. Los castigos irán de los 3000 euros a la obligación de trabajos comunitarios (sic). Gracias a esa nebulosa conceptual y sin más guía de actuación que la superioridad moral de estos nuevos inquisidores que decidirán, en su infinita sabiduría, que es sancionable y que no, se podrá perseguir a todos los molestos. Porque no les quepa duda de que todo esto va de persecuciones. Todos los actos recogidos en esta ordenanza son punibles judicialmente así que su única razón de ser es poder perseguir, sin garantías para el perseguido, a aquellos considerados blasfemos y poder exponerlos en la picota. Se perseguirán a los enemigos ideológicos de los promotores del invento, es decir a aquellos que pongan en duda las ideologías neomarxistas como la de género o el multiculturalismo o aquellos que osen criticar el islam (las críticas al catolicismo son legítimas). Seria gracioso sino fuera terrible, porque justifican todo esto con ¡¡¡Trump!!! Que ya me dirán ustedes que tiene que ver el del flequillo con la convivencia en este rincón del África septentrional. En realidad la idea de marras está más en consonancia con el totalitarismo represor podemita que denuncia la asociación de la prensa madrileña que con las repercusiones reales del populismo yanqui.
Pero no solo pretenden sancionar a los “malos”, también prevenir. Es decir, viajaran al futuro y como en el famoso relato futurista “El informe en minoría” de Philp K. Dick, sancionaran al que todavía no ha tenido un comportamiento reprobable pero que sin lugar a duda lo tendrá. El remate del artilugio infame es que fomenta la delación anónima, el control moral de la plebe delatora sobre los díscolos. De esto a los campos de reeducación camboyanos queda un paso. Ya me veo a hijos denunciado a sus padres por negarse a recoger la mesa (lo que sin duda constituye un claro comportamiento machista y no igualitario).
Y ya puestos, los promotores podían también proponer su carácter retroactivo y aplicarse el cuento: sanción por xenófobo al que dijo que los musulmanes ceutíes son españoles de conveniencia, sanción por odio ideológico al que dijo que los votantes del PP son unos fascistas, sanción por machista al que defendió a un tipo que asegura que las mujeres que se maquillan son unas fornicadoras. ¡Hala! ya han recaudado 9000 euros.