Al menos en cuatro casos, marroquíes que han llegado a Ceuta en las últimas semanas y han trasladado su petición de asilo no han sido acogidos en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Tras haber pasado la cuarentena en la nave del Tarajal, siguiendo el protocolo establecido por Sanidad, manifestaron su petición de protección internacional, sin que hasta la fecha hayan sido acogidos en el centro del Jaral, poblado ahora únicamente por magrebíes salvo un caso aislado de un subsahariano. Estas personas están merodeando por el entorno del Tarajal y han trasladado su inquietud a El Faro de Ceuta. La falta de actuación en sus casos los ha transformado en particulares peonzas. No se les acoge en el centro del Jaral y se les obliga a seguir permaneciendo fuera, como si fueran unos invisibles ante la administración, a pesar de cumplir con el perfil para el que está destinado el CETI, según manifestó hace meses la Delegación del Gobierno como justificación a su negativa a acoger a todos los marroquíes que habían sido desalojados de la nave.
No se les abre las puertas del CETI y ya han pasado la cuarentena en la nave
Este medio ha tenido contacto con cuatro personas que están en esa situación, pero no significa que puedan ser más, amén de que es una cifra de referencia dado que las llegadas de magrebíes son constantes y se desconoce cuántos de ellos pueden ser solicitantes de asilo.
La nave del Tarajal, que está atendida por la Cruz Roja, sirve única y exclusivamente para el cumplimiento de la cuarentena por parte de aquellos inmigrantes que llegan a nuestra ciudad, antes de proceder a cualquier otro trámite. En estos casos concretos, han pasado la cuarentena y a pesar de ser solicitantes de asilo, las puertas del CETI no se han abierto para ellos. Nadie da una respuesta convincente ni, mucho menos, soluciona esta problemática cuya envergadura no puede ser concretada.
Se trata de solicitantes de asilo cuyo número puede aumentar sin haber solución
En el centro de estancia temporal hay acogidos marroquíes y argelinos que están consiguiendo los traslados a la Península poco a poco. La semana pasada salieron dos familias con hijos, en asilo humanitario. Antes lo hicieron otros magrebíes además del único subsahariano que quedaba en el centro protagonista del último salto masivo por Benzú, cuya marcha había quedado bloqueada al ser acusado de atentado contra las fuerzas de seguridad.
En los casos concretos que afectan a estas personas, no se les da una explicación convincente ni tampoco se soluciona su situación. Los afectados constituyen ese eslabón débil de la cadena de una inmigración que, como siempre, continúa haciendo aguas en la Frontera Sur.